Fin del juicio

 

Las Copas de la Ira de Dios

Y vi otra señal en el cielo, grande y admirable, que era siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas es consumada la ira de Dios (15:1).

Las plagas son el castigo preliminar de Dios para la raza humana que ha despreciado su amonestación. Decir “ira de Dios” es un antropomorfismo, pero es la única forma que el escritor tiene para describir el descontento del Señor por la conducta del hombre. Este período de tiempo es descrito en la Biblia de diversas maneras: “El Tiempo de Angustia”, “La Gran Tribulación”, “El Día de Jehová”, “El Día de la Ira de Jehová” y “El Día del Señor”. Comprende el tiempo que media entre el fin del tiempo de gracia y la segunda venida de Cristo.

Y vi así como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, y de su imagen, y de sus señal, y del número de su nombre, estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios (15:3).

En el capítulo 14 vimos a los 144,000 con el Cordero “sobre el monte de Sión”, indicando que comparten el gobierno con Cristo. Ahora vemos a todos los salvados, “los 144,000” y “la gran multitud”, que están “sobre el mar de vidrio”, listos a entonar su canto de victoria. Ellos han vencido sobre los agentes del mal, representados por “la bestia” (el papado y el catolicismo romano) y “su imagen” (el protestantismo apóstata). Han sido leales a la Palabra de Dios y ahora tienen derecho a la recompensa que Dios tiene para los fieles. Esta escena es mas bien un adelanto de la gran victoria de los hijos de Dios.

Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu nombre?, porque tú sólo eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán, y adorarán delante de ti, porque tus juicios son manifestados (15:3,4).

Ya vimos en el capítulo 14 que los 144,000 entonan su canto especial. Ahora, todos los salvados que han sido victoriosos, entonan, acompañados de las arpas, el Cántico de Moisés. Al salir del mar Rojo y ver la destrucción de sus enemigos, Moisés y el pueblo entonaron este cántico:

Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente, echando en el mar al caballo y al que lo subía. Jehová es mi fortaleza, y mi canción, y me ha sido por salvación: Este es mi Dios, y a este engrandeceré; Dios de mi padre, y a este ensalzaré. Jehová, varón de guerra; Jehová es su nombre. Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo. Y con la grandeza de tu poder has trastornado a los que se levantaron contra ti: Enviaste tu furor; los tragaste como a hojarasca. ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en loores, hacedor de maravillas? Caiga sobre ellos temblor y espanto; a la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová, hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste. Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has aparejado, oh Jehová; en el santuario del Señor, que han afirmado tus manos. Jehová reinará por los siglos de los siglos (Éxodo 16:1-3,6,7,11,16-18).

Además del cántico de Moisés, los salvados entonarán el cántico del Cordero, cuya letra, en parte, contiene el texto. Para saber estos cantos es necesario que estemos allí.

El Fin del Juicio

Y después de estas cosas miré, y he aquí el templo del tabernáculo del testimonio fue abierto en el cielo; y salieron del templo siete ángeles, que tenían siete plagas, vestidos de un lino limpio y blanco, y ceñidos alrededor de los pechos con bandas de oro. Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive para siempre jamás. Y fue el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su potencia; y ninguno podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles (15:5-8).

Aquí se describe el fin del juicio pre-advenimiento. Es interesante visualizar una vez más la certeza de que hay un santuario en el cielo y que es “el verdadero tabernáculo, que el Señor asentó y no hombre”. Esto es claro, pues Juan usa exactamente el nombre que aparece en el Antiguo Testamento: “el Tabernáculo del Testimonio”. Desde el 1844 se está llevando a cabo este juicio, que comenzó con los muertos y que pronto pasará a los vivos. Luego que cada caso sea juzgado, Cristo dirá: “Hecho es” y culminará el tiempo de gracia. Entonces se cumplirá lo dicho por el profeta Sofonías: “Congregaos y meditad, gente no amable, antes que se ponga en vigor el decreto, y el día se pase como el tamo: antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehová, antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros” (Sofonías 2:1,2). Este “decreto” lo hallamos en Apocalipsis 22:11: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es sucio, ensúciese todavía; y el que es justo, sea todavía justificado; y el santo sea santificado todavía”. Sabemos que este es el decreto que se dará una vez el juicio termine, porque el texto siguiente menciona que Cristo vendrá con “el galardón” para todos.

Juntamente con el fin del tiempo de gracia, termina el ministerio del Espíritu Santo. Esta Persona divina tiene ahora la misión de conducir los pecadores al arrepentimiento y lograr el éxito del Evangelio. Pero una vez el juicio dé su fallo, ya la misión del Espíritu habrá culminado y se retirará de los impenitentes.

Juntamente con el fin del ministerio del Espíritu Santo. La iglesia remanente habrá culminado su obra de predicación del último mensaje de misericordia y se aprestará para aguardar a su Señor

Los justos tendrán que vivir en el tiempo de las plagas sin intercesor, lo que hace tan vital ahora la preparación para el tiempo de angustia. La “lluvia tardía” habrá hecho la obra en los santos vivientes. Ya todos estarán sellados para salvación.

El profeta Daniel describe este momento: En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces: mas en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro (Daniel 12:1).

Ya vimos que Miguel es Cristo. Su levantamiento indica el fin de su ministerio sacerdotal. Los libertados del tiempo de angustia son los que “se hallaren escritos en el libro”, obvia referencia al “libro de la vida”.

En el tema del Santuario vimos que en el juicio investigador, que se está llevando a cabo en el cielo desde el 1844, se están juzgando los nombres de todos los inscritos en el libro de la vida. Los que de los vivos finalmente salgan airosos del juicio, constituirán los 144,000: el grupo que dará la bienvenida al Cristo victorioso en su manifestación. También formarán parte de ese grupo, como ya vimos, los que sean levantados en la resurrección parcial, un poco antes del advenimiento del Salvador, que, para los efectos, serán parte de los 144,000. Juntos formarán una inmensa nube que se levantará a recibir al Señor en los aires, y tras ellos, la gran multitud, compuesta de los millones de resucitados a la final trompeta, cuyos nombres también quedaron inscritos en el libro de la vida.