144.000

 

Los 144,000

Hasta aquí hemos visto algunas de las más trascendentales profecías del Apocalipsis. Ahora nos enfrentamos a una profecía singular. Contiene el mensaje más contundente que jamás se ha predicado en el mundo. En medio de la confusión religiosa de hoy, Dios ha dado a la humanidad este regalo maravilloso: el mensaje final para el mundo.

Y miré y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes (14:1).

Ya en el capítulo 7 vimos quienes eran los 144.000. Ahora los vemos con Cristo sobre el monte de Sión. Cuando explicamos el capítulo 12, vimos que el monte de Sión es el mismo “monte del Testimonio” o “monte de Dios”. También vimos que este lugar representa el centro del gobierno de Dios y también estudiamos como Satanás ambiciona reinar allí. Aquí vemos que este grupo singular está con el Señor en ese monte, lo que es indicio de que ya están reinando, victoriosos con el Cordero. Recordemos que este grupo lo componen todos los salvados que estén vivos cuando Cristo venga. Ellos serán los primeros que se levantarán a encontrarse con Jesús en los aires.

Los siguientes versos nos hablan de las características y de los privilegios de este grupo singular. ¿No sería oportuno que tratáramos, con la ayuda del Espíritu Santo, emular esa forma de ser de este grupo? Ese es nuestro privilegio.

Y oí una voz del cielo como ruido de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno: y oí una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas, y cantaban como un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro animales, y de los ancianos: y ninguno podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil, los cuales fueron comprados de entre los de la tierra (14:2,3).

Este cántico es muy especial: es el canto de victoria de los 144.000. Sólo ellos pueden cantarlo, pues es el cántico de su experiencia. Ellos son redimidos, escogidos de entre todos los de la tierra. Es de veras un privilegio incomparable vivir en este tiempo y poder compartir con todos este mensaje precioso. Justamente lo que hace tan maravilloso vivir en este tiempo es poder visualizar como el mensaje de “la verdad presente” se abre paso en medio de un mundo tan confundido. El mensajero de Dios dijo a Daniel que no todos entenderán, “pero entenderán los entendidos” (Daniel 12:10). Es indescriptible el gozo que siente aquel que descubre la verdad en este tiempo. Veremos más adelante cuanto abarca este mensaje.

Estos son los que con mujeres no fueron contaminados; porque son vírgenes. Estos. Los que siguen al Cordero por dondequiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero (14:4,5).

Las mujeres aquí mencionadas representan las iglesias caídas que forman Babilonia. Más adelante daremos más detalles sobre esto. El hecho que diga que son “vírgenes” ha hecho creer que son hombres que nunca se han casado, como si entrar en el matrimonio fuese pecado. Es cierto que Pablo indica que es ideal estar célibe, por tener más tiempo para dedicar a Dios y su obra, pero él mismo dice que “es mejor casarse que quemarse”. El celibato es bueno cuando el hombre o la mujer tienen “don de continencia”, que significa que no sienten deseo sexual. Pero el celibato impuesto, que rige en el catolicismo es incorrecto. Un hombre puede ser casado y ser un excelente sacerdote. Concluimos, pues, que los seres humanos “vírgenes” que menciona el texto indica personas que no se han contaminado con las doctrinas y prácticas de las iglesias que se han apartado de la Palabra de Dios.

Lo que estos textos dicen sobre los 144,000, es tan maravilloso que nos estimulan a querer ser parte de ese grupo especial. Ellos “siguen al Cordero por dondequiera que fuere”, lo que significa una vida de servicio al prójimo, de obras ejemplares, de fe inquebrantable. Significa ser como Cristo, tener el carácter de Cristo. Son su pro- piedad. Seres que han escogido ser siervos incondicionales del Maestro. Dios necesita esta clase de personas hoy.

Los siguientes versos presentan el mensaje que ese grupo singular está predicando hoy.

El Primer Mensaje

Y vi otro ángel volar por el medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo (14:6).

