Condenación de la gran ramera

 

La Gran Ramera

El orden que sigue, luego del tema del mensaje final de Dios, es el de las plagas postreras, sin embargo, siendo que en el segundo de los mensajes angelicales se menciona a Babilonia, y que a ella se dirigen las plagas, se hace necesario que toquemos los capítulos 17 y 18 antes.

Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven acá, y te mostraré la condenación de la grande ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas: con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación (17:1,2).

Desde el capítulo 2 el Señor viene avisándonos de la corrupción que vendría afectando a la iglesia. No es nueva esta advertencia, ya que el mismo Cristo nos habló de falsos profetas que vendrían y de las persecuciones que sufrirían los hijos de Dios. El apóstol Pedro nos da un panorama de esta obra satánica dentro de la iglesia:

Pero hubo también falsos profetas en el pueblo, como habrá entre vosotros falsos doctores (maestros), que introducirán encubiertamente herejías de perdición, y negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos perdición acelerada. Y muchos seguirán sus disoluciones, por los cuales el camino de la verdad será blasfemado. Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme (2 Pedro 2:1-3).

También el apóstol Pablo, estando en una reunión con líderes de la iglesia les dijo, en ocasión de su despedida:

Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado; y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí (Hechos 20:29,30).

En varios otros pasajes de Pablo encontramos predicciones sobre el mal que aguardaba a la iglesia. En Apocalipsis 2 vimos la intervención de Constantino en la iglesia, y como el paganismo comenzó paulatinamente a infiltrarse en el seno del pueblo de Dios. Esto no es extraño, pues varios de los profetas del Antiguo Testamento llaman a Israel “ramera”, por haber adoptado prácticas del paganismo.

En el capítulo 12 vimos como la iglesia verdadera de Cristo fue perseguida, primero por Roma pagana, y luego por la gran iglesia del Medioevo. Finalmente, en el capítulo 13, el Señor nos mostró a la gran bestia, que es el papado, y como persiguió a los verdaderos cristianos y trajo sobre la iglesia toda suerte de doctrinas y prácticas paganas.

Ahora, en el capítulo 17 se nos presenta, bajo el símbolo de una ramera, a esa iglesia apóstata. Realmente la carga del pasaje no es exactamente una ramera, sino una mujer adúltera. Lo que pasa es que esta super-iglesia, no sólo abandonó al Señor, sino que ha estado en adulterio espiritual con otras filosofías y prácticas paganas y, como acentúa el texto, con los gobernantes del mundo. Algo que admiro es como el doctor Jerónimo Domínguez, un gran católico, dice que “la ‘Gran Prostituta es la Iglesia de Cristo Prostituida, con sede en Roma”.

Es sumamente extraño como los gobiernos del mundo sostienen dogmas del romanismo. Aun han llegado a perseguir a los cristianos verdaderos, uniéndose a Roma, la cual ha creado un sistema político-religioso. Muchos países han hecho concordatos con la Iglesia Católica, mediante los cuales, los gobernantes se comprometen a declarar a esta iglesia como la del estado y a imponer leyes que la favorezcan.

Las aguas simbolizan “pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas” (verso 17). Al concluir el capítulo 17, el ángel dice a Juan que esa mujer adúltera “es la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes de la tierra” (verso 18). Aunque los teólogos católicos dicen que esta ramera es Roma pagana, los detalles de la profecía dicen otra cosa. En los libros de Isaías, Jeremías, Ezequiel y Oseas, Dios llama “ramera” a Israel. Jeremías, que tanto habla de Babilonia, nunca la llama ramera.

Visión de la Ramera

Y me llevó en Espíritu al desierto, y vi una mujer sentada sobre una bestia bermeja llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación (17:3,4).

Cuando estudiamos el capítulo 12 de Apocalipsis, dijimos que “mujer” en profecía, quiere decir “iglesia”. La mujer hermosa y pura del capítulo 12 representa a la iglesia fiel de Jesucristo. En el capítulo 17 que estamos considerando, la mujer que se presenta es llamada “ramera”, una mujer corrupta. En contraste con la sencillez de la mujer del capítulo 12, la cual estaba vestida del blanco de la justicia de Cristo, esta mujer esta cargada de joyas y vestida “de púrpura y escarlata”, colores que denotan pecado y error, y que abundan en la corte del papa y en las suntuosas catedrales. Todo ese colorido y joyas son la justicia propia, común en las prácticas de Roma.

El cáliz contiene la causa de su adulterio: las doctrinas falsas. Desde fines del primer siglo, los apóstoles que nos legaron escritos, Pablo, Pedro, Santiago y Judas, identificaron problemas en la iglesia. Hubo hombres que trataron de apartar a los cristianos de las enseñanzas de Cristo y crearon facciones dentro del pueblo de Dios.

