Caída de babilonia

 

El Ángel del Capitulo 18

Y después de estas cosas vi otro ángel descender del cielo teniendo grande potencia; y la tierra fue alumbrada de su gloria. Y clamó con fortaleza en alta voz, diciendo: Caída es, caída es la grande Babilonia, y es hecha habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda aves sucias y aborrecibles. Porque todas las gentes han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites (18:1-3).

Este capítulo trae grandes esperanzas para la humanidad, pues muestra que el error y la maldad nunca serán supremos, pues Dios siempre ha contado con un pueblo fiel y lo hace portador de un mensaje oportuno para todos. Esta es la forma que abre el capítulo 18.

Vimos que ángel quiere decir “mensajero”. Este poderoso ángel representa a la misma entidad que está predicando en el mundo los tres mensajes del capítulo 14. Es el “Remanente” que se menciona como la última iglesia en Apocalipsis 12:18. Este ángel le da vitalidad al mensaje del tercer ángel. Así como el tercer ángel “siguió” a los otros dos, este ángel lleno de gloria sigue al tercero. Esa luz que abarca todo el globo terráqueo es el Espíritu Santo sobre los testigos de Cristo en los días finales.

Las Lluvias Tempranas y Tardías

El día de Pentecostés, Dios bendijo a su iglesia con el primer derramamiento del Espíritu Santo. El poder divino en los discípulos fue tal que sólo el primer día 3,000 almas fueron recibidas en la iglesia. El poder continuó y en unas décadas, Pablo pudo decir: “He llenado todo el mundo del Evangelio de Jesucristo.”

Esta fue la “lluvia temprana”, pero Dios ha prometido que la “lluvia tardía” será más abundante. Veamos el pasaje de Joel:

Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia arregladamente, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio… Y será que después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros ; viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones. Y aun también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días (Joel 2:23,28.29).

La lluvia temprana viene en el Medio Oriente para el mes de octubre, en el tiempo de la siembra. Esta ablanda el terreno para que la siembra de los cereales sea efectiva. Luego pasan algunos chubascos, hasta que llega la lluvia tardía para el mes de abril. Esta importante lluvia es necesaria para madurar los granos, ya que la siega es en el mes de mayo. De igual forma, el Espíritu Santo vino sobre la iglesia al comienzo de la siembra del Evangelio. Han venido varios buenos chubascos en diferentes épocas, cuando Dios ha usado a grandes reformadores para preservar la verdad bíblica, pero la gloria mayor aun aguarda, cuando el Espíritu Santo vendrá con poder sobre los creyentes alistados para madurar los granos para la cosecha que se avecina, que es la segunda venida de Cristo.

El enemigo de las almas ha hecho creer a la humanidad que esa manifestación ya ha llegado, con las famosas denominaciones pentecostales. Ya vimos en el capítulo de la bestia, como Satanás ha engañado al mundo con ”el fuego del cielo”, que no es otra cosa que el falso pentecostés. Después de casi un siglo, estos grupos “carismáticos” lo que han hecho es confundir más a la gente con sus falsos milagros y sus falsas lenguas. El mundo está listo para cuando venga el verdadero movimiento, entonces criticarlo y rechazarlo.

Este período es llamado “el fuerte pregón” o “fuerte clamor”. Este ángel ilumina toda la tierra “con su gloria”. El Espíritu Santo, mediante los sencillos hombres y mujeres miembros del Remanente, obrará grandes milagros, pero no de la forma falseada que se hace hoy los falsos ministros, con burdas imitaciones de los milagros bíblicos. Las falsas lenguas y los falsos milagros son hoy el plato del día. Estos agresivos predicadores de las iglesias babilónicas mantienen un férreo control sobre sus congregaciones, haciendo muy difícil llegar a ellos con el mensaje verdadero.

Los Pecados de Babilonia

Desde el 1844, cuando se comenzó a predicar los tres mensajes unidos, Babilonia se ha corrompido aun más. Bajo el símil de las “aves sucias y aborrecibles”, el texto nos lleva a todas las doctrinas falsas de la ramera y sus hijas. El romanismo ha seguido ofreciendo a todos de su vino corrompido. Su copa está llena de las enseñanzas y las prácticas más horribles del mundo pagano.