El mensaje final de Dios está dividido en tres. “Ángel” significa “mensajero”, así que, estos tres ángeles representan un mensaje trino que hoy están presentando al mundo el grupo que forma la Iglesia Remanente, o última iglesia de la profecía. Este mensaje resalta el “Evangelio eterno”. “Evangelio” significa “buenas noti- cias”. Esas buenas noticias son que la raza humana ha sido redimida. La sangre derramada por Cristo en el Calvario es suficiente para limpiar a todo aquel que lo acepte como su Salvador. El Evangelio tiene que ver con la justificación por la fe. ¿Y qué es esta doctrina que tantas controversias ha provocado a través de los siglos?

Satanás tiene el arte de complicar lo que es sencillo. La justicia por la fe es una obra de Dios. Nosotros no tenemos que ver nada con ella, excepto que somos la causa de que Dios la haya creado. Desde los tiempos de la eternidad, la Divinidad formuló el plan de salvación, que requería que uno de ellos se hiciera hombre, conviviera con el hombre y muriera para salvar del pecado al hombre. Conocemos a esa persona: es Jesucristo.

Pablo dice: “Más venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, hecho de mujer.” (Gálatas 4:4) “Hecho de mujer” significa “hacerse humano”. Jesús tomó una humanidad con 4,000 años de experiencia con el pecado. Él pudo pecar, como hombre, pero vivió una vida de constante dependencia del Padre. Se pasaba horas enteras orando a Dios. Los medios que Cristo usó para mantenerse leal al Padre, son también nuestros. En Cristo podemos ser “más que vencedores”.

El Evangelio no es solamente el perdón de nuestros pecados pasados, es también gracia abundante para afrontar nuestra vida futura. El ideal del Cielo es que los salvados por Cristo no pequen más. Pero Dios, conociendo nuestra debilidad natural (Génesis 6:5), nos ofrece el Espíritu Santo, como un padre da un regalo a su hijo. Es el Espíritu el que guía nuestros pasos por este mundo de maldad. Si pecamos, y “no hay hombre que no peque” (1 Reyes 8:46), “Abogado tenemos para con el Padre: a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).

Cristo vivió una vida sin pecado, por lo tanto no podía morir. Pero murió, no por pecados suyos, sino por los nuestros. Esto es un concepto único, ya que las religiones orientales siempre han enseñado que en el hombre está la capacidad de regenerarse a sí mismo. La justicia por la fe enseña que nadie puede salvarse a sí mismo. Que hay que recurrir a una fuerza externa. Esto es el Evangelio de la gracia de Dios.

La vida perfecta que Jesucristo vivió está dispuesta a ser aplicada a cada ser humano que acepte las provisiones del plan de salvación. Ya no hay razón alguna para que estemos cargando con un sentimiento de culpabilidad. Cristo llevó todas nuestras cargas a la cruz. Si Él ya pagó por nuestros pecados, estamos libres. Dios nos declara justos, no por justicia que hayamos obrado, sino por la justicia que Cristo vivió. Es por eso que Pablo dice que “seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10). Como dije antes, no es suficiente aceptar el Evangelio. Tenemos que seguir dependiendo de Dios y de su gracia para vivir en obediencia a los preceptos divinos. Dios graba en nuestros corazones sus mandamientos. Su Espíritu nos guía, pues somos posesión de Dios.

El texto dice que estos 144,000 “son sin mácula” delante del trono de Dios. Estos salvados han recibido la “lluvia tardía” o sea el segundo derramamiento del Espíritu Santo; han sido perseguidos por los enemigos de la verdad y la justicia; han guardado la ley de Dios cuando el mundo la creyó abolida; han pasado por el tiempo de angustia sin mediador. Ahora Cristo los contempla y dice: “Helos aquí, santos e inmaculados”. Ninguno de ellos se atribuye la victoria, esta es sólo de Cristo, pero ellos se han ofrecido como siervos de Aquel que dio su vida por salvarlos. Son victoriosos con Él. Ahora el vidente los contempla unidos al Cordero sobre el monte de Sión. Ya nada ni nadie los podrá separar del Cristo que han amado y servido. Toda la gloria es para Él.

Diciendo en alta voz: Temed a Dios y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas (14:7).

