Fin de la historia

Daniel 11


Introducción.-

Comprender los acontecimientos finales de esta tierra, es un privilegio dado por Dios a nuestro pueblo. Ello nos exige conocer en detalle las circunstancias que cada hijo de Dios ha de vivir en el ocaso de la historia del hombre.

Se nos insta a escarbar en el pasado la experiencia del pueblo de Dios, a fin de comprender hoy la vivencia que nos espera. La repetición de la historia se dará en nuestros días con un despliegue aún mayor que en pasado; las escenas de angustia, la crisis económica, la guerra, el hambre, tribulación y toda suerte de males serán hechos que conmoverán al mundo en estos últimos días.

La pregunta es: ¿estamos preparados? ¿Podrán los hijos de Dios soportar tan dura prueba?. Afortunadamente el Señor ha hecho provisión más que abundante para que podamos sobrellevar la crisis que nos espera, de tal manera que podamos llegar sanos y salvos a su encuentro.

La pregunta que atraviesa el túnel de la historia nos toca de cerca hoy: “Señor mío, ¿cuándo será el fin de todas estas cosas? (Daniel 12:8).

Las profecías que fueron dadas en otro tiempo, deben ser hoy mas que nunca comprendidas a fin de que conozcamos “los tiempos o las sazones” (Hechos 1:7), con el propósito de que el camino sea iluminado por la antorcha de la profecía.

Los acontecimientos narrados en los dos últimos capítulos de Daniel, nos hablan de un poder que combinara la astucia del engaño y todo el poder de su fuerza en un último intento por establecer un dominio completo sobre la tierra y sus habitantes, a fin de llevarlos a una encarnizada lucha, con el propósito de distraer al mundo de los intentos de Dios por salvarlo.

Se nos dice: “El tiempo de angustia cual nunca fue después que hubo gente” se iniciara pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos...” “Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero este no es el caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba.” (CS:680).

El capítulo 11 de Daniel nos habla de la culminación de la triste historia de la tierra. Toda la degradación humana con sus seis mil años de historia, nos es arrojada en un alud incontenible de astucia y maldad; todas las pasiones humanas encerradas y contenidas durante tan largo tiempo son desatadas al fin, para provocar una terrible ola de destrucción, que afectará no sólo al mundo, sino también a cada hijo de Dios. Hoy más que nunca debieran resonar en nuestros oídos las palabras del apóstol: “Puesto que todas estas cosas han de ser así, ¡cómo no habéis de andar vosotros en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios...! (2 Pedro 3:11-12).

Dios nos revela esta profecía, a fin de que conozcamos con mayor precisión los acontecimientos finales que sobrevendrán sobre la tierra, acontecimientos que hoy ven la luz en su desarrollo y que nos indican que el mundo está al borde de una crisis estupenda.

Resta sólo de nuestra parte que pongamos todo empeño en la obra que Dios nos ha encomendado, a fin de apresurar su venida rescatando a los perdidos para que no sean ellos alcanzados por la ira de Dios, que será derramada sin misericordia sobre aquellos que rehusen el llamado divino.

Ojalá este tema sea de profunda reflexión a fin de tomar conocimiento y comprender aún más cabalmente los sucesos finales, que serán de ayuda en la edificación de nuestro carácter y además por que “...es hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz.” “Levántate resplandece; porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová a nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria” (Romanos 13:11-12; Isaías 60:1-2). Es mi deseo y oración, amén.

Una Aclaración.-

Cuando me propuse investigar este tema, comprendí que debía tener en claro algunas cosas. Primero, que todo había de hacerse con cuidadosa investigación, siguiendo los consejos de la profetiza de Dios, que como gemas dispersas, están diseminadas en algunos de sus libros, haciendo referencia a este tema de interés; luego, que se debía respetar el principio que se da en las Sagradas Escrituras, y además consultar con debido respeto a los que se habían consagrado a este tema, sean pastores o laicos, pues el Señor, entiendo, no toma a un solo hombre para transmitir toda una verdad.

Consultar a diversas fuentes ha sido desde el principio mi intención, y si bien he hallado más de una interpretación, esto me alentó a buscar con más denuedo la verdad encerrada en estos textos, y al ver que no había uniformidad de criterios, dirigí mis esfuerzos a una investigación más profunda.

A lo largo de la historia de nuestra iglesia, se han levantado muchas opiniones con respecto a la profecía de Daniel once, y en esto todos parecen coincidir que aún hay mucho por investigar. No trato en este caso, en mi exposición de las cosas, ser más adelantado que mis hermanos en la fe, sino más bien complementar lo que se ha estado investigando y publicando en diversas ocasiones. Aún cuando en E. G. de White no se encuentran citas en abundancia, sin embargo nos ha dejado algunas referencias, de manera que siguiendo sus indicaciones, me pareció ver la luz del tema en el cual puse todo empeño en comprender.

Antes de verter mi opinión, deseo aclarar que este comentario de ninguna manera pretende ser absoluto y cerrar el debate sobre este asunto, sino más bien aportar un trabajo si es posible para edificación de la iglesia; y aún cuando estos conceptos no sean los correctos, estaré siempre agradecido a Dios por la rica experiencia obtenida.

Para comprender aún más sobre este importante tema, sería bueno que reflexionáramos en algunos de los consejos aportados por el espíritu de profecía. He aquí algunas de las citas más importantes que nos fueron dadas por la revelación referente a Daniel once las cuales tendremos en cuenta a lo largo de este comentario.

“Se necesita un estudio más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra. Podemos tener menos que decir en algunos respectos, con relación al poder romano y al papado; pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles han escrito bajo la inspiración del Espíritu de Dios... Leed el libro de Daniel. Evocad punto por punto, la historia de los reinos allí representados. Contemplad a estadistas, consejos, ejércitos poderosos, y ved cómo Dios obró para abatir el orgullo de los hombres y arrojar la gloria humana en el polvo...

“La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días. Las visiones que él tuvo junto a las riberas del Ulai y del Hidekel, los grandes ríos de Sinar, están hoy en proceso de cumplimiento, y todos los acontecimientos predichos pronto ocurrirán.”(R.H. 18 de Febrero de 1890).

“Considerad las circunstancias de la nación judía cuando fueron dadas las profecías de Daniel.” (Testimonios para Ministros:112).

“Al libro de Daniel se le quita el sello en la en revelación que se le hace a Juan, lo cual nos permite avanzar hasta las últimas escenas de la historia de este mundo.”

“¿Tendrán en cuenta nuestros hermanos que estamos viviendo en medio de los peligros de los últimos días? Leed el Apocalipsis en relación con Daniel. Enseñad estas cosas” (Ídem. Pág. 115).
“Nos hallamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. Muchas de las profecías están por cumplirse en rápida sucesión. Todo elemento de poder está por ser puesto en acción. La historia pasada se repetirá; viejos conflictos resurgirán a una nueva vida, y el peligro asediará a los hijos de Dios por doquiera. La violencia está tomando posesión de la familia humana. Está saturando todas las cosas que hay sobre la tierra...

“Estudiad el Apocalipsis con relación a Daniel, porque la historia se repetirá... Nosotros con todas nuestras ventajas religiosas, debiéramos saber hoy mucho más de lo que sabemos.” (Idem pág. 116).

“El libro que fue sellado no fue el Apocalipsis, sino la porción de la profecía de Daniel que se refería a los últimos días.” (2 Mensajes Selectos:120) (Año 1896).

“...el Apocalipsis constituye el suplemento de Daniel.” (Idem pág. 130).

“En el Apocalipsis todos los libros de la Biblia se encuentran y terminan. Es el complemento del libro de Daniel. El primero es profecía, el segundo es una revelación. El libro que fue sellado no es el Apocalipsis, sino la porción de la profecía de Daniel que se refiere a los últimos días. El ángel ordenó: “Pero tú Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin.” (Dan. 12:4). HAp:482 (Año 1896).

“Un espíritu belicoso agita al mundo. La profecía contenida en el undécimo capítulo de Daniel, está casi completamente cumplida. Muy pronto se realizarán las escenas de angustia descriptas por el profeta.” (3 JT:283) (Año 1909).

“Los juicios de Dios están sobre la tierra. Las guerras y los rumores de guerras, la destrucción por fuego e inundación, dicen claramente que el tiempo de angustia, el cual irá en aumento hasta el fin, está cerca, a las puertas... No tenemos tiempo que perder. El mundo está perturbado por el espíritu de la guerra. Las profecías del capítulo once de Daniel casi han alcanzado ya su cumplimiento final.”(M. de la Bondad:141-142) (Año 1904).

Como hemos observado en los textos arriba mencionados, es más que sugerente el material que está referido en el espíritu de profecía en relación con el capítulo 11 del libro de Daniel. Es más que notorio que se trata de acontecimientos que sacudirán al mundo político y religioso. Se nos habla de “espíritu belicoso”, “ escenas de angustia” y una historia de persecuciones pasadas que se ha de repetir, y además, que estas profecías están hoy “en proceso de cumplimiento”, es decir que los eventos mencionados estaban en desarrollo en los días que la profeta vivía. ¡Cuánto más hoy, cien años más tarde, estamos en condiciones de ver el cumplimiento de estas cosas!

Si estos eventos hubiesen sido completados en los días de Elena de White, Cristo ya habría regresado por segunda vez, pero por misericordia hacia su pueblo, el Señor retardó la promesa debido a que éste no se hallaba aún preparado para soportar la prueba.

Un suceso ocurrido casi a fines de siglo pasado fue notado por Elena de White como una señal del fin de los tiempos y debiera ser una advertencia para aquellos que se resisten a aceptar el testimonio que el Testigo Fiel dio a la iglesia de Laodicea. El mensaje de la justicia de Cristo, manifestado con el poder del Espíritu en Minneápolis en 1888, estaba marcando para la iglesia, el final de los tiempos y la preparación urgente ante la inminencia de la prueba.

Un mensaje fechado un 22 de Noviembre de 1892 en la Review and Herald rezaba lo siguiente: “El tiempo de prueba está justamente encima de nosotros, pues el fuerte clamor del tercer ángel ya ha comenzado con la manifestación de la justicia de Cristo, el Salvador que perdona los pecados. Este es el comienzo de la luz de aquel ángel cuya gloria iluminará toda la tierra.”

El texto arriba mencionado es indicativo de una prueba inminente, pues en nuestros días el resurgimiento del mensaje de la justificación por la fe ha recorrido ya las iglesias y se proyectará rápidamente por el mundo entero. El hecho es que nos encontramos hoy aquí en el umbral mismo de la eternidad. Precisamente lo que estamos estudiando son profecías que señalan el principio del fin. Los acontecimientos finales son dados en rápida sucesión, de manera que urge nuestra preparación debido a que el tiempo de prueba está casi agotado.

Un detalle a tener en cuenta en las páginas del espíritu de profecía, es el consejo que insta a estudiar el libro de Daniel en relación con el Apocalipsis, y que la parte sellada es la que se refiere al período denominado “tiempo del fin”, tiempo éste revelado con claridad en el Apocalipsis. De manera que siguiendo estos pasos encontraremos el desarrollo de los últimos eventos en el libro escrito por el Apóstol Juan, poniendo especial atención en los capítulos 13 y 17. En otras palabras, si observamos cuidadosamente los últimos versículos de Daniel once y los comparamos con el último libro de la Biblia, entonces nos acercaremos a la verdad de tan importante tema.

Ahora bien, al intentar explicar el desarrollo de esta profecía, concentraremos nuestra atención en los versos 35 al 45 de Daniel once. El enigma de los acontecimientos allí descriptos han sido motivo de controversias en el pasado cuyas desigualdades han permanecido hasta el presente.
¿A quiénes la profecía señala como el rey del norte y el rey del sur?. Este interrogante requiere respuestas claras en el contexto bíblico y del espíritu de profecía. Todos los demás eventos descriptos alrededor de estos textos son suficientemente conocidos y han sido expuestos con claridad por diversos comentadores.

Los acontecimientos narrados en los versos 40 al 45 describen el comienzo de una gran tribulación que como lazo caerá sobre los habitantes de la tierra dando inicio al así denominado “tiempo de angustia”, el cual se encuentra dividido en dos partes: uno antes, y otro después de finalizado el tiempo de gracia. El cumplimiento de esta profecía nos permitirá comprender la inminencia del desenlace final, que la Palabra de Dios se apresura en su cumplimiento, que la tribulación esta a punto de levantarse sobre el pueblo de Dios, y que el tiempo de prueba se aproxima con rapidez. Así como hubo una señal para los cristianos momentos antes de que Jerusalén fuera destruida por el Imperio Romano, para que abandonaran los lugares santos, así también habrá para el pueblo de Dios señales que nos anunciarán la proximidad de su venida, a fin de que podamos levantar nuestras cabezas y contemplar nuestra redención. ¡Con cuánto interés entonces debiéramos seguir estos acontecimientos! ¡Cuán cargados de gloria resultan estos tiempos!.

Ojalá que tú y yo podamos disfrutar, aunque con angustia, de estos tiempos de refrigerio, a fin de estar preparados para recibir pronto al Señor en su venida.

Una Forma de Interpretación.-

Para poder comprender de aquí en más esta profecía, es necesario valernos de un principio de interpretación; sin él navegaríamos a la deriva haciéndose todo confuso y complicado. Desde el mismo comienzo del capítulo once y hasta el final del mismo debemos guiarnos con una regla de interpretación para toda la profecía.

Por supuesto, no hemos de considerar todo el capítulo, pues ha sido desarrollado con bastante claridad por diversos comentadores, estando además muy bien aclarado en el Comentario Bíblico Adventista en su cuarto tomo. De hecho nos interesa saber los sucesos contenidos en los versos 36 al 45.

El ejemplo más conocido de aplicación de reglas de interpretación es el de día por año. Es indudable que, sin este elemento para medir el tiempo, no habríamos llegado a saber con certeza las profecías de los 2300 días, o la de los 1260 días o años; además de otras que están predichas en los libros de Daniel y Apocalipsis.

Como lo han considerado la mayoría de los comentadores, Daniel 11 hace un desarrollo más detallado de los capítulos 2, 7 y 8 del mismo libro, es decir traza un paralelo histórico respecto de las visiones anteriores. Dicho de otro modo, es como si viajáramos en avión y al volcar nuestros ojos hacia abajo, viéramos la ciudad, luego al descender, observáramos las cosas en detalle: el centro de la misma, los nombres de sus calles y plazas y su gente. Del mismo modo los capítulos 2, 7 y 8 es la ciudad que vemos desde arriba y el capítulo 11 cuando la recorremos y observamos lo que ella contiene.

Un detalle a tener en cuenta, es que no debe dejarse de lado el libro escrito por el apóstol Juan: el Apocalipsis, pues es el complemento del libro de Daniel, como hemos visto en las citas inspiradas. Lo que permaneció sellado en los escritos de Daniel, fue revelado luego al profeta en la isla de Patmos.

En Apocalipsis, el desarrollo de los acontecimientos futuros, están en armonía con los de Daniel y nos aclara más específicamente lo que de otra manera se nos haría difícil comprender.

Por otra parte la aparente ausencia de símbolos en Daniel 11 no es indicativo de que debemos usar o aplicar una interpretación literal para todo su contenido, pues ello nos dificultaría avanzar hacia una completa comprensión del tema; de manera pues, se hace imprescindible tomar simbólicamente algunos textos de la profecía.

También lo literal es de importancia, como se verá, el principio de interpretación que usaremos es de este tenor. Este principio ha sido utilizado por los expositores en general, es decir, que todo evento es interpretado a la luz de los acontecimientos históricos. Sin embargo, es importante decirlo, muchos comentadores han optado por darle un sentido simbólico a esta profecía. Para aclarar mejor estos conceptos diremos que muchos comentadores toman literalmente al rey del norte desde el inicio, pero luego cambian de opinión en la porción final del capítulo. Para otros (tal es mi caso), existe una combinación de lo literal y lo simbólico tal como se ve por ejemplo en el primer capítulo del libro de Apocalipsis. Allí la figura de Jesús aparece literalmente sosteniendo en su mano derecha siete estrellas, símbolo de las siete iglesias descriptas en los capítulos dos y tres del mismo libro. De la misma manera, y sin llegar a forzar el texto se puede aplicar esta deducción en el libro de Daniel. Para dar un ejemplo de lo que venimos diciendo vamos a tomar como referencia el término “Norte”. Este vocablo varía en su significado según la orientación que hayan tomado los comentadores. Si es simbólico tendrá un significado distinto que si lo interpretáramos literalmente. Tomando como referencia el libro de Job en el capítulo 37:22, se hace mención a la segunda venida desde el norte del espacio estelar. Isaías 40:13 nos muestra al norte como el lugar donde está asentado el trono de Dios que pretende ser usurpado por Satanás. Ezequiel 38:15 refiriéndose a Lucifer (simbolizado por Gog) dice así: “Vendrás de tu lugar, de las regiones del norte, tú y muchos pueblos contigo todos ellos a caballo, gran multitud y poderoso ejército”. Aquí norte en cambio significa el lugar de donde Satanás pretende venir, sólo que está limitado al ámbito de la tierra. En cambio el Señor de los cielos habita “En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo... Es el monte de Sión, a los lados del norte. La ciudad del gran rey”. (Salmo 48:1-2).

Si bien es cierto que Satanás quería usurpar el lugar de Dios y que el papado haría lo mismo con Jesús, tratando de sustituirlo como Redentor, Rey y Sacerdote, estas consideraciones sólo podrían caber cuando tomamos al rey del norte como un símbolo. Si prescindiéramos de lo literal, desaparecerían los espacios geográficos y la interpretación quedaría librada a un sinnúmero de interpretaciones, entonces el rey del norte sería Satanás, el papado o Babilonia mística según se lo quiera aplicar.

Si en la profecía de Daniel tomamos al rey del norte como simbólico, también deberíamos hacerlo con el rey del sur, junto a Libia, Etiopía y los hijos de Amón. Entonces, ¿de quién son símbolos todos éstos?. La respuesta en todo caso no parece sencilla. Identificar al papado con el rey del norte no resulta tan fácil como aparenta aún cuando los textos anteriores al verso 40 parecieran hablar de él.

Otros de los puntos importantes a destacar es el antagonismo que históricamente existió entre el rey del norte y el rey del sur. A lo largo de la profecía de Daniel once estos dos reyes estuvieron en conflicto. Sin embargo en la situación política que hoy se encuentran los países de la zona a la cual pertenecen, lejos de existir animosidad entre ellos, los une un sentimiento de hermandad que tiene su raíz en sus ideales políticos-religiosos. Quizá esta sea la razón por la cual algunos todavía persisten en encontrar un conflicto entre el rey del norte y el rey del sur; razonan que si estos reyes guerrearon entre sí a lo largo de su historia pasada, también deberán hacerlo en el futuro. Es como decir que por el hecho que Francia y Alemania, por ejemplo, estuvieron en guerra en el pasado, habrán de estarlo el día de mañana. Los países que en este tiempo ocupan los territorios que otrora pertenecieron a los reyes mencionados en la profecía, se encuentran hoy unidos por un propósito común: luchar por el derecho de los palestinos. Más aún, como lo hemos mencionado, están ligados por una misma cultura y religión y están empeñados en una guerra que ellos llaman “santa”, contra occidente, mediante actos terroristas de toda índole.