“Los reyes de la tierra” son los reyes, presidentes y gobernadores de todo el mundo, los cuales han apoyado a Roma con sus falsedades. Vemos como celebran el domingo pagano, como gastan fondos del pueblo en fiestas patronales, como el día de Navidad, año nuevo y viernes santo, así como otras fiestas son celebradas. Para recibir al papa, los gobernantes hacen un gran derroche de dinero. Mediante las órdenes monacales, la Iglesia Romana ha estado influen- ciando en la sociedad mundial. En esto, las iglesias protestantes no escapan, pues son fieles discípulos de su “madre”.

Los “mercaderes” son los ministros falsos, que aun usando la Biblia, mantienen sus congregaciones engañadas. Mediante la jeringonza que llaman “lenguas” mantienen cautivos a sus feligreses. Se pasan asustándolos con “las pailas del infierno”, mientras les arrullan con la falsa enseñanza de “el rapto”. Le toman su dinero para construir suntuosos templos y darse una buena vida.

Llamado Urgente de Dios

Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades (18:4,5).

Esto constituye uno de los llamados más solemnes de Dios. Él reconoce como su pueblo a las almas engañadas y manipuladas por los falsos pastores. Pronto las plagas destinadas para Babilonia han de caer sin mezcla de misericordia. Dios sabe que muchos sinceros están cautivos. Sabe que las cadenas del error los tienen atados. Pero mediante la predicación del mensaje del tercer ángel, reforzada por este otro ángel de Apocalipsis 18, los que son sinceros han de escuchar la voz de Dios. Así presenta Isaías estos momentos solemnes:

Y acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová por cabeza de los montes, y será ensalzado sobre los collados, y correrán a él todas las gentes. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos  enseñará en sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová (Isaías 2:2,3).

Las 7 plagas postreras son el castigo preliminar de Dios para el mundo impío. Vimos que lo único que nos librará de ese tiempo terrible será “el sello del Dios vivo”. Hoy la Iglesia Adventista está llevando a todos el mensaje cargado de las verdades más solemnes de la Palabra de Dios. Ella constituye ese ángel poderoso que proclama la advertencia divina. Ella llama ahora a todos los fieles cautivos de Babilonia a salir de la ciudad corrupta, antes de que las plagas comiencen a caer. El que quedare en Babilonia, con ella perecerá.

El resto del capítulo es una especie de poema que presenta detalles de la caída de Babilonia. Podemos hallar algo parecido en los capítulos 50 y 51 del libro de Jeremías. En estos pasajes se habla de la caída de la babilonia literal, que cautivó al pueblo de Judá. La historia se repite. Una nueva Babilonia es presentada como haciendo la misma obra que el cruel imperio del Éufrates.

Tornadle a dar como ella os ha dado, y pagadle al doble según sus obras; en el cáliz que ella os dio a beber, dadle a beber doblado. Cuanto ella se ha glorificado, y ha estado en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada reina, y no soy viuda, y no veré llanto. Por lo cual en un día vendrán sus plagas, muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque el Señor Dios es fuerte, que la juzgará (18:6-8).

El texto parece decir que los salvados descargan su odio por los perdidos, pero ese texto y los que siguen constituye un poema donde vemos los castigos de Dios sobre una humanidad corrompida que se ha solazado en sus errores y ha perseguido cruelmente a los hijos de Dios. El cristiano verdadero no tomará jamás la justicia en sus manos. Su vengador es el Santo de Israel.

Lo que resta del capítulo 18 es una especie de poema, muy parecido al capítulo 51 de Jeremías. Aquello es sobre la Babilonia literal, lo de Apocalipsis es sobre la Babilonia espiritual.

Y llorarán y se lamentarán sobre ella los reyes de la tierra, los cuales han fornicado con ella y han vivido en deleites, cuando ellos vieron el humo de su incendio, estando lejos por el temor de sus tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad de Babilonia, aquella fuerte ciudad; porque en una hora  vino tu juicio! (18:9,10).

Los primeros en lamentar la destrucción de la ramera son los gobernantes del mundo. La gran iglesia que apoyaron con sus leyes y que se convirtieron en sus instrumentos para sostener sus instituciones, fijar sus enseñanzas falsas y perseguir a los santos de Dios, ahora la contemplan destruida.

Esta es la segunda vez que se nos dice que “en un día” vinieron las calamidades sobre la ramera. Algunos eruditos ven en esto la duración de las plagas postreras. A razón de “día por año”, como hemos visto en varias profecías, esto equivale a un año. El texto de Isaías 34:8 puede corroborar esto: “Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión”. Es posible que “el día de Jehová” sea un año literal.