Esto es parte del primer mensaje. No sólo se ha de predicar el Evangelio eterno, sino incluir en este mensaje el comienzo del juicio. Vimos en el capítulo del Santuario que, al final de los 2,300 años de Daniel 8:14, el santuario había de ser purificado, y que esto significa una obra de juicio. La fecha es el 1844. En esa fecha se abrió el tribunal del cielo y todos los escritos en el libro de la vida han de ser juzgados. Vimos también que el juicio comenzó en esa fecha con los muertos y que pronto continuará con los vivos.

Jamás grupo religioso en el mundo había predicado el tema del juicio como habiendo ya comenzado. Todos hablaban del juicio final o el juicio venidero. No lo hicieron porque no tenían autorización bíblica para hacerlo. Pero en el 1844, luego de cumplirse la profecía, surgió un grupo que sí predicó sobre el tema y sigue aún predicándolo. Me refiero a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Este mensaje es muy solemne. Es necesario que acudamos a nuestro Abogado ahora. Cuando nuestro nombre sea llamado, Él ha de responder por nosotros. Este Abogado ideal jamás ha mentido. El Padre nos declara limpios, perfectos, santos sólo a través de Cristo. ¡Gloria a su nombre!

El ingrediente final del primer mensaje, lo cual mueve al ser humano a honrar a Dios, es el hecho de que Él es el Creador. Desde mediados del siglo pasado se ha estado enseñando en las escuelas y universidades la teoría de la evolución, que saca a Dios del escenario humano y pretende que la vida animal que culmina con el hombre surgió por una cadena evolutiva hace millones de años.

El primero que destacó esta teoría fue Carlos Darwin. Su libro El Origen de la Especies por Selección Natural salió a la luz en el 1842. Aunque el autor señala a animales que son “especies de creación”, sus discípulos descartan por completo la creación por Dios. En cuanto al hombre, ellos enseñan que es fruto de la evolución desde los antropoides. El antepasado del hombre lo llaman el “eslabón perdido” y lo más grande es que sigue perdido, como son perdidos los que enseñan tal teoría.

Los científicos más serios dicen que el orden que hay en la creación es tal que requiere un arquitecto o diseñador. Hoy abundan los científicos creacionistas, los cuales son firmes creyentes en la Biblia. Nosotros creemos que el primer hombre no era como los pintan los evolucionistas: un ser jorobado, peludo, parecido más a un gorila. Si Dios lo hizo a su imagen, entonces el hombre era sumamente hermoso e inteligente. La prehistoria no existe. Todo es historia. Sabemos de los primeros pobladores de este planeta por la Biblia. Aunque vivían en cavernas y vestían de pieles, eran muy hermosos y aptos. Todo cristiano que ama la Biblia jamás podrá creer que existimos por la casualidad y rendiremos honor y gloria a Aquel que nos creó.

El Segundo Mensaje

Y otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, aquella grande ciudad, porque ella ha dado a beber a todas las naciones del vino del furor de sus fornicación (14:8).

Notemos que dice “le siguió”, lo que es indicio de que el segundo mensaje no hace caducar al primero, más bien se une a él.

“Babilonia” aquí es un nombre simbólico. El imperio de Babilonia ya no existía en los días de Juan. Esta ciudad fue edificada sobre lo que fue la torre de Babel, donde Dios confundió los lenguajes de la gente y desistieron de terminar la torre y fueron esparcidos sobre la faz de la tierra.

El nombre “Babilonia” significa “confusión” y denota el cambio que sufrió la iglesia de Cristo, luego de la desaparición de los apóstoles. Los dirigentes de la iglesia comenzaron, gradualmente a adoptar prácticas del paganismo. Pronto las enseñanzas sencillas de Cristo se vieron contaminadas con doctrinas grecorromanas.

Por diez siglos esa iglesia corrompida reinó en el mundo, hasta que la Reforma sacó a la luz sus errores. La iglesia romana continuó con sus dogmas paganos, pero las iglesias reformadas no limpiaron completamente el cristianismo. Ellas siguieron algunas de las doctrinas y prácticas del romanismo. Por eso es que en Apocalipsis 17, se menciona a la ramera (Babilonia) y a sus hijas, que son las iglesias protestantes. Todas han bebido de su “vino” que representa la causa del adulterio del catolicismo: La doctrinas falsas.