Los acontecimientos que desde hace tiempo a esta parte colman las páginas de los periódicos son más elocuentes al respecto. Se puede notar casi diariamente en el registro que publican los distintos medios, noticias respecto a continuas agresiones por un lado y el esfuerzo de mantener la paz por otro. Los enemigos de hoy no son ni el rey del norte ni el rey del sur, sino el execrable país de Israel quien se ha constituido en el blanco preferido de los ataques de los fundamentalistas islámicos.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, debemos hallar un principio de interpretación a fin de que nos ayude a descubrir los enigmas encerrados en la profecía. Para resolver esta cuestión, debemos volver al pasado y ubicarnos en el contexto histórico descripto en Daniel 11: 5 y 6. Allí se mencionan por primera vez a los reyes del norte y del sur. Estos reyes entraron en acción bajo la dominación Griega luego de la muerte de su primer rey Alejandro Magno. Veamos ahora el Comentario Bíblico en su cuarto tomo lo que describe respecto de los sucesos acaecidos en aquel tiempo después de la muerte de Alejandro:

4. Cuando se halla levantado. Apenas había alcanzado Alejandro el pináculo de su poder, cuando fue quebrantado. En 323 a. C. Este rey que gobernaba desde el Adriático hasta el Indo cayó repentinamente enfermo, y falleció 11 días después (ver com. Cap.7:6).

Será quebrantado. Alejandro no dejó ningún sucesor de su familia inmediata del cual se pudiese esperar que mantuviera unidos los territorios que él había ganado. Algunos de los principales generales durante algunos años trataron de mantener intacto el imperio en nombre del medio hermano de Alejandro y de su hijo póstumo (ambos bajo la tutela de regentes), pero menos de 25 años después de la muerte de Alejandro, una coalición de cuatro generales había derrotado a Antígono, el último aspirante al dominio de todo el imperio, y el territorio de Alejandro fue dividido en cuatro reinos (número que luego se redujo a tres). En cuanto a esta división, ver com. Cap. 7.7; 8:22; también los mapas de las pp. 850-851).

5. Rey del sur. Desde este lugar en adelante y a través de gran parte del capítulo, la profecía se enfoca en dos reinos que surgieron después del imperio de Alejandro, los que más se relacionaron con los judíos, el pueblo de Dios. Estos reinos fueron Siria, gobernada por los seleúcidas y Egipto, gobernado por los ptolomeos. Desde el punto de vista geográfico, el primero quedaba al norte de Palestina y el segundo al sur de la misma, la traducción de la LXX usa el término “rey de Egipto” en vez de “rey del sur”; en el vers. 8 también indica que Egipto es el rey del sur. Se puede llegar a una designación similar mediante los documentos históricos. Una de las inscripciones mejor conocidas del sur de Arabia (Glaser N° 1155) se refiere a una guerra entre Persia y Egipto, y llama a los respectivos reyes Señor del Norte y Señor del Sur.

En el momento histórico al cual se refiere este versículo, el rey de Egipto era Ptolomeo I Soter (también llamado Ptolomeo Lago, 305-283 a. C.), uno de los mejores generales de Alejandro, que estableció la monarquía helenística que más perduró.”

Como lo hace notar el Comentario Bíblico, estos reyes estaban situados uno al norte de Palestina, (el denominado rey del norte), y el otro al sur de la misma, (el rey del sur). Es aquí donde debemos establecer el principio de interpretación que estamos buscando y que no variará hasta el final de este capítulo. De aquí en más cualquier nación que ocupe la parte norte de Palestina será denominada rey del norte; y cualquier nación que en el futuro ocupe la porción territorial del sur de Palestina, será llamada rey del sur. Con este principio, nos conduciremos a fin de poder dar una orientación correcta a esta apasionante profecía.

Un Plazo Determinado.-

“También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aún para esto hay plazo” (Daniel 11:35)

Antes de comentar este capítulo se nos hace imprescindible hacer una referencia a la actividad papal. En una clara alusión a él, en el versículo 31 se da por terminado el “continuo” (la palabra sacrificio es invención humana, ver PE:74), y se introduce la abominación desoladora (“espantosa” Versión Valera Antigua). Este pasaje indica el fin del período de dominación pagana desde los comienzos de la historia y da inicio a otro: el de la supremacía papal.

Este hecho está mejor expresado en el libro El Gran conflicto:
“En el siglo VI el papado concluyó por afirmarse. El asiento de su poder quedó definitivamente fijado en la ciudad imperial, cuyo obispo fue proclamado cabeza de toda la iglesia. El paganismo había dejado lugar al papado. El dragón dio a la bestia “su poder y su trono, y grande autoridad” (Apoc. 13:2 V.M. CS:58) (La cursiva es del autor).
“El advenimiento de la iglesia romana al poder marcó el principio de la Edad Media... La fe pasó de Cristo, el verdadero fundamento, al papa de Roma” (CS:59).

Es importante establecer entonces, que la descripción de Daniel once refiriéndose al dominio del anticristo está registrada entre los versículos 31 al 35. Es necesario, pues, tener en claro estos eventos a fin de comprender a qué momento de la historia está haciendo referencia el versículo citado en negrita en el encabezado. Es obvio que el texto mencionado está mencionando la culminación de un período para dar lugar a otro. El paralelo de Daniel 11:35 se registra en Las Escrituras en Apocalipsis 13:2. El dragón, que representa al Imperio Romano entrega todo el poder a la bestia. Al producirse esta unión entre la iglesia y el poder civil, quedó establecida una nueva forma de apostasía que habría de durar hasta el segundo advenimiento. Al casarse con el estado, la iglesia nunca más volvería a Cristo. El Señor en Apocalipsis la llama “la grande ramera...Con la cual han fornicado los reyes de la tierra y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación” (Apoc. 17:1-2).

A partir del establecimiento del papado en el año 508, cuando Clodoveo se convirtió al cristianismo católico, comienza un período de dominio que se iba a extender por más de mil años, llenando la tierra de horror y espanto a causa de las actividades del “cuerno pequeño”. Dicha supremacía iba a durar desde la supresión del “continuo” (forma pagana de persecución), hasta el tiempo “determinado”, (“tiempo del fin” B.J.). Ese lapso de tiempo está indicado desde el v. 31 hasta el v. 35, lo cual significa que de aquí en más, deberíamos considerar otros aspectos que hacen al desarrollo de los acontecimientos.

Sin embargo, para algunos en este punto no termina la historia de las actividades del poder papal. No ven una interrupción del dominio temporal del papado sino una continuación del mismo hasta el v. 45. Consideran que si las demás profecías de Daniel concluyen con la actividad papal, ésta también debería serlo sin el agregado de alguna otra potencia.

Es importante aclarar también que las expresiones “tiempo determinado”, “cabo del tiempo” y “tiempo del fin”, mencionadas en los versos 35, 40 y 12:4 deben leerse como “tiempo del fin”, sin embargo, estas varían en su significado de acuerdo con el contexto que están relacionadas.
Por ejemplo el v.35 nos marca el inicio del tiempo del fin; el v.40 hace mención a una batalla que todavía está en el futuro y que ocurre dentro del lapso del mismo tiempo y el texto de Daniel 12:4 describe la culminación de la historia de este mundo con la venida de Cristo, el tiempo de angustia, y la resurrección de los muertos. Hechos que se producirán según el profeta en “aquel tiempo”, es decir en el “tiempo del fin”.

De esta manera damos a entender los acontecimientos descriptos en los versos 35 al 45. Estos deben ocurrir en el período denominado “tiempo del fin” mencionado por el profeta, antes del levantamiento de Miguel, es decir, previamente a la finalización del tiempo de gracia.

Para comprender aún más claramente el v.35, donde queda fijada la fecha en que debía culminar la supremacía papal, debemos cotejar el mismo con el capítulo 13:10 de Apocalipsis, allí como hemos visto queda claramente indicado el fin del poder papal, que como es sabido ocurrió en el año 1798, concordando de esta manera con el inicio del tiempo del fin. En estos textos y a partir del capítulo 12 de Apocalipsis y hasta el final del capítulo 13 del mismo libro, se nos presenta vívidamente la sucesión de reinos como lo había indicado el libro de Daniel, sólo que aquí se agregan detalles relacionados con la actividad del Imperio Romano, la bestia papal y la introducción de un nuevo Imperio: la bestia de dos cuernos semejantes a los de un cordero.

A estos capítulos hay que dedicarles más atención, pues revelan no sólo los acontecimientos finales, sino también el desarrollo de la profecía no comprendida del libro de Daniel.

“En el Apocalipsis todos los libros de la Biblia se encuentran y terminan. Es el complemento del libro de Daniel. El primero es profecía, el segundo es una revelación. El libro que fue sellado no es el Apocalipsis, sino la porción de la profecía de Daniel que se refiere a los últimos días. El ángel ordenó: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin”(Dan. 12:4)” HAp:482.

Preguntamos entonces: ¿Qué parte del libro de Daniel fue sellada? Respondemos: La parte que indicaban los acontecimientos que se iban a desarrollar en los últimos días, ¿a partir de cuándo? A partir del año 1798, fecha en la cual comienza a regir el tiempo del fin. ¿Es decir que Daniel 11:36-45, tiene que ver con el Apocalipsis? Respondemos que sí. ¿Qué parte del mismo? Principalmente la parte que va desde el cap. 13:11 hasta el final del libro. Podríamos decir sin temor a equivocarnos que gran parte del libro de Apocalipsis desarrolla acontecimientos relacionados con el tiempo del fin, expresión ésta mencionada en el libro de Daniel.

En el capítulo siguiente, haremos un análisis del verso 36, el mismo forma parte del conjunto que abarca hasta el verso 45. Estos textos deberán estudiarse “renglón tras renglón y línea sobre línea” según lo describe el profeta Isaías en el cap.28:13 de su libro.


Resumiendo lo expuesto, digamos que los acontecimientos predichos para el tiempo del fin están contenidos en los v. 36 al 45, incluyendo también al cap. 12, que no vamos a tratar pues no ha sido dilucidado todavía con claridad por los comentadores en general y el espíritu de profecía.



RELACION DE LOS TEXTOS DE DANIEL 11 Y APOCALIPSIS


FIN DE PERSECUCION PAGANA Y COMIENZO DE LA ABOMINACION DESOLADORA
DANIEL 11:31 APOCALIPSIS 13:2


PERIODO DE DOMINIO PAPAL
DANIEL 11:31-35 APOCALIPSIS 13:1-10


COMIENZO DEL TIEMPO DEL FIN
DANIEL 11:35 APOCALIPSIS 13:10


“EL REY” COMIENZA SU DOMINIO EN EL TIEMPO DEL FIN
DANIEL 11:36 APOCALIPSIS 13:12


APLICACIÓN DE LA PROFECIA A LA BESTIA DE DOS CUERNOS
DANIEL 11:36-45 APOCALIPSIS 13:11-18


Un Rey Altivo.-

“Y el rey hará su voluntad” (Daniel 11:36)
Este rey que aparece en el v. 36 del cap. 11, ha sido motivo de variados comentarios. Para comprender este texto clave que nos permitirá interpretar correctamente el resto del capítulo, debemos observar los acontecimientos en una visión general que abarquen los libros de Daniel y Apocalipsis, y extraer finalmente una conclusión que armonice con el resto de las visiones.


Comenzaremos diciendo que todas las profecías están contenidas en un panorama general, en el cap. 2 de Daniel. Allí encontramos una sucesión cronológica de reinos representados por distintos elementos, y abarcan la plenitud del tiempo hasta la venida de Cristo, simbolizada en la piedra que derriba la estatua que el rey Nabucodonosor había soñado.


Las revelaciones posteriores, no son sino un desarrollo detallado de los sucesos mencionados en el sueño de Nabucodonosor, y que tienen además un orden secuencial en los hechos. En el libro de Apocalipsis se dispensa una visión mas ampliada de los escritos de Daniel y nos revela en detalle los reinos que fueron los instrumentos de Satanás a través de la historia para hostigar al pueblo de Dios. Desde el inicio y hasta el final del tiempo, los imperios están representados como bestias que surgen de entre las naciones, y son expuestas como gobernando en manera ininterrumpida a través de los tiempos.


Si bien es cierto que en el libro de Daniel se hace mención de las bestias a partir de la dominación caldea, en el libro de Juan se destacan otras anteriores a éstas. Tal es el caso de los asirios y los egipcios, naciones que precedieron en el tiempo a los babilonios. Esta interpretación (de Apocalipsis 17:10), está avalada por diversos comentadores y es mencionada también como una posibilidad en el Comentario Bíblico en el séptimo tomo. (Los “siete reyes” iniciarían su dominio a partir de los imperios asirios).


En resumen lo que queremos decir, es que en el undécimo capítulo de Daniel, se debe respetar la cronología de la historia tal como se registra en las visiones tanto de Juan como las del libro de Daniel. Al abordar el v. 36 se hace imprescindible interpretar el surgimiento de un nuevo reino, que iba a manifestarse en “el tiempo del fin”, para sojuzgar a las naciones.


Es conveniente aclarar de modo objetivo, que en los capítulos 2,7,8 y 9 del libro de Daniel, no se hace mención alguna de este rey. Sin embargo esto no significa que más adelante no debería mencionarse un nuevo elemento en la historia que no había sido revelado anteriormente. No debemos olvidar que las profecías anteriores habían sido abiertas para el entendimiento humano, pero la porción profética de Daniel 11:36-45 habría de permanecer en el misterio hasta el final de los tiempos. Una aclaración de este punto está referida por la pluma inspirada: “El libro que fue sellado no es el Apocalipsis, sino la porción de la profecía de Daniel que se refiere a los últimos días. El ángel ordenó: “Pero tú Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin” Dan. 12:4 (HAp:482).


De manera que los acontecimientos predichos que estaban relacionados con el “tiempo del fin”, debían permanecer sellados y no iban a ser revelados sino a partir de 1798, año en que ubicamos el comienzo del mismo. En consecuencia es válida la aplicación de los textos mencionados en el v. 36 y en adelante, a una potencia distinta de la que se venía hablando, pues al concluir el poder papal en las postrimerías del siglo dieciocho un nuevo poder iba a ocupar el espacio cedido por la potencia anterior.


Ahora bien, en el capítulo anterior, concluimos que la frase “hasta el tiempo determinado; porque aún para esto hay plazo”, de Daniel 11:35, estaría indicando la caída del poder papal por un lado, y el comienzo del “tiempo del fin” por otro, ineludiblemente cabe la pregunta: ¿Quién es el rey introducido en el v.36, que iba a dominar durante dicho período? Antes de requerir alguna respuesta, vamos a ver cuáles son las dos opiniones más aceptadas por los adventistas en nuestros días. El Comentario Bíblico Adventista dice así:

36. El rey. Entre los expositores adventistas ha habido generalmente dos puntos de vista sobre los vers. 36-39. Una interpretación identifica al poder descrito aquí con la Francia revolucionaria del año 1789 y siguientes. La otra interpretación mantiene que el poder que aquí se bosqueja es el mismo poder apóstata y perseguidor que se describe en los versículos anteriores” (4CBA:900).

Respondiendo a la pregunta formulada más arriba en el texto, podemos decir que en el período que sigue después de 1798 no puede aplicarse a ninguno de los dos reyes mencionados en la referencia citada, pues no se ha dado tal caso en la historia. Francia tuvo una participación destacada en las crónicas históricas, pero jamás ejerció dominio en el período denominado “tiempo del fin”. Si bien es cierto que en Apocalipsis surge como “la bestia que sube del abismo” (Apoc. 11:7), se le permite tan sólo un período de dominio de apenas “tres días y medio” (Apoc.11:11).


Respecto a este acontecimiento ocurrido hace casi doscientos años, E. G. de White dice así:
“No iban a permanecer mucho tiempo en el silencio los fieles testigos de Dios que habían sucumbido bajo el poder blasfemo “que sube del abismo”. “Después de los tres días y medio, el espíritu de vida, venido de Dios, entró en ellos, y se levantaron sobre sus pies: y cayó un gran temor sobre los que los vieron” (Apocalipsis 11:11, V.M.)


En 1793 había promulgado la Asamblea francesa los decretos que abolían la religión cristiana y desechaban la Biblia. Tres años y medio después, este mismo cuerpo legislativo adoptó una resolución que rescindía esos decretos y concedía tolerancia a las Sagradas Escrituras.”(CS:331).

Este comentario inspirado marca el principio y fin de la “bestia que sube del abismo” entre los años 1793 y aproximadamente 1797. De manera que no es posible la aplicación a esta potencia como reinando después de 1798.


Hay que reconocer sin embargo que el ensalmo insuflado por este poder ha sido devastador y más poderoso para destruir que cualquier instrumento de invención humana. Un poder más oscuro que cualquier imaginación pudiera concebir iba a “subir del abismo”, lugar éste aplicado como símbolo de confusión y tinieblas. Satanás mismo fue manifestado en las personas que lucharon denodadamente pero sin éxito en destruir la Palabra de Dios. Sin embargo su veneno mortífero quedó como un tenebroso legado para las generaciones venideras. Miles de millones se nutren todavía hoy de la funesta filosofía del ateísmo y en consecuencia son arrojados en las sombras de la muerte. Solamente en el día del juicio final, sabremos los verdaderos resultados de aquella siembra que fue hecha en los corazones de los hombres. Demasiado tarde será para aquellos que al despertar del sueño de la muerte, se darán cuenta de las consecuencias de haber hecho caso de la falsamente llamada ciencia.


Hasta aquí hemos considerado que no es posible la aplicación del término “el rey” de Daniel 11:36 a la nación francesa. En otro orden, los comentadores que opinan lo contrario, adaptan el texto como una continuación del poder papal, y ven a este poder como adueñándose de los ejércitos que invaden el Oriente Medio. ¿Es posible aplicar un símbolo tal? Sin entrar a hacer una afirmación absoluta, podemos decir que si bien es posible, por lo que vemos hoy en las crónicas de nuestro tiempo parece que no fuera a darse en ese sentido. El papado no iba a ostentar el poder (aunque sí su influencia) a partir de 1798, pues el Apocalipsis de Juan ve a esta bestia como “herida de muerte” (Apoc. 13.3).


Entonces: ¿quién es el poder que iba a surgir en 1798 para dominar a las naciones? Dejemos que una voz autorizada lo defina.

“¿Cuál era en 1798 la nación del nuevo mundo cuyo poder estuviera entonces desarrollándose, de modo que se anunciara como nación fuerte y grande, capaz de llamar la atención del mundo? La aplicación del símbolo no admite duda alguna. Una nación, y solo una, responde a los datos y rasgos característicos de esta profecía; no hay duda que se trata aquí de los Estados Unidos de Norteamérica” (CS:493).