Y los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías: Mercadería de oro, y de plata, y de piedras preciosas, y de margaritas, y de lino fino, y de escarlata, y de seda, y de grana, y de toda madera olorosa, y de todo vaso de marfil, y de todo vaso de madera preciosa, y de cobre, y de hierro y de mármol; y canela y olores, y ungüentos, y de incienso, y de vino, y de aceite; y de flor de harina y trigo, y de bestias, y de ovejas, y de caballos, y de carros, y de siervos, y de almas de hombres. Y los frutos del deseo de tu alma se apartarán de ti; y todas las cosas gruesas y excelentes te han faltado, y nunca más las hallarás. Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido, se pondrán lejos de ella por el temor de su tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ay, ay aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, y de escarlata, y de grana, y estaba dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas (18:11-16)!

Ahora le toca el turno para lamentarse a los “mercaderes”. Estos son los ministros falsos que se han enriquecido por las enseñanzas y prácticas de la ramera. Su riqueza es material. Han trasquilado a sus ovejas. Les han sacado su dinero para gastarlo en lujos. Es común ver a ministros o “reverendos” que han hecho grandes fortunas con su religión. Hay quienes pregonan que hay que ser ricos, que somos príncipes y debemos vestir lujosamente.

Podemos notar que la mercadería de Babilonia incluye “almas de hombres”. Esta es su mercadería más preciada. Hay tantos seres humanos honrados y sinceros que están siendo engañados y manipulados, ¡Oh, si ellos tan sólo vieran lo que les espera! ¡Si ahora oyeran el llamado de Dios de salir de Babilonia! Han perdido tanto, pero hoy, antes que venga sobre la ramera y sus hijas la ira de Dios, tienen aún tiempo de abandonar a su suerte a Babilonia y unirse al Remanente del Señor.

Porque en una hora han sido desoladas tanta riquezas. Y todo patrón, y todos los que viajan en naves, y los marineros, y todos los que trabajan en el mar, se vieron lejos; y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? Y echaron polvo sobre sus cabezas; y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de aquella gran ciudad, en la cual todos los que tenían navíos en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; que en una hora ha sido desolada (18:17-19)!

El castigo a la ramera se presenta ahora como durando una hora. Como dijimos antes, una hora o media hora es un tiempo indefinido.

Lo que ha de destruir a Babilonia, la gran ramera, son las 7 plagas postreras. No todos los impíos morirán a la vez. Cada plaga afecta a una parte de la población mundial, aunque algunos pasarán por más de una plaga. De todos modos, un gran número de los pobladores del mundo podrá sostenerse en medio de la desolación de la ira de Dios. Sabemos eso porque al venir Jesús, luego de la séptima plaga, aún habrá gente impía en la tierra.

Generalmente, cuando una ciudad comienza a ser devastada algunos logran huir. El cuadro que presenta este capítulo es de gente que de lejos contempla la caída de una gran ciudad, en este caso, la Babilonia espiritual.

Como se habló de los gobernantes y los mercaderes o ministros falsos, los marineros y los que viajan en barcos representan al resto de la población, puesto que los mares son símbolo de naciones.

Alégrate sobre ella, cielo , y vosotros, santos apóstoles, y profetas; porque Dios ha vengado vuestra causa en ella. Y un ángel fuerte tomó una piedra como una grande piedra de molino, y la echó en el mar, diciendo: Con tanto ímpetu será derribada Babilonia, aquella grande ciudad, y nunca más será hallada. Y voz de tañedores de arpas, y de músicos, y de tañedores de flautas y de trompetas, no será más oída en ti; y todo artífice de cualquier oficio, no será más hallado en ti, y el sonido de muela no será más en ti oído: Y luz de antorcha no alumbrará más en ti, y voz de esposo ni de esposa no será más en ti oída; porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra; porque en tus hechicerías todas las gentes han errado (18:20-23).

Los justos experimentan la satisfacción de saber que Dios ha sido su vengador. Han sufrido a causa de la persecución de parte de la ramera y ahora contemplan su caída final. Las “hechicerías” son todas las doctrinas paganas y las prácticas del romanismo. Ella ha embriagado con su vino a todo el mundo.

Y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra (18:24).

Al apóstata Israel Cristo lo culpa de la muerte de todos los mensajeros de Dios. Ahora hace lo mismo con la iglesia apóstata. Los capítulos 15, 16 y 19 darán más detalles sobre el castigo final de la Ramera.