Ese sistema falso de religión, mezcla de paganismo y judaísmo, ha caído. Ya no disfruta del agrado de Dios. Está presto a ser destruido por las 7 plagas postreras. (Veremos más detalles sobre lo que es Babilonia y su destino final cuando hablemos de los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis.)

Es con dolor que muchas veces tenemos que denunciar los pecados de Babilonia, porque sabemos que hay muchos cristianos sinceros en las filas de estas iglesias. Pero no podemos abandonar este mensaje. Tenemos que decirlo tal y como está escrito. Sólo esperamos que esos sinceros creyentes abran sus ojos y salgan a tiempo de esas iglesias caídas.

El Tercer Mensaje

Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora a la bestia y su imagen, y toma la señal, en su frente o en su mano, este también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero: y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran a la bestia y su imagen no tienen reposo día ni noche, ni cualquiera que tomare la señal de su nombre. (14:9-11).

El hecho que diga “los siguió” nuevamente, el Señor establece que este tercer mensaje va unido a los tres anteriores. Cuando usamos la frase “El Mensaje del Tercer Ángel”, nos estamos refiriendo a los tres mensajes como un todo.

Como el mensaje del primero, este ángel predica “en alta voz”, lo que denota la firmeza con que debe predicarse el mensaje. No es susurrando, no es con voz débil, sino con la fuerza que el mensaje demanda. El tiempo de tanta confusión que vivimos hoy exige a los del Remanente que hagan su trabajo con urgencia. El tiempo es demasiado corto para ocultar o suavizar el mensaje.

La orden que da el Señor es que desenmascaremos el poder del Anticristo, pero no sólo al papado y el romanismo, sino que tenemos que incluir a la “imagen” de la bestia, que es el protestantismo: todas las iglesias que se han apartado de un “Así dice Jehová” y lo han cambiado por “mandamientos de hombres”. Es importante recalcar la obra que hoy realizan las iglesias evangélicas o protestantes. Ellas han tomado la batuta en defender las doctrina de Roma.

El mensaje reprocha a los que toman “la marca de la bestia”, que ya vimos claramente que tiene que ver con la observancia del domingo, que vio la luz en Roma , pero que los protestantes lo han adoptado. Este mensaje nos lleva implícitamente a hacer resaltar el Sábado bíblico. El domingo ha de ser impuesto por la bestia de dos cuernos: los Estados Unidos de Norteamérica. Ya lo vimos anteriormente. De esta nación saldrá el decreto haciendo de la observancia del 1er. día de la semana una obligación. Será lo que finalmente trace la línea de demarcación entre los que sirven a Dios y los apóstatas.

La sentencia “el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás” y el castigo de ser “atormentados con fuego y azufre” indica el castigo final a los desobedientes luego del milenio. No quiere decir, como muchos dicen, que estarán ardiendo en el fuego por toda la eternidad, sino que, como “Sodoma y Gomorra, y las ciudades comarcanas”, sufrieron “el juicio del fuego eterno”, así los impíos habrán de ser castigados a la postre. (Hablaremos con más detalles en el capítulo de “El Milenio”.)

La Iglesia Remanente

Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (14:12).

Luego de terminar con la proclamación de los 3 ángeles, Dios muestra al pueblo que está ahora predicando “a toda nación y lengua y pueblo” este precioso mensaje. No cabe la menor duda. “Aquí están”, aquellos que la profecía señala como el Remanente. “Aquí están” exaltando los mandamientos de Dios. “Aquí están”, mostrando a todos el Sábado de Jehová. “Aquí están”, diciendo valientemente al mundo que Cristo se acerca. Aquí están los Adventistas del Séptimo Día con el mensaje final de Dios para el mundo.

A los que insisten que los mandamientos no pueden ser guardados; Dios les está diciendo: “Aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Porque la divina ley del Todopoderoso no puede observarse sin “la fe de Jesús”. Esta es una fe especial, la fe que se agarra de Cristo, que depende de su gracia. Es la fe que nos viste con el manto de justicia de Cristo. Es la fe que nos da poder para resistir al mal. Dios quiere que todos los profesos hijos suyos vean la correcta combinación: “los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”

Una Clase Especial

Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados los muertos que de aquí adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansarán de sus trabajos; porque sus obras con ellos siguen (14:13).