No hay duda alguna; el único poder que iba a reinar en el “tiempo del fin” es la nación norteamericana. Esta nación iba a ejercer el poder y “toda la autoridad de la primera bestia y en presencia de ella” (Apoc. 13:12), de manera que bien le valdría el término “El rey” de Daniel 11:36.

En párrafos anteriores hacíamos mención a que debía respetarse la cronología de la historia en la interpretación profética. En Apocalipsis este principio se aplica especialmente cuando tratamos de descifrar los “siete reyes”, (cap. 17:10), que habían de dominar a las naciones a través de la historia. En los días del Apóstol Juan, cinco de ellos “habían caído” (v.10), el “uno es” (ídem), está señalando al que gobernaba en los días en que Juan escribía su libro y que es el sexto de la serie; “el otro aún no es venido” (ídem), está indicando a una potencia que iba ha hacer su aparición en el “tiempo del fin”. El hecho que se mencione a la séptima cabeza como reinando “breve tiempo” (ídem), está refiriéndose no al poder papal, pues éste iba a reinar por un largo período; “largos siglos de tinieblas, siglos que para su iglesia estarían marcados con sangre, lágrimas y agonía” (DTG:584), sino a un poder que iba a reinar brevemente en el “tiempo del fin”. De manera que la aplicación de los “siete reyes” tiene que ver con el lapso que va de los comienzos de la historia, hasta el fin del tiempo.

Con respecto al número siete, vale la pena prestar atención a la definición que hace del mismo la pluma inspirada: “El número siete indica plenitud, y significa que el mensaje se extiende hasta el fin del tiempo” (HAp:483). Es bueno destacar que los cinco reyes que “han caído” de Apoc. 17:10, estaban en el pasado en el momento en que Juan escribía el Apocalipsis, y como pertenecen a la serie de siete, indica que la "plenitud del tiempo” (HAp:483), también debe extenderse hacia atrás en el desarrollo de la historia, hasta alcanzar el primer imperio que hubo sobre la tierra desde los días de Noé. (Para más información ver 1CBA, sobre Génesis 10:8-10).

Vistas así las cosas, entendemos que los cinco reyes que habían caído serían:

1°- Asiria, 2°- Egipto, 3°-Babilonia, 4°- Medo -Persia 5°- Grecia , 6°,el “uno es” de Apoc. 17.10, hace referencia a Roma que estaba reinando en ese momento; y 7°- el “otro aún no es venido”, está indicando a la nación que iba a hacer su aparición en el “tiempo del fin”, es decir la potencia identificada como la bestia que “tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero” (Apoc. 13:11). Entonces cabe preguntar: ¿Dónde colocamos al papado entre estos siete reyes? La explicación es muy sencilla; puesto que Daniel ve a Roma tanto pagana como papal como una sola bestia, es fácil deducir que el sexto rey se refiere tanto a la Roma pagana como la papal, que en las visiones van intrínsecamente unidas. Veamos pues si esto es cierto: En Daniel cap. 7:7 hace su aparición la cuarta bestia descripta como “espantosa y terrible” y que “tenía diez cuernos”; en la explicación que se hace de la misma posteriormente (v.24), se dice que “de aquel reino se levantarán diez reyes”; no dice que surgirá un quinto reino, sino que de “aquel” (en obvia alusión al Imperio Romano), iban a surgir a modo de continuación, diez reyes. No que la Roma pagana iba a continuar reinando, sino que otro poder con características distintas iba a ocupar su lugar. El libro El Gran Conflicto se ocupa de este tema como tambien Apocalipsis: “En el capítulo 13 (versículos 1-10, VM), se describe otra bestia, “parecida a un leopardo”, a la cual el dragón dio “su poder y trono, y grande autoridad”. Este símbolo como lo ha creído la mayoría de los protestantes, representa al papado, el cual heredó el poder y la autoridad del antiguo Imperio Romano”

“En el siglo sexto el papado concluyó por afirmarse. El asiento de su trono quedó definitivamente fijado en la ciudad imperial, cuyo obispo fue proclamado cabeza de toda la iglesia. El paganismo había dejado lugar al papado. El dragón dio a la bestia “su poder y su trono y grande autoridad”. (Apoc.13:2, VM; CS:492 y pág. 58).

Para afirmar aún más lo que venimos diciendo podemos citar las referencias de esta profecía en el libro de Daniel cap. 8:23, allí se alude claramente a las dos romas (pagana y papal), visualizándolas como “un rey”. En Apocalipsis cap. 12 se ve claramente manifestado el poder de Satanás que a su vez en un sentido derivado es símbolo de la Roma pagana, como extendiendo su dominio desde los días del nacimiento del Mesías, hasta la caída del poder papal al fin de los 1260 días o años.

Podríamos continuar citando textos sobre el tema, baste decir a los que quieran seguir ahondando en el mismo, que casi todas las referencias bíblicas encontradas en los libros de Daniel y Apocalipsis, se sincretizan la Roma pagana y papal como un solo poder que se iba a manifestar en la historia para perseguir al pueblo de Dios.

Entonces podemos decir ahora, sin estar lejos de la verdad, que las siete cabezas de Apocalipsis 17, que a su vez son “siete reyes” podrían conformarse de la siguiente manera: 1°) Asiria, 2°) Egipto, 3°) Babilonia, 4°) Medo –Persia, 5°) Grecia, 6°) Roma pagana y papal, y 7°) Estados Unidos.

Ineludiblemente debemos buscar aquí al “octavo” (vers. 11), para no confundir al lector y además despojarlo de toda duda. Con respecto a este rey la alusión es clara: hay que buscarlo “de entre los siete” (Idem), es decir que ya lo hemos mencionado en el párrafo de más arriba; inequívocamente se trata de la sexta, es decir Satanás o el papado según parece apuntar la profecía. Se dice que “la bestia que era y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.” (Idem). Este texto es la aclaración de uno anterior: “La bestia que has visto era, y no es, y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo a la bestia que era y no es, y será” (Apoc. 17:8). Para aclarar mejor el concepto conviene graficarlo de la siguiente manera:


SATANAS

ERA ANTES DEL MILENIO NO ES DURANTE EL MILENIO Y SERÁ DESPUÉS DEL MILENIO

EL PAPADO

ERA ANTES DE 1798 NO ES HERIDA DE MUERTE Y SERÁ HERIDA CURADA


Es de mi preferencia aplicar a Satanás esta profecía por las siguientes razones:

Por lo que se refiere a “subir del abismo” (vers. 8). Esta profecía ve su cumplimiento en Apoc. 20:1-3. Allí se ve a Satanás arrojado “al abismo” y atado en un sentido figurado durante mil años, durante los cuales no podrá salir de este mundo convertido en un desierto por ese período de tiempo. (Jeremías 4:23-28). La expresión “subir”, indicaría que esta bestia había sido arrojada previamente y por lo tanto deberá ser “desatada por un poco de tiempo” (Apoc. 20:3). A Juan se le indica que la bestia “está para subir del abismo e ir a perdición”, lo cual significa que después de un período corto de actividad luego de la resurrección de los impíos, Satanás será destruido. (Apoc. 20:7-10).

La expresión, “y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida”, está haciendo referencia a todos aquellos que resucitarán al fin de los mil años, éstos se “asombrarán viendo a la bestia que era y no es y será”. En aquel tiempo (al fin de los mil años), Satanás será “quebrantado por los mares en lo profundo de las aguas, tu comercio y toda tu compañía caerán en medio de ti, y sus reyes (los mismos que lo siguieron en el transcurso de la historia y ante la expectativa del juicio), temblarán de espanto; demudarán sus rostros. Los mercaderes en los pueblos silbarán contra ti; vendrás a ser espanto, y para siempre dejarás de ser... Todos los que te conocieron de entre los pueblos (aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida) se maravillarán (c.f. “asombrarán” de Apoc. 17:8), sobre ti; espanto serás y para siempre dejarás de ser. (Ezequiel 27:34-36; 28:19).

Porque la “bestia escarlata” (roja, bermeja) llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos” de Apoc. 17:3, es similar al “dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos” de Apoc. 12:3; además podríamos decir para hacer notar la diferencia que en Apoc. 17 la bestia papal está representada en la mujer que “estaba sentada sobre una bestia” y no en la bestia de siete cabezas. Para simplificar la visión, podríamos imaginarnos a Satanás vestido de rojo, cargando en sus espaldas a una mujer “vestida de púrpura y escarlata, adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en su mano un cáliz de oro lleno de abominaciones, y de la inmundicia de su fornicación” (Apoc. 17:4).

Bien, no queremos apartarnos del tema que veníamos hablando, pero se hacía necesario en algunos puntos que tienen que ver con Daniel 11. ¿En qué aspecto?, en el que respecta a la cronología. El cap. 17 de Apocalipsis sigue un orden secuencial de la historia y se ordena en forma cronológica a los siete reyes mencionados desde un comienzo y hasta el fin de la historia. El mismo principio debería ser aplicado en el libro de Daniel y especialmente el cap. 11, pues es poco probable que la Inspiración pase por alto a este reino que iba a regir a las naciones en el “tiempo del fin”, por lo tanto bien podríamos aplicar la séptima cabeza como reinando en el período enmarcado en los vers. 36-39 de Daniel 11. El hecho que no se conozca todavía claramente estos temas es porque esta parte de la profecía iba a permanecer sellada hasta nuestros días. Esto está aclarado por E. G. de White como “la porción de la profecía de Daniel que se refiere a los últimos días”. (HAp:482).

Para profundizar aún más el sentido de lo que venimos diciendo, vamos a citar algunos párrafos de la pluma inspirada:

“Lo que fue revelado a Daniel fue complementado más tarde por la revelación que se le hizo a Juan en la isla de Patmos. Estos dos libros deben ser estudiados cuidadosamente. Dos veces Daniel preguntó: ¿Cuándo será el fin del tiempo?” “Y yo oí, pero no comprendí. Dije pues: Señor mío, ¿Cuál será el resultado de estas cosas? Mas él respondió: Anda, Daniel: que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”

“Fue el León de la tribu de Judá quien quitó el sello del libro y le dio a Juan la revelación de lo que sucedería en estos últimos días”.

“Daniel cumplió su misión de dar testimonio, el cual fue sellado hasta el tiempo del fin, cuando el mensaje del primer ángel debía ser proclamado al mundo... Al libro de Daniel se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan, lo cual nos permite avanzar hasta las últimas escenas de la historia de este mundo... Leed el Apocalipsis en relación con Daniel. Enseñad estas cosas” (TM:114-115).

La inspiración nos señala mediante estos sencillos textos, que sólo una parte del capítulo 11 de Daniel sería sellado hasta el fin, esa parte es por supuesto la última porción del capítulo y que es el tema de nuestro estudio.

Al iniciarnos en el capítulo siguiente nos centraremos más detalladamente en el texto señalado en el versículo 36 del tema que es de nuestro particular interés.

Una nación degradada.-

Si es cierto que Daniel 11:36 debe aplicarse a los Estados Unidos de América, también deberá coincidir lo que de él se menciona en los versículos subsiguientes.
Como hicimos referencia en capítulos anteriores, esta profecía parece no contener símbolos, sin embargo sin ellos se nos hace difícil encontrar una relación entre los hechos históricos que se producen en este período y lo que está profetizado acerca de este rey. Podríamos decir que la mayoría interpreta estos textos como aplicándose al poder papal, y a pesar de que otros ven allí todo lo contrario, sin embargo, debemos admitir que hay un gran parecido con las actividades del “cuerno pequeño”.

La clave para dilucidar todo esto, hay que buscarla en los acontecimientos históricos ligados a la nación norteamericana, que precedieron al desembarco en las playas de América (es decir los padres fundadores), y en la cronología de los hechos narrada por Juan en Apocalipsis.

La razón por la cual los sucesos de la nación americana parecen confundirse con los de la actividad papal, es porque esta nación tiene una actividad análoga a la de la iglesia romana. Hay un proceso de degradación que se ve cumplido en las páginas de su historia que va desde una pureza inicial llevada por los reformadores a una apostasía abominable, tal cual ocurriera con los primeros cristianos y que culminó con el desarrollo del papado.

El último libro de Juan nos muestra a esta nación teniendo “dos cuernos semejantes a los de un cordero” (Apoc. 13:11). Este símbolo es apropiado aplicarlo a los E.E.U.U. en el período de su nacimiento. El cordero es un símbolo de Cristo, y podemos decir que los pioneros que ocuparon pacíficamente las tierras americanas reflejaban la imagen del Redentor. Al respecto, el pastor Price dice lo siguiente: “En sus primeras etapas los dos cuernos como de un cordero indican que la bestia es benigna e inofensiva. La libertad civil y religiosa, tan característica de los E.E.U.U., es mas apropiadamente representada por los dos cuernos como de un cordero de esta criatura. Por cierto significan que en esta etapa de su carrera, esta bestia de dos cuernos es buena, no mala” (“El tiempo del fin” de George Price. Ed. CAP 1975 pág. 19). Y Elena de White se pronuncia así: “Los dos cuernos semejantes a los de un cordero representan juventud, inocencia y mansedumbre, rasgos del carácter de los Estados Unidos cuando el profeta vió que esa nación subía en 1798” (CS pág. 494).

En la historia de aquella época quedó reflejado el modo de vida de aquellos primeros colonos. El Gran Conflicto dice al respecto:

“Con el fin de asegurar lo que buscaban, “se contentaban con ganar apenas su subsistencia y se acomodaban a una vida de frugalidad y de trabajo. No pedían de aquel suelo sino la justa retribución de su propio trabajo. Ninguna visión de oro venía a engañarlos en su camino... Se conformaban con el progreso lento pero firme de su estado social. Soportaban pacientemente las privaciones de la vida rústica, y regaron con sus lágrimas y con el sudor de su frente el árbol de la libertad, hasta verlo echar profundas raíces en la tierra”.

“La Biblia era considerada como la base de la fe, la fuente de la sabiduría y la carta magna de la libertad. Sus principios se enseñaban cuidadosamente en los hogares, en las escuelas y en las iglesias, y sus frutos se hicieron manifiestos, en lo que se ganó en inteligencia, en pureza y en templanza. Podíase vivir por años entre los puritanos “sin ver un borracho, ni oír una blasfemia ni encontrar un mendigo” (Bancroft, parte 1, cap. 19). Quedaba demostrado que los principios de la Biblia son las más eficaces salvaguardias de la grandeza nacional. Las colonias débiles y aisladas vinieron a convertirse pronto en una confederación de estados poderosos, y el mundo pudo fijarse admirado en la paz y prosperidad de una “iglesia sin papa y un estado sin rey”. (CS:340-341).

Tal era el sentimiento que acompañaban a aquellos piadosos hombres que habitaron al principio la nación americana. Estos eran los verdaderos padres de esta nación, que luego iba a crecer en grandeza y gloria y hacerse fuerte entre las naciones. Pero... con el correr del tiempo se iba a ver surgir nuevamente la apostasía. El versículo que estamos tratando dice así:

“Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá” (Daniel 11:36)

“Y el rey hará su voluntad”. ¿De qué manera vemos cumplido este acontecimiento?. El texto introducido aquí no nos muestra a la nación al comienzo de su reinado, su revelación fue ampliada por Juan muchos años después como vimos al inicio de este capítulo. El texto aludido, mas bien está indicando un período posterior, una época que aún está en el futuro, pero que veremos pronto su cumplimiento. ¿Qué significado tiene la expresión “hará su voluntad”?. Tiene que ser algo que esté en contra de Dios el Creador, como lo revela el texto inmediatamente después. No es difícil encontrar el significado, luego de todas las revelaciones que nos fueron dadas acerca de este poder. Esta nación en un acto de soberbia extenderá su mano y al igual que su antecesor “intentará cambiar los tiempos y la ley”(Dan.7:25), y es en este sentido que se repetirá la historia. “La ley de Dios es una revelación de su voluntad”(CS 487), por lo tanto lo que se pretende es anularla, colocando en el lugar donde Dios estableció su sello, otro signo de autoridad humana: “la marca de la bestia”. (Apoc. 13:17). Al unirse nuevamente la iglesia y el estado, se repetirá la historia pasada, la tribulación asediará nuevamente a los hijos de Dios, pero se nos asegura que no será por un largo tiempo sino por un “breve tiempo” (Apoc. 17:10).
De esta manera la nación mencionada se “engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas”, la profecía agrega además que “hablaba como dragón”. (Apoc. 13:11).
“El hablar de la nación son los actos de las autoridades legislativas y judiciales. Por estos actos la nación desmentirá los principios liberales y pacíficos... La predicción de que hablará “como dragón” y ejercerá toda la “autoridad de la primera bestia” anuncia claramente el desarrollo del espíritu de intolerancia y persecución”. (CS 495).

Cuando esta nación se levante para perseguir a los hijos de Dios entonces todo acto de crueldad será tomado como haciéndose contra Cristo mismo: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40). En este sentido al quitar la vida a sus súbditos, además de oprimirlos y obligarlos a que pisoteen su ley, la nación que aludimos se pondrá en abierta oposición a Dios en una actitud desafiante.

“El Señor del cielo permite que el mundo elija a quién quiere tener como gobernante. Lean todos cuidadosamente el capítulo 13 de Apocalipsis, porque concierne a todo ser humano, ora por el Dios verdadero y viviente, quien ha dado al mundo el monumento conmemorativo de la creación, el Sábado o séptimo día, ora por un falso día de descanso, instituido por los hombres que se han exaltado por encima de todo lo que se llama Dios o que se adore, que han tomado sobre sí mismos los atributos de Satanás para oprimir a los leales y fieles que observan los mandamientos de Dios. Este poder perseguidor hará obligatorio el culto de la bestia, insistiendo en la observancia del día de reposo que él ha instituido. Así blasfema contra Dios, “sentándose en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (3 MS:485).

“... y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá”.

La prosperidad de la nación puede ser interpretada de dos maneras, la primera puede referirse a su posición exaltada entre las naciones: “Como silenciosa semilla crecimos hasta llegar a ser un imperio” (G. A. Townsed, The New Compared with the Old, pág. 462). Un periódico europeo habló en 1850 de los Estados Unidos como de un imperio maravilloso, que surgía y que “en el silencio de la tierra crecía constantemente en poder y gloria”. (CS:493).
La segunda opción podría referirse al intento de la nación de usurpar el lugar de Dios intentando legislar por su cuenta las leyes que solo Dios puede modificar, es decir que se le permitirá avanzar a su gusto “hasta que sea consumada la ira” es decir hasta la finalización del tiempo de gracia, al final del cual la bestia será “apresada y con ella el falso profeta que había hecho las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia” (Apoc. 19:20).

“Porque lo determinado se cumplirá”, es decir “hasta que se cumplan las palabras de Dios” (Apoc. 17:17). Dios dejará a los impíos desarrollar al máximo sus planes, cuanto más terrible sea la furia desatada contra los fieles, tanto más exaltado será el nombre de Dios. Sus hijos en medio del torbellino, reflejarán su gloria, la gloria de Aquel que los amará hasta el fin y no dejará que ninguno perezca.