En el siglo 2ndo., una vez muertos los apóstoles, el liderato de la iglesia fue más blando y permitió la entrada de doctrinas paganas. El siglo 3ro. fue peor. Los paganos que entraban a la iglesia introdujeron enseñanzas del paganismo. Poco a poco las doctrinas de los gnósticos, los mitraístas y otras llamadas “religiones de misterio” lograron imponerse. Algunos de los llamados “padres de la iglesia” han dejado escritos que muestran la influencia de los dogmas paganos.

Ya para el cuarto siglo, con la intervención de Constantino, la iglesia cristiana llegó al clímax de su corrupción espiritual. El culto a María y los “santos”, el infierno, el purgatorio, el culto a las imágenes y otras doctrinas fueron aceptadas como si provinieran de las Escrituras Sagradas. Hoy todas estas enseñanzas y muchas más son enseñadas por el romanismo. El Nuevo Catecismo, aunque es más amplio y tiene una magnífico formato, no es más que las mismas enseñanzas medievales dichas con más elegancia, pero tan repugnantes como siempre lo han sido.

La Bestia

La bestia sobre la cual está la ramera no es la misma del capítulo 13. Al explicar ese capítulo, dijimos que la bestia es, ante todo, Satanás y que con el correr del tiempo, diferentes imperios han sido la bestia. El que reinaba en días de Juan era Roma pagana, la sexta cabeza. Esta bestia, representa el momento en que la iglesia católica se convierte en la iglesia del estado desde los tiempos de Constantino. Hoy podemos ver estados políticos en los cuales la iglesia católica ejerce una influencia muy grande, sobre todo en América Latina. De acuerdo a la doctrina católica la unión de la iglesia y el estado es lo ideal (Vea Apéndice). El catolicismo pretende que la libertad de religión sea solamente para él (Vea Apéndice).

En cuanto a las siete cabezas de la bestia y sus 10 cuernos, lo explicaremos cuando lleguemos a los versos 9-14.

Y en su frente un nombre escrito: Misterio, Babilonia la grande, la madre de las fornicaciones y de las abominaciones de la tierra (17:5).

“Babilonia” significa “confusión” y es apropiado para el sistema católico-romano. En él todo es una mezcolanza de doctrinas cristianas con otras del paganismo. Es importante saber los orígenes de Babilonia. Esta fue fundada por Nimrod o Ninus. Este personaje es presentado en Génesis como “vigoroso cazador delante de Jehová” (Génesis 10:9). Entre los muchos significados de la palabra “delante”, de este texto, está la frase “en contra”. Lo que significa que Nimrod era un enemigo de Jehová.

La esposa de Nimrod se llamaba Semiramis, y fue una idólatra al igual que su esposo. Al morir Nimrod, su esposa dijo al pueblo que él era dios y lo relacionó con el sol. Semiramis dijo que Nimrod daba vida a las criaturas en el día y en la noche luchaba con los demonios en favor de los humanos. Semiramis tuvo un hijo de sus fornicaciones y lo llamó Tamuz. Esta trinidad pagana ha sido adorada en todas las civilizaciones con diferentes nombres. Semiramis es adorada como “la madre de los dioses”.

Babilonia es conocida como la madre de todas los cultos paganos. La hechicería, la adivinación, la astrología y la magia en general floreció en este imperio. El catolicismo ha tomado de estas doctrinas, y de sus variantes en Persia, Grecia y Roma, el dogma de María como la “madre de Dios”. Las variantes de Semiramis son presentadas sosteniendo un niño, de donde vienen las famosas “Madonas” que tanto adornan los templos católicos (Véase Apéndice).

Babilonia también era famosa por su idolatría. Había nichos en todas las calles donde se les rendían culto a una variedad de dioses. La Iglesia Católica ha imitado muy bien a Babilonia, pues ha llenado sus templos de frescos, pinturas y esculturas que son usadas en sus cultos. Por más que traten de defender su idolatría con excusas infantiles, la verdad es que esas figuras, por más hermosas que sean, son una violación crasa al segundo mandamiento, que, como vimos, fue eliminado del Decálogo en los catecismos romanos.

La ramera es llamada “la madre de las fornicaciones (rameras)”. Las iglesias reformadas, con tanto alarde de seguir “la Biblia y la Biblia sola”, han continuado bebiendo del vino de Babilonia. Aunque en su mayoría no usan imágenes de culto, la verdad es que creen los dos “errores capitales” del romanismo: la observancia del domingo y la creencia en la inmortalidad del alma. Aunque los protestantes no creen en el purgatorio ni en el limbo, sí creen y enseñan con énfasis el asunto del infierno para los muertos malos y de la gloria para los buenos.

