Restauración de Nabucodonosor

 

RESTAURACIÓN DE NABUCODONOSOR Y SU LOOR A DIOS. (4.34-37)

“Al Fin del tiempo… mi razón me fue devuelta”

“Al cabo de ese tiempo, la razón le fue devuelta, y mirando con humildad hacia el Dios del cielo, reconoció en su castigo la intervención de la mano divina. En una proclamación pública, confesó su culpa, y la gran misericordia de Dios al devolverle la razón. Dijo: "Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi sentido me fue vuelto; y bendije al Altísimo…” P.R. 382

“Alabé al que vive para siempre.”

“…y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su señorío es sempiterno, y su reino por todas las edades. Y todos los moradores de la tierra por nada son contados: y en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, hace según su voluntad: ni hay quien estorbe su mano, y le diga: ¿Qué haces?” P.R. 382

Nabucodonosor restablecido al reino.

"En el mismo tiempo mi sentido me fue vuelto, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis grandes me buscaron; y fui restituido a mi reino, y mayor grandeza me fue añadida." El que fuera una vez un orgulloso monarca había llegado a ser humilde hijo de Dios; el gobernante tiránico e intolerante, era un rey sabio y compasivo. El que había desafiado al Dios del cielo y blasfemado contra él, reconocía ahora el poder del Altísimo, y procuraba fervorosamente promover el temor de Jehová y la felicidad de sus súbditos.” P.R. 382

Nabucodonosor alaba al Señor.

“Bajo la reprensión de Aquel que es Rey de reyes y Señor de señores, Nabucodonosor había aprendido por fin la lección que necesitan aprender todos los gobernantes, a saber que la verdadera grandeza consiste en ser verdaderamente buenos. Reconoció a Jehová como el Dios viviente, diciendo: "Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad, y sus caminos juicio; y humillar puede a los que andan con soberbia." Estaba ahora cumplido el propósito de Dios, de que el mayor reino del mundo manifestase sus alabanzas. La proclamación pública, en la cual Nabucodonosor reconoció la misericordia, la bondad y la autoridad de Dios, fue el último acto de su vida que registra la historia sagrada." P.R. 382-383