Este verso tiene un significado muy especial. Es una bienaventuranza que va hacia los muertos. Pero no a todos los muertos. Ni siquiera a todos los que han muerto en Cristo. Va dirigida a los que han muerto “de aquí en adelante”. Está hablando de un tiempo específico. No puede ser meramente el tiempo de Juan, pues entonces, ¿qué será de los que murieron antes de él? Obviamente, el contexto nos lleva a los que han muerto “en el Señor” después del 1844, año en que se comenzó a predicar de lleno “el mensaje del tercer ángel”. Esto nos lleva a estudiar Daniel 12:2: “ Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados; unos para vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetuas.” Tenemos que mirar el texto nuevamente. Está hablando de una resurrección donde hay buenos y malos, No se puede referir la 1ra. resurrección que se ha de verificar cuando Jesús regrese, puesto que en esa sólo resucitarán “los muertos en Cristo” (1 Tesalonicenses 4:16). Tampoco puede referirse a la segunda resurrección, la cual está formada por “los otros muertos” que se han de levantar después que pase el milenio (Apocalipsis 20:1-6).

Es claro entonces que aquí se está hablando de otra resurrección. ¿Cuándo sucederá? Un poco de tiempo antes del regreso de Jesús. Le llamaremos la resurrección parcial. ¿Qué impíos tomarán parte en esta? Apocalipsis 1:7 dice que Jesucristo viene por segunda vez, y que, además de los justos, lo verán “los que le traspasaron”, o sea, los que tuvieron parte activa en su juicio y ejecución. ¿De dónde sacamos esto?

Veamos estos textos en Mateo 26, relacionados con el juicio de Cristo ante el Sanedrín: “Respondiendo el pontífice, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si tú eres el Cristo, Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho: y aun os digo, que desde ahora habéis de ver al Hijo del Hombre sentado a la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo” (versos 63,64). Notemos que estos que juzgaron a Cristo le tienen que ver en dos ocasiones: Sentado a la diestra de Dios y en su segunda venida. Para que puedan contemplar “al que traspasaron”, tienen antes que resucitar. En este grupo estarán también Judas Iscariote, el que lo vendió; Poncio Pilatos, que lo entregó al populacho para ser crucificado y los soldados que le escarnecieron y torturaron.

El texto de Daniel 12:2 dice que estos resucitarán “para vergüenza y confusión”, o sea, que no van a sufrir lo que para el resto de los impíos es la “muerte segunda”. La gloria de la venida de Cristo, que destruirá a los impíos que estén vivos, también matará a este grupo. Pero les espera lo peor: tienen que verlo “sentado a la diestra de Dios”.

Luego de pasado el milenio, cuando “los otros muertos”, (los impíos), resuciten, estos también resucitarán; y cuando el fuego de Dios cause la “muerte segunda” para los impíos, para este grupo será una tercera muerte.

Habiendo esclarecido quienes componen los impíos en esa resurrección parcial, veamos quienes serán los que han de resucitar “para vida eterna”. El texto de Apocalipsis 14:13, que ya vimos, habla de una bienaventuranza para los que hayan muerto luego del 1844, en la fe del mensaje del tercer ángel. Estos resucitarán un poco de tiempo antes que el Señor venga y se unirán a los 144,000 santos vivientes. Pasarán con ellos la última parte de la tribulación final. ¿Por qué? El texto que estamos considerando dice de estos justos que “sus obras con ellos siguen”. Dios los contará con los 144,000. Así que, mi hermano, eres valioso para Dios aunque hayas muerto. Él no te privará de los privilegios de ese grupo especial.

CIERRE DEL TIEMPO DE GRACIA 1844

GRAN MULTITUD 144,000

Los 144,000 están siendo sellados desde el 1844. Cada fiel ha estado dispuesto a predicar el mensaje final de Dios sin importar las consecuencias. Si Cristo hubiera venido en el 1888, los que estaban vivos eran los 144,000. Si hubiera venido en el 1960, aquellos fieles vivos hubieran pertenecido a este grupo selecto. Agradezcamos a Dios que el Señor ha tardado; así nosotros, que vivimos en este tiempo solemne, tenemos la oportunidad de ser de ellos. La muerte no hará diferencia alguna.