La Inmortalidad del Alma

Es conveniente en este punto hablar un poco sobre esta doctrina. La Biblia es sumamente clara al decir que “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4), y que “los muertos nada saben” (Eclesiastés 9:5). El mismo Jesús dijo que Dios puede “destruir el alma y el cuerpo en la Gehena” (Mateo 10:28). ¿De dónde entonces sacan los teólogos cristianos la doctrina de la inmortalidad del alma? No sólo dicen que el ser humano es inmortal, sino que los que mueren son inmortales tanto en el gozo en el cielo, como en el tormento en la llamas infernales. Toda esa maraña de creencias sin sentido provienen del paganismo.

Es mucho más creíble y lógico lo que la Biblia dice: que los que mueren están descansando o durmiendo en sus tumbas hasta que reciban, en sus cuerpos resucitados, el premio o el castigo. El premio para los justos será la vida eterna. Entonces disfrutarán de la inmortalidad que Cristo consiguió para todos los que creen por su muerte en la cruz del Gólgota.

El castigo para los impíos será la “muerte segunda” o “muerte eterna”. Si vida eterna es vivir para siempre, muerte eterna es morir para siempre. La idea de que los malos al morir van a un lugar llamado “infierno” es tomada de la mitología grecorromana. En las leyendas griegas, el que impera en el infierno es Hades, hermano mayor de Zeus. Allí él recibe las almas y les asigna el castigo. En La Divina Comedia, Dante pone a Satanás en el lugar de Hades o Plutón.

El nombre “Hades” se ha identificado con el sepulcro. En nuestras Biblias más antiguas tradujeron las palabras “Hades”, “Gehena” y “Tártaro” como “infierno”. En hebreo, la palabra que traducían a veces como “infierno” era “seol”. Las versiones más recientes ponen las palabras originales y la palabra “infierno” fue expulsada de las Escrituras Sagradas, aunque los predicadores modernos continúan enseñándola.

Y vi la mujer embriagada de la sangre de los santos, y de los mártires de Jesús: y cuando la vi quedé maravillado de grande admiración (17:6).

Aquí la ramera está asociada a la bestia del capítulo 13, así como el cuerno de Daniel 7 y el otro cuerno grande del capítulo 8. Todo se refiere a una misma entidad: el papado y la Iglesia Romana. Desde el siglo 6to., cuando el obispo de Roma fue exaltado por Justiniano, los verdaderos cristianos han sufrido persecución. La palabra “mártir” en griego es “martureo”, que también se traduce “testigo”. Fueron millones los testigos de Cristo que fueron martirizados por su fe, especialmente durante la Edad Media.

Y el ángel me dijo: ¿Por qué te maravillas? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos. La bestia que has visto, fue y no es; y ha de subir del abismo, y ha de ir a perdición, y los moradores de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se maravillarán viendo la bestia que era y no es, aunque es. Y aquí hay mente que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se asienta la mujer. Y son siete reyes. Los cinco son caídos; el uno es, el otro aún no es venido; y cuando viniere, es necesario que dure breve tiempo. Y la bestia que era y no es, es también el octavo, y es de los siete, y va a perdición (17:7-11).

El ángel presenta un enigma: la bestia “que era y no es, aunque es.” Esto puede descifrarse de esta forma:

LA BESTIA QUE ERA: Roma Pagana, 168 AC. - 313 DC.

LA BESTIA QUE NO ES: De Constantino a Justiniano- 313-538 DC

AUNQUE ES: El Papado, del 538 DC. – la 2nda. Venida de Cristo

Los siete montes aludidos son las siete montañas de Roma. De hecho, Roma es conocida como "La Ciudad de las Siete Colinas". La palabra “sienta”, que está al final del verso 9 es “Katemai” en griego, y significa además “habita” o “reside”. Sabemos que la sede papal es el Vaticano, un gobierno autónomo dentro de la ciudad de Roma.

Como explicamos en el tema del Anticristo, los cinco reinos caídos, en tiempos de Juan, eran Egipto, Asiria, Babilonia, Persia y Grecia. El que “es”, es Roma pagana y el que “aún no es venido”, es Roma Papal. ¿Por qué se dice que “es también el octavo”? Roma cayó bajo los bárbaros en el 476 AC. En el año 330, cuando Constantino mudó la capital del imperio, el papa quedó en Roma como todo un emperador. De hecho. el papa Bonifacio VIII llegó a decir que él era César y emperador .

