Misterioso anuncio en la pared

 

MISTERIOSO ANUNCIO EN LA PARED. (5.5-12)

La mano divina escribiendo sobre la pared. (1.5)

Pronto el Huésped no invitado hizo sentir su presencia. Al llegar el desenfreno a su apogeo, apareció una mano sin sangre y trazó en las paredes del palacio, con caracteres que resplandecían como fuego, palabras que, aunque desconocidas para la vasta muchedumbre, eran un presagio de condenación para el rey y sus huéspedes, ahora atormentados por su conciencia. Acallada quedó la ruidosa alegría, mientras que hombres y mujeres, dominados por un terror sin nombre, miraban cómo la mano trazaba lentamente los caracteres misteriosos. Como en visión panorámica desfilaron ante sus ojos los actos de su vida impía; les pareció estar emplazados ante el tribunal del Dios eterno, cuyo poder acababan de desafiar. Donde tan sólo unos momentos antes habían prevalecido la hilaridad y los chistes blasfemos, se veían rostros pálidos y se oían gritos de miedo. Cuando Dios infunde miedo en los hombres, no pueden ocultar la intensidad de su terror.” P.R. 385

El rey se llena de terror y llama a sus sabios para interpretar la escritura.

“Belsasar era el más aterrorizado de todos. El era quien llevaba la mayor responsabilidad por la rebelión contra Dios que había llegado esa noche a su apogeo en el reino babilónico. En presencia del Vigía invisible, representante de Aquel cuyo poder había sido desafiado y cuyo nombre había sido blasfemado, el rey se quedó paralizado de miedo. Su conciencia se despertó. "Desatáronse las ceñiduras de sus lomos, y sus rodillas se batían la una con la otra." Belsasar se había levantado impíamente contra el Dios del cielo, y había confiado en su propio poder, sin suponer siquiera que alguno pudiera atreverse a decirle: ¿Por qué obras así? Ahora comprendía que le tocaba dar cuenta de la mayordomía que le había sido confiada, y que no podía ofrecer excusa alguna por haber desperdiciado sus oportunidades ni por su actitud desafiante. En vano trató el rey de leer las letras ardientes. Encerraban un secreto que él no podía sondear, un poder que le era imposible comprender o contradecir. Desesperado, se volvió hacia los sabios de su reino en busca de ayuda.” P.R. 386
Promete una gran recompensa económica y política.

“Su grito frenético repercutió en la asamblea, cuando invitó a los astrólogos, caldeos y adivinos a que leyesen la escritura. Prometió: "Cualquiera que leyere esta escritura, y me mostrare su declaración, será vestido de púrpura, y tendrá collar de oro a su cuello; y en el reino se enseñoreará el tercero." P.R. 386
Los sabios no pudieron leer la escritura.

“Pero de nada valió la súplica que dirigió a sus consejeros de confianza ni su ofrecimiento de ricas recompensas. La sabiduría celestial no puede comprarse ni venderse. "Todos los sabios del rey… no pudieron leer la escritura, ni mostrar al rey su declaración." Les era tan imposible leer los caracteres misteriosos como lo había sido para los sabios de una generación anterior interpretar los sueños de Nabucodonosor.” P.R. 386
a) El hombre carnal no entiende los misterios de Dios.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las cosas, sin que él sea juzgado por nadie. ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién lo instruirá? Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.” 1 Cor. 2.14

La reina propone una solución.

“Entonces la reina madre recordó a Daniel, quien, más de medio siglo antes, había dado a conocer al rey Nabucodonosor el sueño de la gran imagen y su interpretación. Dijo ella: "Rey, para siempre vive, no te asombren tus pensamientos, ni tus colores se demuden: En tu reino hay un varón, en el cual mora el espíritu de los dioses santos; y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como ciencia de los dioses: al cual el rey Nabucodonosor… constituyó príncipe sobre todos los magos, astrólogos, Caldeos, y adivinos: por cuanto fue hallado en él mayor espíritu, y ciencia, y entendimiento, interpretando sueños, y declarando preguntas, y deshaciendo dudas, es a saber, en Daniel; al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese pues ahora a Daniel, y él mostrará la declaración.” P.R. 387