La Segunda Venida de Cristo

Y miré, y he aquí una nube blanca, y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda. Y otro ángel salió del templo, clamando en alta voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz y siega: porque la  hora de segar te es venida, porque la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada (14:14-16).

¡Qué hermoso es contemplar a Aquel que hemos estado anunciando! La Iglesia Remanente ostenta, desde el 1860, el nombre de “Adventista del Séptimo Día”. Ese nombre tiene la aprobación del cielo. Ser Adventista es creer, enseñar y aguardar el advenimiento del Salvador.

Que nadie se equivoque: Ser adventista no significa seguridad de salvación. Cada uno, individualmente, tiene la responsabilidad de buscar su salvación, acto que ya hizo Cristo por todos. Cristo no viene a buscar una iglesia en específico, sino a individuos que han aceptado a Cristo y han hecho su voluntad. Seres que han sido victoriosos en esta lucha final contra el error y el pecado. Pero eso no quiere decir que Dios no cuente con un pueblo que él ha escogido y que está hoy predicando por todo el mundo el mensaje final. Una iglesia que se ha mantenido leal a la Palabra de Dios.

Dios cuenta, en cada iglesia o denominación, aun entre los no cristianos, personas que están haciendo, según lo que han conocido, la voluntad del Señor. A estos Él los llama “pueblo mío”, aunque no han conocido la plenitud de la verdad. A más conocimiento, más responsabilidad. Dios pedirá cuentas a aquellos que pretenden ser su pueblo, pero que le representan mal ante el mundo pecador. Esto no es excusa para nadie de ser indiferente a las verdades de la Biblia. Dios también tendrá en cuenta a los que, teniendo la oportunidad, no buscaron esas verdades liberadoras de su palabra y estuvieron conformes con lo que los ministros falsos le han enseñado. Pero son justamente esos ministros, falsos pastores, los que tendrán que dar cuenta de su actitud ante el Dios del universo.

En los textos que estamos considerando vimos la fase de la siega, que indica el arrebatamiento de los justos, tanto los 144,000 vivientes, como “la gran multitud” de salvados resucitados al momento del advenimiento de Cristo. Veamos ahora la otra fase.

Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y otro ángel salió del altar, el cual tenía poder sobre el fuego, y clamó con gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra; porque están maduras sus uvas. Y el ángel echó su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó la uva en el grande lagar de la ira de Dios. Y el lagar fue hollado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos por mil y seiscientos estadios (14:17-20).

Aquí se nos presenta la segunda fase, la de la vendimia. Esto simboliza la destrucción de los impíos que estén vivos en ocasión del segundo advenimiento de Jesucristo. Esto es otro golpe para la doctrina del “rapto”. Cristo hará diferencia entre los dos grupos bien definidos. Cristo dijo: “el que no está conmigo, contra mí es; el que conmigo no recoge, desparrama.” Por lo tanto no habrá una segunda oportunidad para nadie. Este concepto entronizado en los que enseñan el supuesto rapto es el más peligroso, pues hace a los creyentes presa de una falsa seguridad. Pablo hace claro que …cuando se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales  serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor y por la gloria de su potencia, cuando viniere para ser glorificado en sus santos. Y a hacerse admirable en aquel día en todos los que creyeron (2 Tesalonicenses 1:7-10).

Más claro y completo que este pasaje, ninguno otro en la Escritura sagrada. Léalo otra vez, amigo. Es un baluarte contra los que están engañando al mundo indicándoles que Jesús vendrá a llevarse su iglesia en secreto. Los que dicen que en su venida, los impíos no verán su gloria. Los que te enseñan que si no te vas en el supuesto “rapto”, tendrás otra oportunidad para salvarte.

El hermoso y anhelado momento de la segunda venida de Cristo culmina este maravilloso mensaje de los tres ángeles. Una forma de Dios anunciar que su pueblo, en los últimos días de la historia de este mundo, habrá de predicar con énfasis la doctrina del segundo advenimiento del Salvador.