Hijos desobedientes.-

“Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres, ni respetará a dios alguno porque sobre todo se engrandecerá” (Daniel 11:37 RVR)

Nos introducimos aquí en dos fases distintas en la historia de la nación americana. La primera al comienzo de su nacimiento. La segunda en los días de su caída espiritual. Al referirse el texto al “Dios de sus padres”, no es posible centrar este acontecimiento sino al comienzo de su gestación. De ello hemos hablado en el capítulo anterior al referirnos a los Estados Unidos como de una “bestia semejante a un cordero” (Apoc. 13:11).

La indicación “Del Dios de sus padres no hará caso”, está aludiendo a un proceso de apostasía introducida por sus hijos en algún momento de su historia. Como este poder iba a reinar en el denominado “tiempo del fin” y está en el contexto del desarrollo del triple mensaje angélico de Apocalipsis 14, este acontecimiento iba a ver su cumplimiento en los días del mensaje del segundo ángel, el cual había predicho su decadencia espiritual: “Y otro ángel le siguió, diciendo: ha caído, ha caído Babilonia aquella grande ciudad, porque ella ha dado de beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación”. (Apoc. 14:8).
El mensaje que acabamos de leer está comentado como sigue:

“El mensaje de Apoc. 14, que anuncia la caída de Babilonia, debe aplicarse a comunidades religiosas que en un tiempo fueron puras y luego se han corrompido. En vista de que este mensaje sigue al aviso del juicio, debe ser proclamado en los últimos días, y no puede por consiguiente referirse sólo a la iglesia romana, pues dicha iglesia está en condición caída desde hace muchos siglos”

“Muchas de las iglesias protestantes están siguiendo el ejemplo de Roma, y se unen inicuamente con “los reyes de la tierra”... “Y la expresión Babilonia –confusión- puede aplicarse acertadamente a esas congregaciones que, aunque declaran todas que sus doctrinas derivan de la Biblia, están sin embargo divididas en un sinnúmero de sectas, con credos y teorías muy opuestos” (CS:433-434).

De que los padres de la nación formaban parte del pueblo de Dios no cabe duda alguna. Mientras ellos “regaron con sus lágrimas y con el sudor de su frente el árbol de la libertad” (CS pág. 341), sus hijos iban a hacer todo lo contrario. “No harán caso del Dios de sus padres”. A esta altura de los acontecimientos, vemos cumplida la profecía en las crónicas de la historia de esta nación. Un comentario inspirado acerca de este hecho dice así:

“Cuando murieron sus fundadores, que poseían el verdadero espíritu de reforma, sus descendientes se adelantaron y “dieron nueva forma a la causa”. Mientras se atenían ciegamente al credo de sus padres y se negaban a aceptar cualquier verdad que fuese más allá de lo que veían, los hijos de los reformadores se alejaron mucho de su ejemplo de humildad, de abnegación y de renunciación al mundo. Así “la simplicidad primitiva desaparece”. Una ola de mundanalidad invade la iglesia “trayendo consigo sus costumbres sus prácticas y sus ídolos”.
“¡Ay, hasta qué grado esa amistad con el mundo, que es “enemistad contra Dios”, es fomentada actualmente entre los que profesan seguir a Cristo! ¡Cuánto no se han alejado las iglesias nacionales de toda la cristiandad del modelo bíblico de humildad, abnegación, sencillez y piedad!” (CS:435-436).

“Los gobiernos protestantes llegarán a una situación extraña. Se convertirán al mundo. Además de su separación de Dios, obrarán para convertir la falsedad y la apostasía de Dios en ley de la nación”. (Artículo “Tiempos peligrosos” en GBC, tomo 3, N° 5, primer trimestre de 1900, pág. 114). (Extraído de Preparación para la crisis final”, de Fernando Chaij. Ed. ACES, pág. 87).

Hemos visto cómo esta nación, que en un principio sostuvo en alto los ideales de la virtud, vivió un proceso de degradación que fue anunciada por el mensaje del segundo ángel a partir de 1844. Las dos potencias (papal y americana), tuvieron en sus orígenes a verdaderos cristianos, las dos sufrieron con el tiempo un cambio que las precipitó al abismo de la corrupción. Así como la iglesia romana tuvo su origen en los apóstoles, representada en el Apocalipsis por el caballo blanco de la pureza, tuvo un cambio en su coloración, pasando al rojo de la sangre, después al negro del oscurantismo, para caer finalmente en el amarillo de la muerte. Así también, la nación norteamericana en un principio iba a tener la pureza de los reformadores, que al instalarse en un territorio libre de opresión, formaron una nación “semejante a un cordero de dos cuernos”, para hacer oír finalmente su voz como “dragón”.

De que el papado ve la luz de su nacimiento en los días de los apóstoles, queda confirmado por la siguiente cita: “El papado es precisamente lo que la profecía declaró que sería: la apostasía de los primeros días. (2 Tes. 2:3-4)” (CS:627)., pero lo peor de todo es que encuentra quien le imite a sabiendas de lo que fue en el pasado, ese alguien es el protestantismo apóstata que al final de los días levantará una “imagen de la bestia”.

“No sin razón se ha asegurado que en los países protestantes el catolicismo no difiere ya tanto del protestantismo como antes. Se ha verificado un cambio; pero no es el papado el que ha cambiado. El catolicismo se parece mucho en verdad al protestantismo de hoy día debido a lo mucho que éste ha degenerado desde los días de los reformadores”. (CS pág. 627).

Esta es la razón por la cual esta nación y la bestia papal se asemejan y es el motivo por el cual se pueden confundir fácilmente los textos narrados en los versículos 36-39 como aplicándose a uno u otro poder, pues los dos son potencias político-religiosas.

¿Puede aplicarse el símbolo más adecuadamente a otros reinos?. Algunos ven en los “padres” mencionados en la profecía a los que dieron origen con su filosofía al catolicismo romano, como lo hemos observado en su desarrollo a través de la historia. No es sencillo aplicar el cumplimiento profético de Daniel 11 a los padres de la iglesia romana, pues éstos contribuyeron con su filosofía a la degradación del cristianismo y en este sentido sus hijos siguieron su ejemplo. Precisamente éstos con el correr del tiempo, usaron “argumentos y sofismas con las tradiciones de los padres y la autoridad de la iglesia, muchos trataron de echar abajo la verdad”. (CS:508) Además los padres mencionados en la profecía eran hombres justos, no apóstatas como lo demuestra la historia de la iglesia romana. Entonces: ¿Cómo puede aplicarse la referencia del texto a la iglesia de Roma que dice: “del Dios de sus padres no hará caso?. Las generaciones que siguieron a los padres del catolicismo no desobedecieron, sino más bien siguieron su ejemplo.
Una prueba más de que los “padres” mencionados por Daniel eran hombres de Dios, la da el verso siguiente. Allí se ve claramente que estos progenitores no se inclinaban ante dioses ajenos: “Mas honrará al dios de las fortalezas, “dios que sus padres no conocieron”. (Daniel 11:37). Este texto no deja dudas en cuanto a qué clase de personas fueron los padres de este rey mencionado en el v.36. En cambio, a los que con su filosofía pagana desviaron al catolicismo de la verdad, se los ve en el día del juicio ante el Juez del universo como muestra la siguiente cita: “Allí están presentes los así llamados padres que tienen que rendir a Dios una cuenta de la que bien quisieran librarse” (CS:726).

En otro orden, a los que ven el cumplimiento de esta profecía como aplicándose a los padres de la nación francesa, diremos que tal nación no puede jactarse de haber tenido adoradores del Dios verdadero a lo largo de su historia, y mucho menos en sus comienzos. En los mismos vemos al rey Clodoveo como a un “joven atrevido y amigo de combatir. No tenía más que un reino pequeñísimo al sur de Bélgica, y la Galia estaba todavía dividida entre varias bandas de guerreros bárbaros. Clodoveo pasó su vida combatiéndolos”. (Hist. Universal, tomo 3, pág. 37. Ed. Granda, Buenos Aires, 1967). Los comentadores que se inclinan por esta posición tratan de hacer aparecer a Clodoveo como un padre piadoso de la nación francesa, por el hecho de haberse bautizado en el cristianismo católico, pero debemos decir que estar bautizado no es sinónimo de conversión, como quedaría registrado en su vida, al poner a disposición del papado sus ejércitos. Por esta razón fue llamado “Hijo mayor de la iglesia”, al ganar para la sede romana varias batallas que prepararon el camino para la asunción del poder por parte del obispo de Roma.
En conclusión, resulta dificultoso aplicar la referencia “padres”, tanto al catolicismo romano como a la nación francesa. En cambio es mayor la armonía cuando aplicamos el texto a los que abrazaron la fe reformada. Estos fueron los verdaderos padres que con el correr del tiempo fundaron la nación norteamericana.

“Ni del amor de las mujeres” (v. 37).

Un prestigioso comentador dice al respecto: “La palabra hebrea que se traduce por mujer se rinde también por esposa; y Tomás Newton observa que este pasaje quedaría mejor interpretado si dijera “el deseo de las esposas” (Las profecías de Daniel y Apocalipsis por Urías Smith, pág. 231).

Si bien el pastor Smith aplica la interpretación del símbolo a los resultados funestos de la revolución ateísta francesa que culminó con una ola de divorcios que afectó la unidad de la familia, no es mi intención apoyar aquí tal postura. Con respecto al autor de la obra mencionada, puedo decir con total certeza, que fue para mi experiencia personal de gran inspiración como no lo ha sido otro comentador de las profecías. Ojalá la iglesia pudiera seguir editando estas obras que tantas contribuciones dio al pueblo adventista a lo largo de su historia.

Otros expositores observan el versículo que estamos tratando como aplicándose al celibato de los ministros de la Iglesia Católica, la cual no permite la unión matrimonial de aquellos que desean ser ordenados sacerdotes.

Pero, ¿qué otro significado puede rendirse a la expresión “mujeres” o “esposas”, o de las palabras “amor” o “deseo”?. Aquí ineludiblemente debemos valernos de los símbolos. Una apreciación similar se obtiene en el Apocalipsis referida a los 144.000: “Estos son los que no se contaminaron con mujeres pues son vírgenes”. (Apoc. 14:4). Indudablemente los adventistas conocemos el símbolo a la perfección. Mujer es sinónimo de iglesia, y el hecho de que está en plural nos indica que son iglesias. ¿Hubo en el pasado en la historia de la nación norteamericana, un pluralismo de ideas religiosas?. Por supuesto que sí, pues los colonizadores de este país eran creyentes de diversos credos como lo prueba su historia. De modo que la expresión “mujeres” estaría indicando que los padres de la nación mencionada pertenecían a distintos credos o iglesias.

Pero esto no basta para confirmar todo lo que el texto quiere decir; la enunciación es mucho más abarcante de lo que a simple vista podemos observar. Debemos también buscar interpretar las palabras “amor de las mujeres” o “deseo de las esposas”.

¿Qué significado pueden dar estos símbolos y de cuál modo se pueden aplicar en el cumplimento de esta profecía?. Esto tiene que ver con los sentimientos que tuvieron los padres de la nación, cuando su triste experiencia en el Viejo Mundo, los impulsó a buscar más allá de sus fronteras un lugar donde podían sentar las bases de un gobierno que respetara la libertad de conciencia. El amor a la libertad, el deseo de servir a Dios en una patria libre, indujo a estos hombres a cruzar la inmensidad del océano, en busca de tan preciado don; y cuando por fin lograron encontrar lo que sus corazones anhelaban, establecieron una “iglesia sin papa y un estado sin rey” (CS:341).
Variadas son las referencias que podemos encontrar al respecto en el libro el Gran Conflicto:

“El deseo de tener libertad de conciencia fue lo que dio valor a los peregrinos para exponerse a los peligros de un viaje a través del mar, para soportar las privaciones y riesgos de las soledades selváticas y con la ayuda de Dios echar los cimientos de una gran nación en las playas de América. (CS:337) (La cursiva es del autor).

“Y cuando les pareció ver la mano de Dios señalándoles hacia más allá del mar una tierra donde podrían fundar un estado y dejar a sus hijos el precioso legado de la libertad religiosa, avanzaron sin miedo por el camino que la Providencia les indicaba.” (CS:335).

“El principio fundamental de la colonia de Rogelio Williams era “que cada hombre debía tener libertad para adorar a Dios según el dictado de su propia conciencia”. Su pequeño estado. Rhode Island, vino a ser un lugar de refugio para los oprimidos y siguió creciendo y prosperando hasta que su principio fundamental – la libertad civil y religiosa- llegó a ser la piedra angular de la república americana de los Estados Unidos” (CS:339).

Ahora bien, la profecía nos indica que sus descendientes no harían caso del “amor de las mujeres”. ¿En qué sentido lo dice?. En el sentido que harán todo lo contrario. Los padres de la nación buscaron con acierto una patria libre donde ejercer sus derechos; al encontrarla dieron forma al carácter de la nación sobre la base de su experiencia pasada. Buscaron la manera que la misma no se repitiera en sus días y también para sus descendientes. De ese modo establecieron los principios que dieron origen a la constitución americana.

“Los fundadores de la nación procuraron con acierto que la iglesia no pudiera hacer uso del poder civil, con los consabidos e inevitables resultados: la intolerancia y la persecución. La constitución garantiza que “el congreso no legislará con respecto al establecimiento de una religión ni prohibirá el libre ejercicio de ella”, y que “ninguna manifestación religiosa será jamás requerida como condición de aptitud para ninguna función o cargo público en los Estados Unidos. (CS:495).

La constitución de los Estados Unidos es la única en el mundo que se formó basándose en la triste experiencia en la cual los descendientes de los reformadores soportaron penurias, persecución y muerte en los días de la opresión papal. El amor a Dios y el amor al prójimo indujeron a los colonos a formar una constitución que protegiera a los ciudadanos de los abusos de un estado opresor. Buscaron garantizar a cada hombre que habitara su suelo, la libertad de sentir y expresarse de acuerdo a los dictados de su propia conciencia. En esto pues consiste el “amor de las mujeres”.

A todo lo dicho, podemos agregar una cita más de la inspiración en referencia a este tema.

“Los que formularon la Constitución reconocieron el principio eterno de que la relación del hombre se halla por sobre toda legislación humana y que los derechos de la conciencia son inalienables. No se necesitaba argumentar para establecer esta verdad; pues la sentimos en nuestro mismo corazón. Fue este sentimiento el que, desafiando leyes humanas, sostuvo a tantos mártires en tormentos y llamas. Reconocían que su deber para con Dios era superior a los decretos de los hombres y que nadie podía ejercer autoridad sobre sus conciencias”. (CS:340).

Ahora vemos más claramente que la frase “amor de las mujeres” hace alusión a la Constitución americana, la cual se logró a un costo muy elevado y que como resultado de la apostasía, los hijos de los reformadores no harán caso.

El gobierno de los Estados Unidos repudiará todo principio de constitución cuando la apostasía se manifieste en la unión del poder civil y religioso. La Carta Magna que fue en otros tiempos garantía de la libertad civil y religiosa ya no será más respetada, y como resultado de esto la historia se repetirá. Volverán a encenderse los fuegos de la persecución y los que quieran adorar al verdadero Dios serán perseguidos por los hijos de aquellos que en otro tiempo sostuvieron en alto el estandarte de la cruz.

“Cuando las iglesias principales de los Estados Unidos, uniéndose en puntos comunes de doctrina, influyan sobre el estado para que imponga los decretos y las instituciones de ellas, entonces la América protestante habrá formado una imagen de la jerarquía romana, y la aplicación de las penas civiles vendrá por sí sola”. (CS:498).

“Ni respetará a dios alguno por que sobre todo se engrandecerá” (v.37)
Esta parte del texto es una repetición de lo dicho en el análisis del versículo 36. Allí dice que “se engrandecerá sobre todo dios; y contra el dios de los dioses hablará maravillas”. Como esta referencia la hemos acotado, no es necesario introducir aquí algún otro comentario.

Cruzando el Abismo.-

“Más honrará en su lugar al dios Mauzim, dios que sus padres no conocieron: honráralo con oro y plata, y piedras preciosas, y con cosas de gran precio”. (Daniel 11:38 RVA).

Antes de buscar interpretar esta parte de la profecía, diremos que las dos versiones de uso más corriente ven su cumplimiento en la adoración de los santos y de la Virgen María por un lado, y en el culto de la diosa Razón por el otro. Al comentar este texto el Comentario Bíblico dice lo siguiente:

“Algunos interpretan este versículo como una referencia al culto a la Razón instituido en París en 1793. Dándose cuenta de que la religión era necesaria para que Francia se mantuviera fuerte a fin de cumplir su meta de extender la Revolución por toda Europa, algunos de los dirigentes en París trataron de establecer una nueva religión, con la razón personificada en forma de diosa. Esto fue seguido después por el culto al “Ser Supremo” –la naturaleza deificada- que podía considerarse apropiadamente como un “dios de fortalezas o fuerzas”.

“Otros entienden que aquí se hace referencia a las oraciones dirigidas a los santos y a la Virgen María; otros consideran que es la alianza de Roma con los poderes civiles y sus esfuerzos premeditados para conseguir que las naciones cumpliesen la voluntad de Roma”.

No vamos a objetar a estas dos versiones, pues en verdad se trata de dioses ajenos. Sin embargo queda aún por ver que aplicación podemos darle cuando se trata de la nación americana. La profecía que estamos presentando nos exige observar este detalle minuciosamente. El comentario bíblico hace un análisis de la palabra Mauzim y la traduce como sigue:

“Dios de las fortalezas. Heb. ‘eloah ma’uzzim. Los comentadores han interpretado esta expresión en formas muy diversas. Algunos la consideran como un nombre propio, “al dios Mauzim” (RVA). Sin embargo, no se conoce en ninguna parte un dios de tal nombre. Puesto que ma’uzzim parece ser el plural del heb. ma’oz “refugio”, “fortaleza”, que aparece varias veces en este capítulo (vers. 7, 10, 19, 31), pareciera mejor entender estas palabras como “dios de las fortalezas”, o “dios de refugios”.

¿A quién puede aplicarse más acertadamente el término “Mauzzim” o “dios de las fortalezas”?. El profeta Daniel observa que la cuarta bestia –símbolo del papado- era “espantosa y terrible y en gran manera fuerte” (Dan. 7:7). Y en el capítulo 8 nos indica que “su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia” (vers. 24). En este contexto podemos decir que el dios “Mauzzim” o “dios de las fortalezas” es el papado, con el cual la nación americana haría alianza, honrando de esta manera a un dios ajeno que sus padres no conocieron.

