Las trompetas 5 y 6

 

La 5ta. Trompeta

El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra (9:1-3).

Notemos que a la estrella “se le dio la llave”. ¿Cómo es posible que a una estrella se le entregue algo? No es posible que sea una estrella literal. Es claro que hay que ver lo que representa esta estrella.

Esta estrella representa a Cósroes II, rey de Persia, quien conquistó gran parte del imperio romano oriental, reducién- dose este a Constantinopla y algunas porciones en Grecia, Italia, África y pocas ciudades aisladas.

La intervención de Heraclio pudo rescatar gran parte de lo conquistado por Cósroes, y el rey de Persia cayó bajo los romanos. Pero las conquistas romanas duraron poco, pues la caída de Cósroes trajo una plaga peor, simbolizada por el “humo del pozo del abismo”. El “abismo” mencionado en los versos 1 y 2 es una representación de los desiertos árabes, donde los seguidores de Mahoma esperaban la orden de ataque. El “humo del pozo” del abismo representa la doctrina de Islam.

Para rivalizar con judíos y cristianos, Mahoma escribió el “Korán”, pretendiendo ser dirigido por Alá, dios tribal de los árabes. Las tribus ismaelitas estaban divididas, pero el nuevo profeta logró aglutinarlas. Un gran ejército fue alistado para entrar en el escenario histórico. La profecía los pinta como “langostas” por su obra destructora.

Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes. Y les fue dado que no los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre. Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero La muerte huirá de ellos. El aspecto de las las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas; tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones; tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla; tenían colas como de escorpión; y también aguijones y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses. Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego Apolión (9:4-11).

Abubéker, sucesor de Mahoma, preparó su gran ejército para la conquista. No sólo invadiría los pueblos, sino que su doctrina religiosa habría de ser impuesta por la fuerza.

El carecer de la “señal de Dios en la frente” puede asociarse con la orden de Abubéker de atacar a los líderes eclesiásticos, que él llamó “sinagoga de Satanás”, y los describió como “de coronilla afeitada”, aludiendo a la tonsura de los monjes, a los cuales indicó que no se les diera cuartel “hasta que se hagan mahometanos o paguen tributo”. Los pequeños grupos que guardaban el Sábado en esos tiempos estaban aislados y ninguno de ellos fue afectado por las invasiones de los árabes.

Aunque “el sello del Dios Vivo” es colocado en las frentes de los que han de ser salvos en la última generación, es también cierto que en toda época Dios ha contado con siervos fieles. En cada momento histórico, la obediencia a la Palabra de Dios ha sido siempre el medio de diferenciar a los que sirven a Dios y los que no le sirven. De la misma manera, la obediencia a mandamientos de hombre constituye la “marca de la bestia”. En el capítulo sobre el Anticristo daré más detalles sobre el tema.

Los versos siguientes presentan la fiereza de las hordas sarracenas no sólo contra el imperio bizantino, sino contra todos los pueblos que conquistaron. La orden no es matar, sino atormentar.

Era común en los árabes usar tambores en las batallas. Este sonido marcial, unido al ruido de los caballos y los gritos de los soldados, hacían de estas batallas algo diferente a las que solían llevarse a cabo antes. Era realmente un gran estruendo que asustaba a sus adversarios.

Las “coronas de oro” pueden referirse a los vistosos turbantes que usaban los árabes. Algunos ven en la expresión “cabellos de mujer” al hecho de que estos soldados usaban el pelo largo, aunque esto no les restaba masculinidad. Los “dientes de leones” y las “corazas de hierro” muestran lo fiero de la batalla.

“El ángel del abismo” es una clara referencia a Lucifer. El enemigo de Dios y de su pueblo ha usado siempre a naciones y sus reyes contra el Señor. Podemos notar esto en Isaías 14 y Ezequiel 28, donde el rey de Babilonia y el de Tiro son identificados con Satanás. En este pasaje podemos identificar a este personaje con Otmán, quien a fines del siglo XIII acaudilló a los Turcos, formando un gran imperio. “Abadón” en hebreo y “Apolión” en griego, significa “el destructor” y es apropiado para este líder turco.

El primer asalto otomano contra las dominaciones del imperio oriental fue, según el historiador Gibbon, el 27 de julio del 1299, y es conocido como la batalla de Bafeo. Los “cinco meses”, o 150 días, debe ser entendido como 150 años, siendo que es una profecía de tiempo. Esta profecía llega entonces hasta el año 1449. La orden dada no era matar, sino atormentar por un tiempo definido, orden que cambia con la introducción de la sexta trompeta o el segundo “Ay”.

La 6ta. Trompeta

El primer ay pasó; he aquí vienen aún dos ayes después de esto. El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres (9:12-15).

Esta trompeta, pues, comienza en el año 1449, cuando culminan los 5 meses o 150 días o años. La orden es matar a la tercera parte de los hombres, o sea, la tercera parte del imperio romano, representada por la porción griega o bizantina.

Los cuatro ángeles, o mensajeros, representan los cuatro principales sultanatos árabes otomanos, a saber: Alepo, Iconio, Damasco y Bagdad. Estos “ángeles” fueron desatados para la hora, día, mes y año. Veamos el siguiente diagrama:

1 hora = (medio mes) 15 días
1 día = 1 año
1 mes = (30 días) 30 años
1 año = 360 años

Total = 391 años y 15 días

Comenzando con el 27 de julio del 1449, cuando los turcos otomanos llegaron al poder al triunfar en Bafeo, y añadiendo los 391 años y 15 días, llegamos al 11 de agosto de 1840. Exactamente en esa fecha, el sultán otomano entregó el poder a las potencias de Inglaterra, Austria y Prusia. 

Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí el número de ellos. Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre. Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca. Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas y con ellas dañaban. Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, aun no se arrepintieron de las obras de sus manos, para que no adorasen a los demonios, y a las imágenes de oro, y de plata, y de metal, y de piedra, y de madera; las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar. Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de sus fornicación, ni de sus hurtos (9:16-21).

Estos versos indican la fiereza de la guerra entre los griegos y turcos y luego las potencias aliadas que causaron la derrota de los turcos. El “fuego, humo y azufre” alude al uso de la pólvora en ese conflicto. Desolación y sangre fue el saldo de las guerras turco-cristianas.

Se indica que los soldados de a caballo eran 200 millones: tremendo ejército. El número es demasiado grande para un ejército a caballo. Algunos intérpretes creen que más bien es 2 veces 200,000, que aún es un inmenso ejercito. Otros creen que son todos los soldados que hubo durante los casi 400 años de la ocupación turca sobre los griegos. De todos modos la cifra indica un ejército inmenso, innumerable.

El segundo ay ha pasado, y la gente afectada no reconoció que, tras las invasiones y las guerras estaba la mano del Todopoderoso. Él permite estos conflictos para que la gente tema, se arrepienta y vuelva a Dios. Pero no hubo esa reacción positiva, más bien, el mundo continuó con su desobediencia y rebeldía contra Dios. Sobre todo la vil idolatría, renovada por el romanismo, se acrecentó.

En el imperio bizantino fue que se proliferó el uso de “íconos” o imágenes para el culto católico. Aunque estos indican que esas imágenes no se adoran y que esta referencia es a las estatuas y cuadros que usaban los paganos, lo cierto es que para Dios son aun más aborrecibles las figuras que hacen para su culto los que pretenden ser el pueblo de Dios, que las que realizan los paganos. ¿O es que acaso las imágenes católicas sí pueden ver, oír y caminar?.