En el día de navidad del año 800, el papa coronó a Carlomagno como emperador del “Sacro Imperio Romano”. Carlomagno era simplemente un vasallo del papado. Fueron muy pocos los emperadores y reyes europeos que se rebelaron contra el papa. Entre ellos podemos contar a Felipe el Hermoso y, en cierto momento, el mismo Carlos V.

Las Cruzadas

Debido al auge del mahometismo y su enorme expansión, se originaron Las Cruzadas, con el propósito de rescatar Tierra Santa de manos de los islámicos. Desde los tiempos de Agustín, obispo de Hipona, las guerras contra los “infieles” eran consideradas “guerras santas”. En la guerra contra los Normandos, el mismo papa León XI marchó frente a las tropas.

En el Concilio de Clermont, en Francia, el papa Urbano II encendió el fuego de la pasión por rescatar Tierra Santa. El obispo de Roma prometió una indulgencia plenaria a todos los que murieran en la primera cruzada. No sólo se le perdonarían todos sus pecados, sino que irían directos al paraíso. Luego, en un ferviente discurso donde contó al pueblo las atrocidades que padecieron los fieles y las penurias que sufrían los peregrinos, el pueblo gritó con frenesí: “¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere!” Y se emprendieron las Cruzadas.

Uno de los más fervientes defensores de la campaña contra los Turcos fue Pedro el ermitaño. Miles lo seguían mientras recorría toda Francia. Los cruzados, no sólo mataban los árabes islámicos, también se encendió su odio contra los Judíos y mataron miles de ellos.

La toma de Jerusalén por “los soldados de Cristo”, fue una verdadera carnicería. Los victoriosos “cristianos” no perdonaron ni a mujeres, ni a ancianos ni a niños. Estos eran estrellados contra las paredes. Las mujeres fueron violadas y los Judíos fueron sorprendidos en su sinagoga, la cual fue incendiada. Tal fue el saldo de la toma de Jerusalén.

Durante toda la Edad Media y el Renacimiento, la Iglesia Católica reinó soberana sobre todo reino de Europa, como fiel cumplimiento de las profecías.

La profecía dice que el séptimo rey “es también el octavo”. Hemos visto que la séptima cabeza es el papado. En el 538 DC. el obispo de Roma recibió de Justiniano el título de obispo principal de la cristiandad, concediendo un segundo lugar al obispo de Constantinopla. Conforme a la parte de la profecía de Apocalipsis 13, donde dice que Juan vio “una de sus cabezas como herida de muerte”, el papado fue eliminado por Napoleón al cumplirse los 1,260 años, en el 1798. En esa fecha la cabeza fue herida, pero la profecía continúa diciendo que “la herida mortal fue sanada”. También vimos que en el 1,929 la “herida” comenzó a sanar con el tratado de Letrán. Luego de ese evento histórico, el papado ha recobrado y ampliado sobremanera su prestigio y hoy somos testigos que el papa es la figura cumbre en la política mundial. A eso se refiere que además de ser el cuarto reino, es también el octavo. Podríamos decir que el octavo reino es el mismo papado renovado.

Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; mas tomarán potencia por una hora como reyes con la bestia. Estos tienen un consejo, y darán su potencia y autoridad a la bestia. Ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es el Señor de los señores y el Rey de los reyes: y los que están con él son llamados elegidos y fieles (17:12-14).

Los diez cuernos los poseen también el dragón del capítulo 12 y la bestia del capítulo 13. Como indiqué, los aliados de Satanás aparecen con sus mismas características. Los cuernos son las naciones que se formaron después de la caída de Roma. “Por una hora” es un tiempo indefinido. Estos reinos estuvieron aliados al papado por mucho tiempo y todavía algunos de ellos lo están, unos directamente y otros encubiertamente.

Siendo que España colonizó muchos países en Latinoamérica, e Inglaterra también, así como Portugal y Holanda, encontramos que ya son más de diez los reinos, pero todavía son, simbólicamente, los diez cuernos de la bestia.

En un futuro cercano, ese “consejo” de las naciones dará al papa el poder absoluto. Eso será bien cerca del fin, en el tiempo de las plagas postreras, cuando se pondrá en vigor un “decreto de muerte” contra el remanente de Dios. De eso hablaremos en el próximo capítulo.

Dice el texto que ellos, los diez reinos unidos con el papado, guerrearán contra el Cordero. Lo habrán de hacer contra la iglesia, pero Cristo se identifica con su pueblo perseguido. Al final, cuando todo parece indicar que la iglesia va a ser raída de la tierra, Cristo aparecerá con sus millones de ángeles a pelear por los suyos.

Y él me dice: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, y muchedumbres, y naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la harán desolada y desnuda: y comerán sus carnes, y la quemarán con fuego: Porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar lo que le plugo, y el ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. Y la mujer que has visto, es la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes de la tierra (17:15-18).