Ahora podemos apreciar más claramente lo que el texto nos está queriendo decir en referencia a “Mauzzim”, por lo cual podemos apreciar más fácilmente el término.
A la nación americana no le bastó con apartarse de la verdad solamente. En su caída, iba a hacer alianza con aquel poder que hostigó a sus padres durante más de mil años. ¡Qué unión tan extraña! ¡El opresor y el oprimido se unen en una estrecha relación que los envuelve en la fatalidad! Juntos estos dos poderes marchan unidos y toman decisiones cuyo desenlace final les acarreará espantosa ruina. El apóstol Juan logra vislumbrar las escenas finales del conflicto y la tan lamentable situación en que ahora se encuentran aquellos que, habiéndose elevado contra el Dios del cielo, no previeron sus consecuencias. “Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y habían adorado su imagen: Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago que arde con azufre” (Apoc. 19:20).

La Palabra de Dios nos advierte que el poder papal iba a arrogarse títulos divinos. Demostrar tal aserto es una tarea sencilla, puesto que tal suceso ha sido destacado no solamente por la historia, sino también por la profecía, como lo declara el apóstol Pablo en una de sus epístolas haciendo referencia a aquel “inicuo que se sienta en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios”. (2 Tes. 2:4).
Inocencio III, que según la historia fue el más poderoso de todos los papas, decía que “el papa en la tierra ocupa el lugar de Dios”, que es “el Vicario, es decir el sustituto de Dios”. “El Señor, decía, ha dado a San Pedro, no solamente toda la Iglesia, sino el mundo entero para gobernar”. Decía asimismo: “El poder es dado a los príncipes en la tierra, a los papas el poder les es dado también en el cielo. A los príncipes no se les da más que sobre los cuerpos, a los papas sobre las almas. Por eso, tanto como es superior el alma al cuerpo, tanto el Papa es superior a la realeza”. Son suyas también estas palabras: “Dios el creador del mundo, ha puesto en el cielo dos grandes luminarias: una grande, el sol, preside de día; otra pequeña, la luna brilla en la noche. De igual modo, en el firmamento de la iglesia universal ha instituido dos altas dignidades: la más grande, la autoridad pontificia; la más pequeña, el poder real; la más grande para presidir las almas como el sol los días; la más pequeña, para dirigir los cuerpos como la luna las noches. Y lo mismo que la luna recibe la luz del sol, así el poder real recibe su esplendor de la autoridad pontificia” (Hist. Univ. de Charles Seignobos t. 3, pág. 201).

Más claramente aún esta arrogancia está presentada en el apéndice del libro El Gran Conflicto:

“Pág. 54 Títulos.- En un pasaje que forma parte del derecho canónico, el papa Inocencio III declara que el pontífice romano es “vicario de Dios en la tierra, no de un mero hombre, sino del mismo Dios;” y en una glosa del trozo se explica que esto es así debido a que el papa es el vicario de Cristo, el cual es “verdadero Dios y verdadero hombre”.

En cuanto al título “Señor Dios el Papa”, véase una glosa de las Extravagantes del papa Juan XXII, título 14, cap. 4, “Declaramus”. En una edición de las extravagantes, impresa en Amberes en 1854, se encuentran en la columna 153 las palabras “Dominum Deum nosotrum Papam”(Nuestro Señor Dios el Papa) En una edición de París, del año 1612, se hallan en la columna 140. En varias ediciones publicadas desde 1612, se ha omitido la palabra “Deum” (“Dios”). (CS:738).

Lo que queda por ver es de qué manera los Estados Unidos honrarán al dios Mauzimm, es decir según nuestra interpretación, al papado. El Gran Conflicto nos da un indicio de la manera en que se verificará dicho evento:

“Pero cuando la observancia del domingo sea impuesta por la ley, y el mundo sea ilustrado respecto de la obligación del verdadero día de descanso, entonces el que transgrediere el mandamiento de Dios para obedecer un precepto que no tiene mayor autoridad que la de Roma, honrará con ello al papado por encima de Dios: rendirá homenaje a Roma y al poder que impone la institución establecida por Roma, adorará a la bestia y su imagen. Cuando los hombres rechacen entonces la institución que Dios declaró ser el signo de su autoridad, y honren en su lugar lo que Roma escogió como signo de su supremacía, ellos aceptarán de hecho el signo de la sumisión a Roma.”

“La imposición de la observancia del domingo por parte de las iglesias protestantes es una imposición de que se adore al papado, o sea, la bestia. Los que comprendiendo las exigencias del cuarto mandamiento, prefieren observar el falso día de reposo en lugar del verdadero, rinden así homenaje a aquel poder, el único que ordenó su observancia... de aquí que la imposición de la observancia del domingo equivaldría a imponer la adoración de la bestia y de su imagen.” (CS:502) (La cursiva es del autor).

“Y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?. (Apopc. 13:4). De esta manera queda en claro cómo se producirá en el futuro la adoración del dios “Mauzzim”, es decir el papado. Podemos notar cómo la Inspiración repite casi con las mismas palabras, lo que el profeta Daniel escribió hace más de 2500 años. No hace falta introducir mayores comentarios en cuanto al significado de este texto, pues las citas inspiradas son más que elocuentes al respecto. Está claro que los Estados Unidos, a través de la imposición de leyes dominicales, introducirá en su experiencia religiosa, la adoración de un dios ajeno. Este como lo hemos hecho notar con claridad es el papado.

“...dios que sus padres no conocieron”(vers. 38).

No está diciendo el texto aquí, que los reformadores desconocían la existencia del papado, sino que le aborrecían y no claudicaban ante sus pretensiones. Ponemos por ejemplo el hecho de que Jesús a muchos de los que honran su nombre sólo de labios, les dirá en aquel gran día final “no os conozco”. En este sentido la palabra “conocer”, está indicando una estrecha relación entre una persona y otra, o si se prefiere en el caso de los reformadores, entre éstos y el poder papal. “No conocieron” significa claramente que los padres de esta nación no aceptaron ser influidos por este poder apóstata, en todo el tiempo en que les tocó vivir bajo los dominios temporales del obispo de Roma. Con respecto a esto, un incidente registrado en el Gran Conflicto nos da a entender, de qué modo se oponían a aquel poder los cristianos en el pasado:

“Os introducís en el templo del Señor y en él os eleváis como Dios; en vez de pastor, sois el lobo de las ovejas... e intentáis hacernos creer que sois el obispo supremo cuando no sois más que un tirano. (CS:278).

En la página 619 del Gran Conflicto menciona lo siguiente respecto de los padres de esta nación:

“Tiempo hubo en que los protestantes estimaban altamente la libertad de conciencia adquirida a costa de tantos sacrificios. Enseñaban a sus hijos a tener en aborrecimiento al papado y sostenían que tratar de congeniar con Roma equivaldría a traicionar la causa de Dios. Pero ¡cuán diferentes son los sentimientos expresados hoy”

Como lo hemos expuesto anteriormente, los hijos de estos padres piadosos, en una abierta y extraña apostasía, tenderán un puente sobre el abismo que los separa de Roma, y estrecharán lazos de unión que no serán rotos hasta la segunda venida de Cristo.

“Cuando nuestra nación (los EE.UU.) abjure de tal manera los principios de su gobierno que promulgue una ley dominical, en este acto el protestantismo dará la mano al papismo; y con ello recobrará vida la tiranía que durante largo tiempo ha estado aguardando ávidamente su oportunidad de resurgir en activo despotismo”. (2JT:318-319).

“El protestantismo extenderá una mano de camaradería al poder romano. Entonces habrá una ley contra el sábado de la creación de Dios, y es entonces cuando Dios “hará su extraña obra” (RH 9 de Marzo de 1886).

“Honráralo con oro y plata, y piedras preciosas, y con cosas de gran precio” (vers. 38).

Los que ven el cumplimiento como aplicables al papado, sostienen que se está haciendo referencia a los regalos y ofrendas con que se homenajeaban a la Virgen María y a los santos.
En otro sentido, tanto Urías Smith como el Comentario Bíblico, guardan silencio en lo que respecta a cómo debería aplicarse esta parte de la profecía a la nación francesa.
Ahora bien, ¿de qué manera debiera adaptarse el término a los Estados Unidos?. Podríamos decir que esta nación, al aliarse con el papado, prestará todo el apoyo político y económico para llevar a cabo sus planes; consistiendo éstos en obstruir la obra de Dios en la tierra por un lado, y en prestar apoyo a la institución romana por el otro.

Es de esperarse, que semejante despliegue de poder en pro de la imposición del domingo en el mundo entero, requiera también la utilización de ingentes recursos financieros para este fin.
En el capítulo que sigue, hemos de observar cómo se introduce un nuevo dios ajeno, con el cual esta nación se fortalecerá sobremanera.

La Triple Alianza.-

“Y con el dios ajeno que conocerá, hará a los baluartes de Mauzim crecer en gloria; y harálos enseñorear sobre muchos, y por interés repartirá la tierra” (Daniel 11:39 RVA).

A la experiencia de la nación norteamericana se la podría dividir en dos tiempos muy definidos. Uno antes y otro después de 1844. El primero un período de gran luz, el segundo uno de oscuridad. Los eventos que ocurrieron antes y después de esa fecha son conocidos. En el cielo se produjo un importante acontecimiento. En el mismo, el trono de Dios traspuso el velo, para ubicarse en el segundo departamento del Santuario.

Mientras en el tabernáculo de Dios se iniciaba el día del juicio; en la tierra caía Babilonia, los que no quisieron seguir a Jesús al interior del Lugar Santísimo.

Dijo el profeta: “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad los pueblos: mas sobre ti nacerá Jehová, y será vista su gloria. Y andarán las gentes a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Isaías 60: 2 y 3). Esto ocurrió especialmente en los días del gran chasco, cuando los hijos de Dios fueron iluminados por el resplandor del mensaje del segundo ángel. Los que recibieron la amonestación, siguieron a Jesús hasta el interior del segundo velo. En cambio aquellos que desecharon el mensaje fueron dejados en tinieblas. Elena White ilustra este evento en la visión que recibió con relación al Padre y el Hijo, en momentos en que iniciaban una nueva fase en sus ministerios:

“Vi al Padre levantarse del trono, y en un carro de llamas entró en el Lugar Santísimo, al interior del velo, y se sentó. Entonces Jesús se levantó del trono, y la mayoría de los que estaban prosternados se levantó con él. No vi un solo rayo de luz pasar de Jesús a la multitud indiferente después que él se levantó, y esa multitud fue dejada en perfectas tinieblas. Los que se levantaron cuando se levantó Jesús, tenían los ojos fijos en él mientras se alejaba del trono y los conducía un trecho. Alzó entonces su brazo derecho, y oímos su hermosa voz decir: “Aguardad aquí; voy a mi Padre para recibir el reino; mantened vuestras vestiduras inmaculadas, y dentro de poco volveré de las bodas y os recibiré a mí mismo.”

“Después de eso, un carro de nubes, cuyas ruedas eran como llama de fuego, llegó rodeado de ángeles, adonde estaba Jesús. El entró en el carro y fue llevado al lugar santísimo, donde el Padre estaba sentado. Allí contemplé a Jesús, el gran Sumo Sacerdote, de pie ante el Padre.” (PE:55).

Otra ilustración, nos es presentada en Mateo 22:1-14 y 25:1-13. Las parábolas de la fiesta de bodas y de las diez vírgenes nos brindan un panorama esclarecedor con respecto al juicio que se verifica en los cielos y los sucesos que se producen en la tierra. En el caso de la fiesta de bodas, la invitación fue aceptada por todos: “Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados” (Mat. 22:10). Este hecho se produjo en la voz del primer ángel, cuando se escuchó el dulce mensaje de la segunda venida, el mismo fue recibido con regocijo por algunos, con temor por otros, y por muchos con escepticismo. Estos últimos, al ser examinados por el rey, se los encontró desprovistos del vestido de bodas y por lo tanto fueron arrojados “en las tinieblas de afuera”.

Con relación a la parábola de las diez vírgenes la pluma inspirada hace el siguiente comentario:

“La proclamación: “¡He aquí viene el esposo!” dada en el verano de 1844, indujo a miles de personas a esperar el advenimiento inmediato del Señor. En el tiempo señalado vino el esposo, no a la tierra, como el pueblo lo esperaba, sino hasta donde estaba el Anciano de días en el cielo, a las bodas; es decir, a recibir su reino. “Las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y fue cerrada la puerta”. Su pueblo no iba a asistir en persona a las bodas ya que éstas se verifican en el cielo mientras que ellos están en la tierra. Los discípulos de Cristo han de esperar “a su Señor, cuando haya de volver de las bodas” (Luc.12:36, VM). Pero deben comprender su obra, y seguirle por fe mientras entra en la presencia de Dios. En ese sentido se dice que ellos van con él a la boda.” (Cristo en su Santuario:116).

Mientras la profetisa de Dios contemplaba la maravillosa escena en la cual Jesús fue trasladado por los ángeles al interior del velo, su atención es dirigida ahora hacia la compañía que había quedado atrás:

“Me di vuelta para mirar la compañía que seguía postrada delante del trono y no sabía que Jesús la había dejado. Satanás parecía estar delante del trono, procurando llevar adelante la obra de Dios. Vi a la compañía alzar las miradas hacia el trono, y orar: “Padre, danos tu Espíritu”. Satanás soplaba entonces sobre ella una influencia impía; en ella había luz y mucho poder, pero nada de dulce amor, gozo ni paz. El objeto de Satanás era mantenerla engañada, arrastrarla hacia atrás y seducir a los hijos de Dios.” (PE:55-56).

No mucho tiempo después iban a manifestarse los resultados de la apostasía. En los años que siguieron a 1844, un extraño poder surgía en medio de las tinieblas que ahora rodeaban a aquellos que habían rechazado el mensaje del primer ángel:

“En 1848, se oyeron golpes misteriosos en la casa de la familia Fox en Hydesville, localidad situada a unos 55 kilómetros al este de la ciudad de Rochester, estado de Nueva York. En aquella época, mientras se hacían diversas conjeturas acerca de lo que pudiera causar los ruidos, Elena de White, basada en la visión por la cual se le había indicado que se trataba de una manifestación espiritista, anunció que estos fenómenos iban a desarrollarse rápidamente y que, en el nombre de la religión, adquirirían popularidad y engañarían a muchísimos, al punto de desarrollarse en la obra maestra de engaño satánico de los últimos días.” (PE:300, Apéndice de notas generales).

Un año más tarde que comenzaran estas manifestaciones espiritistas, la pluma inspirada mencionaba lo siguiente:

“Vi que los golpes misteriosos de Nueva York y otros lugares provenían del poder Satánico, y que tales cosas se volverían cada vez más comunes y se revestirían de un manto religioso, con el fin de inducir a los engañados a sentirse seguros, y para desviar, si fuese posible, la atención del pueblo de Dios hacia ellas y hacerle dudar de las enseñanzas y del poder del Espíritu Santo”. (PE:43)

El 24 de agosto de 1850, y en relación con los mismos hechos dijo lo siguiente:

“Vi que los “golpes misteriosos” eran efecto del poder de Satanás. Algunos procedían de directamente de él, y otros indirectamente, por medio de sus agentes; pero todos dimanaban de Satanás. Eran su obra y la realizaba de distintos modos. Sin embargo, en las iglesias y en el mundo había muchos tan sumidos en densas tinieblas, que se imaginaban y sostenían que esos golpes misteriosos eran obra del poder de Dios”
“Vi que no tardaría en calificarse de blasfemia todo cuanto se dijera en contra de los golpes misteriosos, los cuales se irían extendiendo más y más, con incremento del poder de Satanás, y que algunos de sus adeptos tendrían poder para realizar milagros, hasta para hacer bajar fuego del cielo a la vista de los hombres. Se me mostró que por los golpes y el mesmerismo, estos magos modernos explicarían aún todos los milagros hechos por nuestro Señor Jesucristo, y que muchos creerían que todas las obras poderosas que hizo el Hijo de Dios cuando estuvo en la tierra, fueron hechas por este mismo poder.” (PE:59).

El rechazo del que fue objeto el mensaje durante los días de la predicación del segundo ángel, llevó a la multitud a apropiarse de teorías que no tenían fundamento bíblico. Cuando no se está dispuesto a aceptar lo que la Palabra de Dios presenta claramente al entendimiento, el vacío que ello produce, es luego llenado por teorías que sólo encuentran su basamento en especulaciones humanas. Cuando Jesús habló a los fariseos de antaño, les advirtió lo que les ocurriría si ellos rechazaban al que Dios había enviado en su nombre. “Yo he venido en nombre de mi Padre –les dijo -, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis” (San Juan 5:43).

Los que habían rechazado el mensaje del primer ángel, quedaron incapacitados luego, de recibir la verdad del segundo ángel. Satanás el “otro”, venía en su propio nombre, pero disfrazado de ángel de luz para introducir sus teoría mortíferas, que son el fundamento hoy de muchos que pretenden sostener la palabra de Dios. El pueblo que se encontró en tinieblas luego del chasco, abrió su corazón a aquel, que cubierto con un manto de religiosidad, pretendía ahora mediante engaños, subyugarlos, para de este modo llevarlos a una vida cristiana presuntuosa y arrojarlos luego en las sombras de la muerte.

La nación que otrora sostuviera el estandarte de la cruz, yacía tristemente vencida por el poder del maligno. Las palabras del profeta se adaptan perfectamente a la experiencia de este pueblo: “Guarda, ¿qué de la noche?... La mañana viene y después la noche” (Isaías 21:11-12).

Después de un período de gran luz, le siguió otro de oscuridad. Al introducirse en una senda oscura, esta nación iba a encontrar en su camino a aquel que sólo podía invitarlos a seguir el sendero de la apostasía y de la muerte. No solo aceptarían su invitación, sino además se postrarían ante él en señal de adoración: “Y adoraron al dragón” (Apoc. 13:4). En la manifestación de aquellos “golpes misteriosos” en Nueva York y sus alrededores, un nuevo dios estaba naciendo, y pronto sería conocido por aquellos que “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tes. 2:10).

El texto que es de nuestro particular interés, nos muestra a esta nación inclinándose a un dios ajeno en señal de adoración. Por medio de su persona obrará grandes milagros a punto tal de engañar si fuese posible “aún a los escogidos” (Mat. 24:24).

No es clara la traducción del mismo que se da en varias versiones de la Biblia, pues según la forma en que se exprese el término, puede interpretarse en más de un sentido. El 4CBA dice lo siguiente respecto al verso 39:

“Este pasaje no es de fácil comprensión. La primera parte de este v. 39 ha sido vertida al castellano en diversas formas. La VM lo hace en forma semejante a la RVR: “Se hará dueño de las más inexpugnables fortalezas en unión con un dios extraño”. En cambio la BJ difiere mucho: “Pondrá como defensores de las fortalezas al pueblo de un dios extranjero”. Luego agrega:

“En vista de estos usos, parecería razonable traducir este pasaje: “Y trabajará para los refugios más fuertes (ma’uzzim) con un dios extraño”.

A continuación veremos dos de las formas más usuales en que se lee dicho término:

“Y con el dios ajeno que conocerá, hará a los baluartes de Mauzim crecer en gloria: y harálos enseñorear sobre muchos, y por interés repartirá la tierra” (Reina Valera Antigua)

“Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra” (Reina Valera Revisada).

Estos términos que están reflejados en las versiones Valera Antigua y la revisada de 1960, son más semejantes a la interpretación en que concluye el Comentario Bíblico Adventista.
Al parecer, no es el mismo dios del que se habla en el v.36 sino uno distinto, que se introduce en el futuro de la nación. “Y con el dios ajeno que conocerá”, nos está indicando una alianza futura, luego de amistarse con “Mauzim”, “dios de las fortalezas”.

De manera que encontramos aquí, la razón del título que estamos comentado: “La Triple Alianza”.

¿Hará la nación americana, en el tiempo del fin, una confederación semejante?. Por supuesto que sí. Esto mismo está explicado por la señora White:

“Cuando el protestantismo extienda la mano a través del abismo para asir la mano del poder romano, cuando se incline por encima del abismo para darse la mano con el espiritismo, cuando, bajo la influencia de esta triple unión, nuestro país repudie todo principio de su constitución como gobierno protestante y republicano, y haga provisión para la propagación de las mentiras y seducciones papales, entonces sabremos que ha llegado el tiempo en que se verá la asombrosa obra de Satanás, y que el fin está cerca.” (2JT:151).

“Los protestantes de los Estados Unidos serán los primeros en tender las manos a través de un doble abismo al espiritismo y al poder romano: y bajo la influencia de esta triple alianza ese país marchará en las huellas de Roma, pisoteando los derechos de la conciencia” (CS:647).

“Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia y quién podrá contra ella? (Apocalipsis 13:4).

Pero... ¿de qué manera esta nación “hará a los baluartes de Mauzim crecer en gloria”? ¿Qué cosas son los “baluartes de Mauzim”?

En el capítulo precedente habíamos llegado a la conclusión de que el término “Mauzim”, “fortaleza”, se aplicaba al papado. Lo violento de sus persecuciones y la manera “espantosa y terrible en que devoraba y desmenuzaba” (Daniel 7:7), hacen que el término se ajuste perfectamente al nombre que se da a este dios ajeno en el versículo 38.

Ahora bien, a los “baluartes de Mauzim” los encontramos representados en la forma en que la bestia papal se condujo en el pasado. Rastreando la historia, observamos que la iglesia romana, antes de valerse del poder civil para lograr sus fines, logró mediante la falsificación de las doctrinas dominar las conciencias. Al proclamarse como Dios y Señor, y utilizando además el supuesto poder para excomulgar y perdonar, mediante tretas y engaños, solapadamente fue introduciéndose en las mentes de los hombres, a la par de verse favorecido por el ocultamiento de la Palabra de Dios al pueblo, que al ignorar la verdad, fue absorbido por un poder casi irresistible, que hizo temblar los reinos de este mundo.

Acerca de esto E. G. de White considera lo siguiente: “La jerarquía papal consideró siempre como legítimos los fraudes y adulteraciones que favorecieron el poder y la prosperidad de la iglesia” (CS:632).

Para que los “baluartes de Mauzim” puedan “crecer en gloria”, tienen que estar asociados a un poder que los haga desarrollar paulatinamente hasta abarcar el mundo entero. Algo en el cual los hombres puedan quedar atrapados y subyugados por un poder irresistible. Tiene que ser algo, además, que se haya empleado con éxito en el pasado y que al volver a repetirse afecte no sólo las conciencias sino también la vida secular. Sólo dos cosas pueden lograrlo, y se nos ha advertido respecto de ello: “Merced a los dos errores capitales, el de la inmortalidad del alma y el de la santidad del domingo, Satanás prenderá a los hombres en sus redes” (CS:645).

Algunos de los incidentes que ocurrieron en el pasado para favorecer la posición del domingo son narrados en el Gran Conflicto:

“Un celoso defensor del Domingo que visitó a fines del siglo XII las iglesias de Inglaterra, encontró resistencia por parte de testigos fieles de la verdad; sus esfuerzos resultaron tan inútiles que abandonó el país por algún tiempo en busca de medios que le permitiesen apoyar sus enseñanzas. Cuando regresó, la falta había sido suplida y entonces tuvo mayor éxito. Había traído consigo un rollo que presentaba como del mismo Dios, y que contenía el mandamiento que se necesitaba para la observancia del Domingo, con terribles amenazas para aterrar a los desobedientes. Se afirmaba que ese precioso documento, fraude tan vil como la institución misma que pretendía afianzar, había caído del cielo y había sido encontrado en Jerusalén sobre el altar de San Simeón, en el Gólgota. Pero en realidad, de donde procedía era del palacio de Roma.”

“El rollo prohibía trabajar desde la hora novena (3 de la tarde) del Sábado hasta la salida del sol del lunes, y su autoridad declaraba confirmada por muchos milagros. Se decía que personas que habían trabajado más allá de esa hora habían sufrido un ataque de parálisis. Un molinero que intentó moler su trigo, vio salir en vez de harina un chorro de sangre y la rueda del molino se paró a pesar del buen caudal de agua. Una mujer que había puesto masa en el horno, la encontró cruda al sacarla no obstante haber estado el horno muy caliente... Mediante tales invenciones absurdas y supersticiosas los abogados del domingo trataron de hacerlo sagrado.”(CS:632-633).

Si bien la gente de ese entonces no necesitó de milagros para creer en las artimañas que se propagaban por el pueblo, hoy la situación será distinta. Esta falsificación de las doctrinas, estará corroborada por milagros que asombrarán al mundo. La supuesta santidad del domingo, será confirmada por espíritus que se presentarán como enviados del cielo y además por el gran acto de Satanás, que se presentará como el Cristo y proclamará que él transfirió el día de descanso sabático al domingo.

“Habrá comunicaciones de espíritus que declararán que Dios los envió para convencer de su error a los que rechazan el domingo y afirmarán que se debe obedecer a las leyes del país como a la ley de Dios. Lamentarán la gran maldad existente en el mundo y apoyarán el testimonio de los ministros de la religión en el sentido de que la degradación moral se debe a la profanación del domingo. Grande será la indignación despertada contra todos los que se nieguen a aceptar sus aseveraciones” (CS:648).

En virtud de lo que se nos ha revelado, podemos concluir que el domingo es uno de los baluartes de “Mauzim” a través del cual, las naciones serán obligadas a observarlo, llegando incluso a establecer la pena de muerte para aquellos que se nieguen a prestar obediencia a las leyes sancionadas para tal fin.

Otro de los baluartes del papado, es la supuesta inmortalidad del alma. A través de este engaño, todas las religiones tanto paganas como cristianas y aún los escépticos científicos, serán seducidos por el notable poder que ejercerá el espiritismo, el cual hará milagros a tal punto de hacer descender fuego del cielo a la tierra. No sólo estos acontecimientos servirán para imitar al Pentecostés, día en el cual, los discípulos “se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos”. (Hechos 2:2,3), sino que además provocarán el asombro de quienes lo contemplen. Esto no será una mera ilusión, producto del poder hipnótico, sino que se dará literalmente, como lo prueba el caso de Job, en el cual sus mozos y su ganado fueron consumidos por un fuego que caía del cielo producido por el poder de los demonios.

La palabra de Dios declara que en los “postreros tiempos (léase tiempo del fin), algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. (Léase espiritismo). “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad” (1 Tim. 4:1; 2 Tes. 2:11-12).

El espiritismo es el baluarte (refugio, amparo) donde los impíos buscarán guarecerse de los prontos juicios de Dios:

“El profeta Isaías describe el terrible engaño que seducirá a los impíos y les hará creerse al amparo. “Hemos hecho pacto con la muerte, y con el infierno tenemos convenio; cuando pasare el azote, cual torrente no nos alcanzará; porque hemos puesto las mentiras por nuestro refugio, y entre los embustes nos hemos escondido” (Isaías 28:15. VM). En la categoría de personas así descriptas se encuentran los que en su impenitencia y obstinación se consuelan con la seguridad de que no habrá castigo para el pecador, de que todos los miembros de la humanidad, por grande que sea su corrupción, serán elevados hasta el cielo para volverse como ángeles de Dios. Pero hay otros que de modo mucho más aparente están haciendo pacto con la muerte y un convenio con el infierno. Son los que renuncian a las verdades que Dios dio como defensa para los justos en el día de la congoja, y aceptan el falso refugio ofrecido por Satanás, o sea los asertos mentirosos del espiritismo” (CS:617).

“La doctrina de que el hombre queda consciente en la muerte, más aún la creencia de que los espíritus de los muertos vuelven para servir a los vivos, preparó el camino para el espiritismo moderno”(CS:607).

“Muchos hombres serán entrampados por la creencia de que el espiritismo es tan sólo una impostura humana; pero cuando sean puestos en presencia de manifestaciones cuyo carácter sobrenatural no pueda negarse, serán seducidos y obligados a aceptarlas como revelación del poder divino” (CS:609).

“Lo que se predice aquí (respecto a Apoc 13:13) no es una simple impostura. Los hombres serán engañados por los milagros que los agentes de Satanás no sólo pretenderán hacer, sino que de hecho tendrán poder para realizar.” (CS:609-610).

“Satanás tendrá poder para hacer delante de nosotros formas que se den por nuestros parientes y amigos que ahora duermen en Jesús. Parecerá como que estos amigos estuviesen presentes; serán habladas las palabras que pronunciaban cuando estaban aquí, con las cuales nos hemos familiarizado, y el mismo tono de voz que tenían en vida caerá en nuestros oídos. Todo esto será destinado a engañar a los santos y seducirlos para que crean en este engaño.”

“Vi que los santos deben tener una comprensión cabal de la verdad presente, que deberán sostener por las Escrituras. Necesitan comprender lo referente a la condición de los muertos; porque aún les aparecerán espíritus de demonios que se darán por sus seres queridos y parientes; y les enseñarán que el día de reposo ha sido cambiado, y otras doctrinas ajenas a la Biblia. Harán cuanto esté en su poder para despertar simpatía y realizarán milagros delante de ellos para confirmar lo que declaren. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir a estos espíritus con la verdad bíblica de que los muertos nada saben, y que los que se aparecen son espíritus de demonios. Nuestro ánimo no debe ser embargado por las cosas que nos rodean, sino ocuparse con la verdad presente y la preparación que necesitamos para dar razón de nuestra esperanza con mansedumbre y temor. Debemos buscar sabiduría de lo alto para poder subsistir en este día de errores y engaños”.

“Debemos examinar cuidadosamente el fundamento de nuestra esperanza, porque tendremos que dar razón de ella basados en las Escrituras. Este engaño se difundirá, y tendremos que contender con él cara a cara; y a menos que estemos preparados para ello, quedaremos entrampados y vencidos. Pero si hacemos todo lo que podemos de nuestra parte a fin de estar listos para el conflicto que nos espera, Dios hará su parte, y su brazo todopoderoso nos protegerá. Mandaría a todos los ángeles de la gloria para socorrer a las almas fieles y poner un cerco derredor de ellas, antes que permitir que sean engañadas y extraviadas por los prodigios mentirosos de Satanás.”(PE:87-88).

“Muchos tendrán que vérselas con espíritus de demonios que personificarán a parientes o amigos queridos y que proclamarán las herejías más peligrosas. Estos espíritus apelarán a nuestros más tiernos sentimientos de simpatía y harán milagros con el fin de sostener sus asertos. Debemos estar listos para resistirles con la verdad bíblica de que los muertos no saben nada y de que los que aparecen como tales son espíritus de demonios.

“Es inminente “la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo para probar a los que moran en la tierra” (Apoc. 3:10). Todos aquellos cuya fe no esté firmemente cimentada en la Palabra de Dios serán engañados y vencidos.” (CS:616).

“El último gran engaño se desplegará pronto ante nosotros. El anticristo va a efectuar ante nuestra vista obras maravillosas. El contrahacimiento se asemejará tanto a la realidad, que será imposible distinguirlos sin el auxilio de las Santas Escrituras.(CS:651).

A pesar de lo terrible que será para el pueblo de Dios soportar el alud de acontecimientos engañosos, la promesa de Dios no faltará a ninguno de sus hijos. Estos hallarán refugio seguro en Dios en el día de los engaños y de la angustia: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida. Y se traspasen los montes al corazón del mar. Aunque bramen y se turben sus aguas. Y tiemblen los montes a causa de su braveza... Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob” (Salmo 46:1-3,7).

“En esta dura prueba, el pueblo de Dios hallará su fortaleza en la señal mencionada en Exo. 31:12-18.Tendrá que afirmarse sobre la palabra viviente: “Escrito está”. Es el único fundamento seguro. Aquellos que hallan quebrantado su alianza con Dios estarán entonces sin Dios y sin esperanza” (3 JT:285).

Hasta aquí hemos tratado de mostrar que el significado del término “baluartes de Mauzim” de Daniel 11:39 hace referencia a los dos errores capitales del papado. El domingo como supuesto día de reposo y al de la inmortalidad del alma. A continuación citamos la opinión de otros comentadores como está expresada en el Comentario Bíblico Adventista.

“Algunos consideran que este pasaje es una referencia al lugar preponderante que las ideas del ateísmo y del racionalismo ocuparon entre los dirigentes de Francia durante la Revolución. Otros ven aquí una descripción del apoyo que la iglesia romana ha dado al culto a los “patronos” –los santos- y a las festividades llevadas a cabo en varias ciudades del mundo en honor del sacrificio de la misa y de la Virgen María.” (4CBA:902).

“Y por interés repartirá la tierra” (Daniel 11:39, ú.p. RVA)

Respecto a esta parte del texto el Comentario Bíblico dice lo siguiente:

“Algunos entienden que estas palabras describen la división de las grandes propiedades de la nobleza de Francia y la venta de esas propiedades hecha por el gobierno a pequeños propietarios. Se ha estimado que las dos terceras partes de las propiedades rurales fueron confiscadas por el gobierno de la revolución.”

“Otros creen que estas palabras se cumplieron con el predominio papal sobre los gobernantes temporales y la recepción frecuente de rentas de parte de ellos. Se ha sugerido que la división del Nuevo Mundo entre España y Portugal, hecha por el papa Alejandro VI en 1493, puede considerarse como un ejemplo del cumplimiento de este pasaje.” (4CBA:902).

Si aplicamos el texto a la nación americana, debemos buscar su cumplimiento en los hechos registrados poco después de su colonización. En ese entonces, el territorio ocupado distaba mucho de ser el que hoy conocemos. Con el tiempo comenzó a expandirse hacia el oeste y hacia el sur, hasta quedar conformado un país sumamente extenso, como lo podemos observar actualmente.

No entraremos en detalles en la manera que los Estados Unidos ocuparon y adquirieron la vasta superficie en la cual hoy está asentada la nación; no es éste el propósito de la profecía, sino más bien hace referencia a un reparto de tierras a un precio determinado, a aquellos que deseaban adquirirlas. Cualquier persona podría albergar la idea, que con semejante territorio a conquistar, podría darse el caso de una ocupación sencilla, sin embargo los intereses que se manejaron entonces distaban mucho de colmar las expectativas de aquellos que con un enorme esfuerzo y sacrificio, cruzaron la inmensidad del océano, aún con el riesgo de sus vidas, para finalmente instalarse en las playas de América.

Hacia el año 1785, el Congreso de la Confederación trató el tema de la adjudicación de las tierras públicas. Tres eran los interrogantes que debían encontrar respuesta:

¿Debía prevalecer el sistema agrario de Nueva Inglaterra o el que imperaba en el Sur?
¿Debía percibir el gobierno grandes sumas por la venta de tierras, o todos debían poder adquirir tierras baratas? ¿Cuál debía ser la relación política entre las zonas recientemente colonizadas y las colonias originales?

“Surgieron dos puntos de vista fundamentalmente diferentes en cuanto a las condiciones en que debía hacerse la adjudicación de la tierra, y se inició un debate que no concluiría antes de varias décadas. Aquellos que propiciaban una política “conservadora” estaban a favor de la venta de tierras públicas en grandes extensiones, a altos precios y al contado. En cambio, los propugnadores de una política “liberal” eran partidarios de poner la tierra al alcance de todo el mundo, en pequeñas parcelas a bajos precios y pagaderas a plazos.

“Tal como ocurre casi siempre que se discuten cuestiones económicas, surgieron dos planos de argumentación, el de interés público no egoísta y el de interés privado egoísta” .

“La ley (Agraria de 1785) reflejaba el punto de vista conservador de que la tierra pública debía constituir una fuente principal de recursos financieros. Eran severas las disposiciones relativas al tamaño mínimo de las parcelas, los precios y las condiciones. Los municipios (llamábase así a la superficie de tierra que ocupaba 36 millas cuadradas, es decir 93 kilómetros cuadrados), debían ser vendidos, alternadamente en bloques y por “secciones”. Todas las ventas en subasta pública debían tener un precio mínimo de un dólar por acre (0,4 hectáreas), estrictamente al contado. Así, pues (como una milla cuadrada tiene 640 acres), el mínimo desembolso posible eran los seiscientos cuarenta dólares necesarios para adquirir una “sección”, gasto que se encontraba más allá de los recursos de la mayoría de los pioneros. Además, una milla cuadrada de tierra era más de lo que deseaba el pequeño agricultor, porque le bastaba limpiar y cultivar unos diez acres durante el primer año; un cuarto de sección era lo máximo que un hombre podía explotar sin la ayuda de hijos adultos. Solamente los individuos y las compañías de tierras formadas por grandes inversores podían adquirir tierras de acuerdo con esta primera ley.” (Ross M. Robertson, Historia de la economía Norteamericana, Ediciones Omeba, 1967).

“Durante una década después de aprobada la ley Agraria de 1785, la actividad de los pioneros en el territorio situado al norte del río Ohío fue restringida por las dificultades con los indios, así como por el alto precio de las tierras fiscales...

La Ley Agraria de 1796 representó otra victoria del enfoque conservador. Se dio carácter permanente a un sistema de demarcación esencialmente igual al establecido por la ley de 1785. La compra mínima permitida por la ley de 1796 continuaba siendo de 640 acres, pero el precio mínimo por acre fue elevado a dos dólares, y la única concesión a los partidarios de proporcionar tierra barata consistió en acordar créditos que permitían que la mitad del precio de compra fuese diferido por un año. Solo una pequeña cantidad de tierra fue vendida de acuerdo con esta ley antes de que el Congreso, en 1800, redujera la superficie mínima a 320 acres y permitiera al comprador, después de pagar la mitad al contado, abonara una cuarta parte a los dos años y el remanente a los cuatro años.” (Ídem. Pág. 159).

“En la década de 1850 al 60, al proseguir la agitación en torno a las tierras libres, se hizo evidente la inevitabilidad de que se aprobara una ley relativa a las heredades...

“En 1860 se aprobó una Ley de Heredad, pero Buchanan la vetó, temiendo que se precipitara una secesión.

Dos años más tarde, sin los sureños en el Congreso, se sancionó una ley análoga. A partir de ese momento, todo jefe de familia o cualquier persona mayor de veintiún años podía recibir 160 acres de tierra pública mediante el pago de una pequeña suma. La única condición era que el dueño debía vivir en la finca o cultivarla durante cinco años...

“Bajo la Ley de Heredad de 1862, grandes extensiones de tierra pasaron a manos privadas, pero no se produjo la bonanza que esperaban los oprimidos. La mayor parte de las tierras de primera categoría ya había sido adjudicada para ese entonces. Por otra parte era fácil eludir las disposiciones de la compra directa, para crear grandes latifundios. Hacia 1862 la frontera había llegado al borde del territorio árido, donde una granja de 160 acres resultaba demasiado pequeña para permitir la subsistencia de un hombre y su familia.” (Ídem pág. 162)

La razón por la cual los colonos no podían hacerse fácilmente de tierras, radicaba en el hecho de que las mismas eran usufructuadas por el estado en su mayor parte.

“En medio siglo Estados Unidos de América había obtenido una superficie continental de casi ocho millones de kilómetros cuadrados, de los cuales más de cinco millones y medio (el 72% del total) eran de dominio público. En 1862 las dos terceras partes de este vasto territorio continuaban en poder del gobierno, pero el método de adjudicación fue aprobado mucho antes de dicha fecha. Las decisiones adoptadas en aquel entonces en materia de política agraria federal hacen sentir sus consecuencias aún hoy.” (Ídem pág. 154).

Como hemos visto en este resumen histórico respecto a la economía de los Estados Unidos, las tierras de esta nación fueron vendidas a un precio excesivo en desmedro de aquellos que todo lo habían sacrificado en procura de la libertad civil y religiosa. El texto que estamos comentando dice: “y por precio repartirá la tierra”. Y así fue efectivamente, pues todos aquellos colonos que deseaban adquirir tierras para su subsistencia debieron pagar un precio demasiado alto con relación a sus posibilidades económicas.

Sin embargo, a pesar de lo expresado sobre el tema, sería injusto limitar el propósito de la profecía exclusivamente a las tierras que estaban circunscriptas dentro de las fronteras estadounidenses. Al ubicar a esta nación como una potencia con autoridad aún mayor que la del papado en el período denominado “tiempo del fin” (ver Apoc. 13:12), a tal punto de mandar “a los moradores de la tierra” (Apoc. 13:14), la profecía nos muestra la influencia política y religiosa que el país americano tendrá sobre el mundo entero.

No es de extrañar pues, que en el futuro esta nación use su destacada posición para intervenir en situaciones conflictivas que podrían darse entre las naciones, haciendo las veces de árbitro en algunos casos, o de policía en otros, para resolver cuestiones limítrofes entre países, o, como en un reciente evento y valiéndose del uso de la fuerza, arrebatar al gobierno de Irak el territorio anexado al país por Sadam Huseim, para ponerlo nuevamente en manos de la monarquía de Kuwait. O tal vez, intervenir en la ex-Yugoeslavia, para poner fin al conflicto en los Balcanes.


Si bien el término “por interés repartirá la tierra” es breve, no por eso deja de ser abarcante, y por lo tanto es razonable pensar que su interpretación debe aplicarse no sólo al territorio norteamericano, sino extenderse al mundo entero, allí donde sus intereses lo requieran.

Concluimos aquí este capítulo, haciendo notar que hasta el versículo 39, la nación mencionada como “el rey” en el versículo 36, desarrolla su actividad mayormente dentro del ámbito religioso.
Los versículos 40-45 con los que concluye el capítulo 11 de Daniel, ilustran eventos relacionados con las naciones del Oriente Medio, y mencionan un conflicto bélico, cuyas consecuencias se harán sentir en el mundo entero.

Vientos de Guerra.-

“Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará y pasará.” (Daniel 11:40)

Al arribar al texto mencionado, encontramos que la visión del profeta Daniel expone eventos que difieren sustancialmente de los que habíamos visto hasta ahora. Mientras considerábamos los versículos anteriores, la profecía nos mostraba que los actos de la nación estaban orientados en el aspecto más bien religioso. Como hemos notado, consideramos situaciones que hacen al espíritu de la nación norteamericana y la adoración de dioses ajenos, cosas en las cuales nos hemos expresado ampliamente.

Los versículos de Daniel 11:40 al 45, son indicativos de una situación beligerante en la zona del Oriente Medio. Nuevamente como en los textos anteriores, aparecen en la escena el rey del norte y el rey del sur, con la salvedad de que el contexto histórico ya no es el mismo. Mientras en otro tiempo éstos se encontraban en conflicto, hoy se hallan aliados por intereses comunes, fundamentalmente religiosos. El escenario que hoy presentan los territorios situados al norte y sur de Palestina, difiere en demasía con el que se presentaba en otros tiempos. Luego del avance del Islam, el territorio que nos ocupa quedó conformado de manera diferente al que le conocíamos, no sólo en lo político, sino también en lo religioso.

Con frecuencia, oímos en los diversos medios que se hace referencia a la “unidad árabe”, este llamado a la unificación se debe en manera especial a la imperiosa necesidad de fortalecerse, a fin de combatir a los enemigos del mundo islámico. De manera que estas naciones, lejos de estar en conflicto, mas bien buscan aliarse para en lo posible presentar al enemigo un frente único. Claro está que el enemigo contemporáneo no es ni el rey del norte, ni tampoco el rey del sur, sino el odiado Israel y sus aliados del mundo occidental, cuya cabeza visible se hace notar en los Estados Unidos de América. La “guerra santa” que con frecuencia se pregona en medio de los países islámicos, está sustentada en parte por la idea de expulsar de los territorios sagrados a los abominables invasores occidentales, que trajeron una cultura degradante, a la cual algunos adhirieron en otros tiempos, como el Irán del Sha Reza Pahalavi, bajo cuyo régimen se acentuaron algunas costumbres de occidente. A raíz de esto, su tenaz opositor y fundamentalista religioso el Ayatollah Jomeini, dictó desde el exilio su derrocamiento, luego del cual asumió la conducción del estado iraní y proclamó la república islámica.

La situación de los países árabes es hoy de una tensión permanente, de manera especial con el estado de Israel (la tierra gloriosa del v. 41), acérrimo enemigo con el cual hay permanentes revueltas, especialmente organizadas por grupos fundamentalistas islámicos acantonados en el sur del Líbano.

Pero... ¿Tiene alguna relación todo esto que estamos diciendo con la profecía?. Para poder interpretar esta porción profética tan importante, es necesario situarnos en el terreno geopolítico contemporáneo. Volviendo al capítulo segundo de esta obra esbozamos un principio de interpretación que se fundamentaba especialmente en la situación geográfica. Hoy los países ocupantes son casi los mismos que hace 2500 años cuando se dio a conocer esta profecía, pero algunas cosas cambiaron. En otro tiempo los reyes del norte y del sur estaban enemistados razón, por la cual tuvieron varios enfrentamientos. Pero la actualidad política de estos países refleja un mismo sentir en la cuestión político-religioso. Hoy muchos dan por sentado que habrá un conflicto entre estos dos reyes, pero actualmente estos países están amistados y están procurando unirse con el propósito de dar vigor a sus reclamos fundamentalmente en relación con la cuestión Palestina y el abandono de tierras por parte del estado judío, ocupadas durante el conflicto árabe-israelí en la guerra de los seis días.

Además están preocupados por su relación con los países occidentales, quienes luego de la guerra del golfo vieron fortalecidas sus aspiraciones de controlar la zona ante cualquier eventual conflicto que ponga en peligro sus intereses económicos.

Siguiendo el principio de interpretación de la profecía ya mencionado, el rey del norte está asentado en la región septentrional del Oriente Medio. En esto debemos ser muy cuidadosos en dar un nombre determinado, esto no es lo más importante sino la manera en que se desarrollará el conflicto y sus consecuencias. De todas maneras diremos que aquella nación que se constituya en líder de la zona norte, a ella deberá atribuirse el concepto vertido en la profecía de Daniel como “rey del norte”. Sin llegar a olvidar que estamos interpretando esta profecía de modo literal, nombraremos algunos de los países que pueden llegar a serlo: Siria por una parte y más arriba Turquía, países que ya hicieron las veces de rey del norte en el pasado.

Siguiendo con el mismo principio, diremos que el rey del sur podría ser el país de Egipto, pues éste es el que actualmente lidera a las naciones en la región sur, la que además está compuesta por Libia y Etiopía, naciones también mencionadas en el v. 43 del undécimo capítulo de Daniel.
El pastor Urías Smith prestigioso comentador de las profecías, dice al abordar este tema:

“Hasta aquí nada hemos encontrado que nos indique que hayamos de buscar otros territorios que no sean los que poco después de la muerte de Alejandro constituyeron respectivamente la división meridional y septentrional de su imperio. El rey del sur era entonces Egipto, y el rey del norte era Siria, pero incluía también Tracia y Asia Menor. Egipto continuó rigiendo el territorio designado como perteneciente al rey del sur, y Turquía durante más de cuatrocientos años gobernó el territorio que constituyó al principio el dominio del rey del norte”. (Las profecías de Daniel y Apocalipsis tomo 1, pág.257).

Si bien es cierto que el pastor Smith vio cumplida la visión del conflicto en el año 1798, cuando las tropas napoleónicas invadieron Egipto, el rey del sur de entonces, y la guerra con Turquía, el rey del norte, no vemos que las consecuencias hayan pasado a mayores.

El interrogante a dilucidar es: ¿Cuál es el propósito de la profecía y cuál es el objetivo de la visión?.

En el denominado “tiempo del fin” ocurrieron muchas guerras, de manera especial en el presente siglo se destacan dos por sobre todas las demás: la primera y la segunda guerra mundial. Sin embargo fueron pasadas por alto por la revelación. ¿Porqué?. Porque como lo prueba la historia ninguna de las dos guerras trajo consecuencias tan graves como las que traerá la registrada en el libro de Daniel. Después de la segunda guerra mundial, el mundo se recuperó rápidamente y las naciones que estuvieron en conflicto alcanzaron un desarrollo tan vertiginoso en el campo de la ciencia, que se vivió una época de prosperidad como nunca antes el mundo conoció. Las artes, las ciencias y la economía alcanzaron su cenit en el intercambio comercial entre todas las naciones del planeta.

¿Dónde estaba el tiempo de angustia, que según el profeta Daniel habría de producirse luego de la batalla? No precisamente después del conflicto de Francia con los reyes del norte y del sur en el año 1798. Tampoco lo encontramos luego de las dos guerras mundiales. En realidad el Señor desea que sepamos que el tiempo de angustia se iniciará en “aquel tiempo”. ¿Qué tiempo?. En el tiempo que se esté desarrollando el conflicto mencionado en los versículos 40-45.

Por la revelación que nos ha sido dada, entendemos que existe una estrecha relación entre el inicio del tiempo de angustia y el conflicto mencionado en el libro de Daniel.

Respecto de esto algunas citas de Elena de White son más que reveladoras:

“Un espíritu belicoso agita al mundo. La profecía contenida en el undécimo capítulo de Daniel está casi completamente cumplida. Muy pronto se realizarán las escenas de angustia descritas por el profeta” (3 JT:283).

“Pronto surgirán graves dificultades entre las naciones; dificultades que no cesarán hasta la venida de Jesús... No tenemos tiempo que perder. El mundo está sacudido por el espíritu de la guerra. Las profecías del capítulo 11 de Daniel casi han alcanzado ya su cumplimiento final”. (El Ministerio de la Bondad:141).

Las citas recién mencionadas fueron escritas después del conflicto que en el pasado sostuvieron Rusia y Turquía en el año 1878. Antes de ese tiempo los pioneros más influyentes que prestaban mucha atención a los eventos que se estaban desarrollando (uno de ellos el pastor Urías Smith), tenían la idea que ese conflicto precipitaría rápidamente el tiempo de angustia y la posterior caída de las plagas. Sin embargo la guerra que duró sólo un año, no trajo mayores consecuencias y hoy pasa casi inadvertida en la historia contemporánea.

Jaime White, uno de los pioneros y esposo de Elena White, había advertido varias veces a los que se entusiasmaban con esta profecía que debían ser muy cuidadosos para evitar caer en el terreno de la fantasía. En un párrafo citado en el Comentario Bíblico dijo lo siguiente:

“Las opiniones respecto a la cuestión del Oriente se basan en las profecías que no se han cumplido aún. En estos casos debiéramos andar con cautela y nuestras definiciones debieran ser cuidadosas para que no se nos encuentre quitando los hitos que se han establecido firmemente en el movimiento adventista. Puede decirse que hay consenso general sobre este tema, y que todos los ojos se vuelven hacia la guerra actual entre Turquía y Rusia (1877-78) como el cumplimiento de esa porción de la profecía que confirmará mucho la fe en el próximo fuerte clamor y el fin de nuestro mensaje. Pero es inquietante preguntarse cuál será el resultado de este dogmatismo en cuanto a profecías no cumplidas si las cosas no salen como se espera tan confiadamente” (James White, RH 29-11-1877) (4CBA:902).

El consejo dado por el pastor White sigue hoy vigente. No debiéramos dogmatizar sobre las profecías no cumplidas y en el mejor de los casos lo único que nos queda por hacer es formular una hipótesis de lo que podría ocurrir con eventos que aún no han visto su cumplimiento.

El hecho de que existía un “consenso general” entre los dirigentes de la época que apoyaban la postura del pastor Smith, da a entender que mayoritariamente se aceptaba un contenido literal de la profecía. Algunos albergaban sin embargo la idea de que el papado representaba al rey del norte, pero para la mayoría el rey del norte simbolizaba al imperio turco. A pesar de lo interesante del asunto, Elena de White nunca se inclinó por una determinada postura. Sus escritos guardan silencio en lo que respecta a esta porción profética y ha aconsejado estudiar más profundamente el tema.

Lo que no es posible quizá deducir con certeza es a qué versículo los pioneros encontraban la aplicación de la guerra Ruso-Turca. La creencia de que el Armagedón sucedería en el Medio Oriente, posiblemente haya confundido un tanto las cosas. Hoy se sabe con certeza de que no se trata de una batalla surgida de un conflicto entre naciones, sino de en la culminación de la lucha entre las fuerzas del mal y el pueblo de Dios comandado por Jesús y los seres celestiales.

Ahora bien, ¿qué significado encontramos en las palabras de la pluma inspirada cuando hace referencia a un “espíritu belicoso” y “espíritu de la guerra” que predominaría entre las naciones?. Estas declaraciones no conllevan un contenido simbólico, sino más bien es de aplicación literal y están relacionadas con la parte final de la profecía de Daniel 11.

En realidad nos estaría advirtiendo de una guerra de graves consecuencias para el mundo entero, cosa que no ocurrió en el conflicto entre Rusia y Turquía del año 1878.
Más terribles fueron aún las dos grandes guerras mundiales del presente siglo, pero ni aún así se precipitó un tiempo de angustia sobre la tierra. Mientras Europa desfallecía a causa de la conflagración, en América la situación era muy distinta pues se transferían recursos a causa de la escasez de alimentos que eran muy bien pagados por los europeos. Lo que Europa perdía en recursos económicos, América los ganaba para sus arcas. Sin embargo la más terrible crisis que se recuerda en este siglo y que halla amenazado el bienestar general no fue producto de una guerra, sino del derrumbe financiero mundial en el año 1929. Esa época conocida como “la gran depresión” miles de personas en un momento pasaron de la riqueza a la pobreza y cinco mil ricos en un solo día se suicidaron en los Estados Unidos y los que quedaron tuvieron que hacer largas filas para recibir un plato de comida. Esto es similar a lo anunciado por el ángel de Apocalipsis 18 cuando anuncia la caída de Babilonia en espantosa ruina “en un solo día, muerte llanto y hambre”.

Aquí está el nexo entre la guerra predicha por Daniel y un tiempo de angustia. Una batalla en el Oriente Medio, que sea generalizada, que intervengan naciones, que se use casi todo el potencial bélico, que no permita el tránsito fluido de petróleo hacia las naciones industrializadas, que como consecuencia de esto el precio del mismo se dispare hacia límites insospechados, traería como consecuencia el derrumbe financiero mundial y el comienzo del tiempo de angustia, que como lo aclara Elena de White, está dividido en dos partes: uno antes y otro después de finalizado el tiempo de gracia y es muy posible que este conflicto se produzca antes de terminar el tiempo de gracia.

La batalla mencionada en Daniel 11:40-45 es para alertar al pueblo de Dios que el fin es inminente. El apóstol Pedro nos dice que la profecía es como “una antorcha que ilumina en lugar oscuro”, y el Señor Jesús nos advierte que cuando veamos estas cosas es porque nuestra redención está cerca. No tendría sentido que el conflicto mencionado por Daniel ocurriese después que Cristo abandone el Santuario, pues no sería indicativo de nada, más bien conoceremos que estamos en ese tiempo cuando ocurra la caída de las plagas.

Actualmente un importante número de comentadores piensa que el papado es el rey del norte. Muchos dicen que finalmente el poder romano se instalará en el Oriente Medio y se apoderará de todas las riquezas de esa parte del mundo. Sus argumentos se basan en que todos los capítulos anteriores a Daniel once, concluyen con el papado siendo destruido al fin de los tiempos y por lo tanto este último debería también ser interpretado a la luz de los capítulos anteriores. Sin embargo E. de White nos brinda una cita reveladora al decir que la última parte de la profecía de Daniel era la que debía ser sellada y no todo el libro, como algunos comentadores sugieren. En realidad el libro de Daniel se mantuvo abierto a la interpretación desde el comienzo. Los Judíos debían haber advertido que las setenta semanas mencionadas en el libro de Daniel eran para su pueblo. “El tiempo de la venida de Cristo, su ungimiento por el Espíritu Santo, su muerte y la proclamación del Evangelio a los gentiles, habían sido indicados en forma definida. Era privilegio del pueblo judío comprender estas profecías, y reconocer su cumplimiento en la misión de Jesús. Cristo instó a sus discípulos a reconocer la importancia del estudio de la profecía. Refiriéndose a la que fue dada a Daniel con respecto a su tiempo, dijo: “El que lee, entienda” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.201). Los primeros cristianos sabían que la cuarta bestia se aplicaba al Imperio Romano. Ahora bien, si Daniel 7 era comprendido y estaba abierto a la revelación lo mismo que el anticristo era perfectamente identificado en la persona del papa en la edad media, ¿cuál era el poder que estaba sellado para la interpretación en la última porción del libro de Daniel? Obviamente no puede referirse al papado pues éste estuvo abierto a la interpretación al momento del surgimiento, salvo que la Inspiración halla decidido sellar las actividades del poder papal para el último tiempo.

En otro sentido debería investigarse si la porción profética de Daniel que fuera sellada en sus días y que debía ser comprendida en el “tiempo del fin” estaría haciendo referencia al papado o a algún otro poder como se lo ha presentado en este estudio. Una cita de la profetisa de nuestra iglesia nos hace comprender un tanto más este asunto:

“Al libro de Daniel se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan, lo cual nos permite avanzar hasta las últimas escenas de la historia de este mundo... Leed el Apocalipsis en relación con Daniel” (TM:115).

En el libro de Apocalipsis aparece en escena un poder que no estaba mencionado en el libro de Daniel. Su aparición estaba profetizada para “el tiempo del fin”, tiempo éste que Daniel había sellado. Pero gracias a la revelación de Juan el sello es quitado y aparece en el último tiempo una bestia que tenía “dos cuernos semejantes a los de un cordero” y que iba a tener “toda la autoridad delante de la primera bestia”. El cordero es mencionado en la Biblia como un símbolo de Cristo, por lo tanto se iba a ver su cumplimiento en una nación cristiana, justamente en el denominado “tiempo del fin”. ¿Cuándo habría de surgir este poder? A partir del año 1798 como nos revela el libro el Gran Conflicto luego de la caída del papado. Al decir que esta bestia “ejerce toda la autoridad delante de la primera bestia” (Apoc. 13:12), es claro que quien ejerce el poder dominante en el tiempo del fin es la nación representada aquí por los Estados Unidos de América. Por lo tanto si a alguna potencia deberíamos atribuirle las palabras “el rey” de Daniel 11:36 es a esta nación más que a cualquier otra.

Podría surgir el interrogante de porqué un acontecimiento tal debía ser sellado. Probablemente en la época que escribió Daniel no se hubiese entendido, como tampoco lo entendieron los primeros cristianos, pues no conocían un continente que luego se denominaría americano. Así pues, luego del descubrimiento de América recién entonces el pueblo de Dios iba a estar en condiciones de poder dilucidar la profecía correctamente.

Volviendo al texto que nos ocupa de Daniel 11:40, nos indica que la batalla se producirá al “cabo del tiempo”es decir al “tiempo del fin” o también podría ser hacia el fin del tiempo de gracia según se lo quiera interpretar, pero siempre entendiendo que se hace referencia a momentos antes de que la misericordia de Dios no interceda más por los habitantes de la tierra, no después, porque entonces la profecía no tendría ya sentido ni utilidad . La batalla, según la describe el v. 40 iba a comenzar con la agresión del rey del sur contra “él”, es decir contra el personaje del cual venimos hablando desde el v. 36. “Él” es un pronombre y como tal ocupa el lugar de un nombre que aquí estaría representado por los Estados Unidos. Así que parafraseando el texto leemos:

“Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él (Estados Unidos); y el rey del norte se levantará contra él (Estados Unidos), como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará (“él”, Estados Unidos), por las tierras, e inundará y pasará.

En otras palabras el conflicto se desarrollará entre los Estados Unidos contra los reyes del norte y del sur. Estos últimos estarán aliados y actuarán conjuntamente contra los Estados Unidos y sus aliados occidentales.

Durante muchos años el mundo vivió una situación expectante debido a la tensión este-oeste que era generada por la animosidad existente entre Rusia y los Estados Unidos. La carrera armamentista y la lucha por el poder mundial se debieron en gran parte a la situación creada por estas dos potencias. En algún momento parecía que el mundo comunista se extendería como una gran “marea roja” en todo el planeta, especialmente después de la caída de Vietnam. Sin embargo sorpresivamente luego de un tiempo el muro de Berlín se derrumbó y con él todo el andamiaje comunista.

En nuestros días el eje de tensión está centrado en la relación Estados Unidos - Medio Oriente. Bien saben los occidentales lo que ocurriría en el mundo si esa zona se viese afectada por una conflagración. Pero precisamente lo que tanto se teme se producirá. La profecía indica que “el rey” (Daniel 11:36), es decir los Estados Unidos y el rey del sur tomando la figura de dos bestias, se acornearán. Esto estaría indicando una guerra en el “tiempo del fin”. No solamente estará en la escena el rey del sur sino además éste tendrá por aliado al rey del norte que como lo expresamos anteriormente están unidos por intereses comunes políticos y religiosos. Ahora veamos ¿quién es el rey del sur?. Dijimos en capítulos anteriores que el rey del sur debía regir los territorios ubicados al sur de palestina. Estos entre otros están ocupados por los países de Egipto, Libia y Etiopía, precisamente naciones mencionadas en la profecía como siendo afectadas al conflicto. Durante muchos años el rey del sur fue Egipto, y ésta nación ejerce hoy el liderazgo de esa zona y no sería extraño que ésta a la cabeza de varias naciones declare la guerra a los Estados Unidos.

¿Y el rey del norte? Las naciones que lideran la zona norte son Siria en primer lugar y Turquía después. Estos países podrían aliarse con Egipto y el resto de las naciones árabes que completan el mapa del Oriente Medio excepto una nación que mencionaremos más adelante, e Israel que permanecerá aliada al bloque occidental.

Resumiendo el comentario del v. 40 diremos que la profecía nos advierte de un conflicto que traerá como consecuencia un tiempo de angustia sobre la tierra, no sólo predice lo que ocurrirá, sino quiénes intervendrán en el mismo.

Vers. 41: “Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón”.

¿Quién entrará a la “tierra gloriosa”?, el mismo que en el v. 40 “entrará por las tierras, e inundará y pasará” es decir los Estados Unidos, con la salvedad que aquí el vocablo “entrará” hace referencia no a una batalla sino a una entrada pacífica en la “tierra gloriosa”. Esto se debe a que Israel a quien se le aplica el término, es un aliado del bloque occidental.
“Y muchas provincias caerán”.

Es evidente que al principio los invasores tienen éxito en sus intentos. Al decir: “caerán”, obviamente se entiende que son derrotadas por el accionar del enemigo.

“Mas éstos escaparán de su mano, Edom, Moab y la mayoría de los hijos de Amón”

Esta región está ocupada actualmente por el país de Jordania cuya capital conserva aún el antiguo nombre del nieto de Lot.
Esta nación no intervendrá en el conflicto, no porque tenga algún poder de disuasión, sino porque permanecerá aliada con el bloque occidental. No hace mucho tiempo Israel y Jordania –1994- firmaron un tratado de paz, que incluye intercambio comercial, cultural y científico. En el año 1996 Jordania se declaró “amiga de occidente”.

Vers. 42: “Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto”.

Debemos destacar aquí que Egipto no tiene connotación simbólica, como por ejemplo Apocalipsis capítulo once, donde se nos aclara que Egipto está representado en “sentido espiritual” (v. 8). El contexto de Daniel once tiene un marco mas bien literal.
Egipto, que otrora fuera el rey del sur, estará involucrado en el conflicto que desencadenará un tiempo de angustia, y al decir “no escapará”, claramente nos indica que esta nación será sojuzgada por occidente.

Vers. 43: “Y se apoderará de los tesoros de oro y plata y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán”.

Aquí está la razón de la invasión, el pretexto será en exclusiva el económico ya que estos países no significan una amenaza seria para occidente, salvo algunos acontecimientos terroristas. En cambio, lo que sí puede llegar a serlo, es que algún día los países árabes lleguen a usar el petróleo como si fuese un arma de guerra, lo que de por sí no solamente sería peligroso para Estados Unidos, sino además para el mundo entero. La batalla librada recientemente por Irak y los Estados Unidos no se debió a un interés por unos kilómetros cuadrados de tierras, sino por lo que había debajo de ellas, ese mar de petróleo que representaba nada menos que el 10% de las reservas mundiales.

Para comprender más profundamente el tema del petróleo y su importancia para los norteamericanos, basta con haber escuchado las palabras del presidente George Bush luego de la invasión el domingo 5 de Agosto de 1990: “la invasión iraquí no será tolerada” dijo en tono grave y enérgico. Sin embargo el interés norteamericano por el petróleo no es reciente. James Carter en el año 1980, en su discurso sobre el estado de la nación dijo que “un intento de cualquier fuerza extranjera por obtener el control del golfo pérsico y de la región será considerado como una agresión contra los intereses vitales de Estados Unidos. Y semejante agresión será repelida con todos los medios necesarios, incluida la fuerza militar”. Notemos la preocupación por el “golfo pérsico y de la región”. La profecía indica además que extenderá su mano contra “las tierras”. Estas palabras que no tienen un sentido definido, bien podría aplicarse a toda la zona del Oriente Medio donde están los “intereses vitales” de los Estados Unidos de América.

Cuando el texto hace referencia a que se apoderará de los tesoros de oro y plata y de todas las cosas preciosas de Egipto, debe entenderse en el contexto moderno. No es otra cosa que el petróleo y nada más que eso. Los Estados Unidos buscarán asegurar de todos modos que el petróleo fluya libremente a un precio razonable a costa aún de una intervención militar, que como vimos recientemente tal decisión no costó demasiado tomarla.

De manera que lo visto hasta aquí, esta nación, con la declaración de su ex-presidente James Carter y la intervención de Bush, la apropiación por la fuerza en caso de ser necesario ya es un hecho.

Estos acontecimientos previos que a diario nos informamos sobre lo que ocurre en el Medio Oriente, son el preludio de una batalla que se llevará a cabo en una escala aún mayor que la librada recientemente contra Irak y ocasionará una acción devastadora en la economía mundial.
Los Estados Unidos no tolerarán que una acción por parte de los países árabes, aún cuando se encuentren unidos, ponga en grave riesgo la economía mundial, pues tal acontecimiento desencadenaría sin duda alguna un derrumbe financiero con consecuencias más graves que la gran depresión ocurrida en el año 1929.

Tengamos en cuenta además, que la mayor parte del dinero obtenido por exportaciones de petróleo que las naciones árabes han acumulado todos estos años se encuentra depositado en bancos occidentales, por lo que es fácil prever que será embargado durante el conflicto, cumpliendo así la profecía que dice que “se apoderará de los tesoros de oro y plata y de todas las cosas preciosas de Egipto”.

Vers. 44: “Pero noticias se oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos”.

Antes de analizar el texto mencionado, diremos que hay muchos comentadores que aplican esta parte de la profecía a una persecución contra la iglesia en el futuro. Para algunos la “ira” de esta potencia se corresponde con un conflicto futuro entre el pueblo de Dios y las huestes de Satanás. Si bien es cierto que esto ocurrirá, es difícil sin embargo aplicar estos textos a dicho acontecimiento, pues el contexto habla de una batalla literal y no simbólica. Es un conflicto de naciones, similar a la descripción que Jesús hace en Mateo 24:7 donde se menciona el levantamiento de “nación contra nación y reino contra reino”.

Al respecto, Elena de White añade algunas palabras al contexto de los últimos días:

“Un espíritu belicoso agita al mundo. La profecía contenida en el undécimo capítulo de Daniel, está casi completamente cumplida. Muy pronto se realizarán las escenas de angustia descriptas por el profeta.” (3 JT:283).

“Cuando se esté terminando la obra de la salvación vendrá aflicción sobre la tierra, y las naciones se airarán, aunque serán mantenidas en jaque para que no impidan la realización de la obra del tercer ángel” (PE:85).

“Se me mostraron a los habitantes de la tierra sumidos en la mayor confusión. Guerra, derramamiento de sangre, privación, necesidad, hambre y pestilencia abundaban en la tierra. A medida que estas cosas rodeaban a los hijos de Dios, éstos comenzaron a unirse y a eliminar sus pequeñas dificultades” (Maranata:257).

Estos acontecimientos descritos vívidamente por la profetisa, ocurren precisamente poco antes de que se cierre la puerta de la misericordia y en un contexto donde se hace el último llamado al arrepentimiento a un mundo impío.

Volviendo al texto que nos ocupa nos dice que “noticias del norte y del oriente lo atemorizarán”. En el contexto actual hay dos naciones que poseen un potencial bélico suficientemente poderoso como para atemorizar a los Estados Unidos. Al norte, dibujando una línea perpendicular a Jerusalén está exactamente Moscú, capital de una poderosa potencia, que por las circunstancias del conflicto se verá obligada a entrar en acción. Al oriente, tan sólo un meridiano más arriba con respecto a Jerusalén, se encuentra Pekín, capital de la mayor potencia del Asia en cuanto a poderío militar se refiere. ¿Entrarán estas naciones en el conflicto?, sólo el tiempo lo dirá, pues no olvidemos que estamos analizando una hipótesis sobre una eventual conflagración.

“Y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos”

Es evidente que las noticias del norte y del oriente si bien logran atemorizar a la nación, sin embargo no lo suficiente como para que se retire del conflicto, antes más bien parece hacer un intento desesperado para “destruir y matar a muchos”. Tal vez esto sea un intento de utilizar armas nucleares con ese fin.

Vers. 45: “Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo, más llegará a su fin y no tendrá quién le ayude.”

Este último texto del cap. 11 de Daniel nos indica dónde estará asentado el potencial bélico de la nación al momento de su caída. Es evidente que la alusión “plantará las tiendas de su palacio” nos está señalando que todo sus recursos sean bélicos o económicos estarán asentados “entre los mares y el monte glorioso y santo”. Los mares aquí descriptos podrían hacer referencia a las aguas que rodean a Palestina y al Oriente Medio. Y el “monte glorioso y santo” a la tierra de Israel, que estará aliada a Occidente y le servirá como base de operaciones a la nación norteamericana.

“Mas llegará a su fin y no tendrá quien le ayude”

Aquí en pocas palabras se describe el derrumbe de la nación. Finalmente caerá y no se levantará, pues luego de esto aparece Miguel levantándose de su lugar y el gran tiempo de angustia hace su aparición en el ocaso de la historia del mundo. Elena de White que describe el final de la nación, también anuncia el motivo de la caída de esta moderna Babilonia:

“Cuando nuestra nación (EE.UU.) en su concilio legislativo, sancione leyes que aten las conciencias de los hombres con respecto a sus privilegios religiosos, poniendo en vigencia la observancia del domingo, y ejerciendo un poder opresivo contra los que guardan el sábado del séptimo día, la ley de Dios será anulada en nuestro país para toda intención y propósito; y la apostasía de la nación será seguida por la ruina nacional” (Preparación para la crisis final pág. 84).

Hemos arribado aquí al final del comentario de los últimos versículos de Daniel once. Notamos cómo se produce en la historia el levantamiento y la caída de esta orgullosa nación, que es la séptima cabeza de Apocalipsis 17. Ahora queda un vacío de poder en el mundo que finalmente será ocupado por la “octava” (ver Apoc. 17), quien junto a diez naciones darán poder a la Bestia por una hora. Se producirá otra vez el surgimiento del papado (acompañado por la aparición visible de Satanás), ocupando la cúspide del poder mundial que le será otorgado por diez naciones. Estas naciones bien podrían representar a la Europa Unida. En el libro de Daniel en el cap. 2:44 dice claramente que “en los días de estos reyes (diez reyes), el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido”, como es sabido, estos diez reyes que menciona Daniel, se corresponden geográficamente y ocupan el lugar que en otros tiempos eran usufructuados por la Roma pagana. Estos reyes ocupan hoy el territorio europeo y además realizan preparativos para lograr la unificación de dicho territorio con los fines de lograr una misma política y una economía regida por una moneda única. A través del Parlamento Europeo se buscará consolidar los objetivos buscados. Cuando esto ocurra estará montado el escenario para que el papado pueda recibir el poder. La Palabra de Dios dice que: “Los diez cuernos que has visto son diez reyes que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.” (Apocalipsis 17:12-14).

El contexto histórico de estos versículos está relacionado con el tiempo de angustia, pues el ángel revelador que es presentado en el versículo uno, sostiene en sus manos unas de las copas de la ira de Dios.

Ese tiempo será de tribulación para el mundo entero, y un momento de ansiedad y angustia para el pueblo de Dios, que será finalmente libertado por la directa intervención divina. Entonces habrá llegado sí, el verdadero fin de la historia y el comienzo de una vida dichosa e inmortal.

Apéndice.-

El motivo de este apéndice es mostrar a quien lea este comentario, la evolución del pensamiento en relación con el rey del norte desde los días de Elena de White. En ese tiempo era motivo de interés los eventos que podrían producirse en el conflicto Ruso-Turco del año 1878. Luego de eso, muchos comentadores adventistas han renegado de la creencia de que el imperio turco constituía el rey del norte y pasaron a aceptar en su lugar al papado. Este comentario apareció en la revista Diálogo Universitario, vol. 5, N° 3 del año 1993. Este artículo, cuyo autor es Donald E. Mansell, no enfatiza en la identidad del rey del norte, sino más bien muestra la opinión que se sustentaba entonces entre los pioneros acerca del Armagedón. Sin embargo, tales opiniones mostraban una relación entre éste y los últimos versículos del capítulo 11 de Daniel. A continuación transcribo en su totalidad este interesante artículo cuyo título es: “Armagedón: Puntos de vista cambiantes sobre la batalla final”.

“Probablemente no existe entre los adventistas del séptimo día un debate que haya producido más fricción y menos luz que las diferentes interpretaciones de la batalla profética del Armagedón y el apocalíptico “rey del norte”, generalmente asociado con ella. (Ver Apocalipsis 16:12-16 y Daniel 11). Sin embargo la mayoría de los adventistas aceptará que éstas no son enseñanzas vitales de nuestra iglesia, como lo es la doctrina de la segunda venida de Cristo. Entonces, ¿porqué ha sido tan controvertido este tema? ¿Y porqué lo traemos ahora a discusión? Los motivos son simples: como pueblo estamos comprometidos con la Biblia y profundamente interesados en sus profecías; sin embargo, nuestra historia puede darnos lecciones que nos ayuden a evitar controversias innecesarias o perder el rumbo debido a especulaciones inútiles.

Los antecedentes milleritas.-

Para entender las enseñanzas proféticas adventistas, debemos ir a nuestras raíces milleritas. Cuando William Miller, un predicador bautista de comienzos de siglo XIX, se interesó en las profecías, utilizó mayormente la interpretación protestante de sus días. Veía el cumplimiento de la profecía bíblica en los acontecimientos de su época. Miller aceptaba el punto de vista protestante acerca de las siete copas de Apocalipsis 16, según el cual las primeras cinco estarían en el pasado, la sexta se cumplía en sus días y sólo la séptima estaría reservada para el futuro. El Eufrates representaría al imperio turco o al Islam. Sin embargo, Miller difería de sus contemporáneos protestantes respecto a otros símbolos de Apocalipsis 16:12-16. Según su interpretación, los “reyes del oriente” eran naciones de Europa; los “tres espíritus inmundos”, tres poderes políticos impíos; “el dragón” representaba a los reyes de la tierra; “la bestia”, a la iglesia de Roma, y el “falso profeta” al Islam.

Miller enseñaba que estas tres entidades reunirían y conducirían a las naciones al Armagedón, una batalla que incluiría tanto una lucha religiosa como política. Creía que la batalla se combatiría mayormente en los Estados Unidos. Cristo vendría en el apogeo de este conflicto, vencería a sus enemigos y separaría a los impíos de los justos. En cuanto al último poder de Daniel 11, Miller creía que representaba a Napoleón Bonaparte.

No todos los milleritas estaban de acuerdo con la interpretación de Miller. Josiah Litch uno de los colaboradores de Miller, era uno de ellos. Litch creía que en la segunda venida los justos serían trasladados al mar de vidrio (no al cielo), donde Cristo organizaría su reino. Después de la segunda venida caerían las plagas sobre los impíos.

Litch decía que en la sexta plaga el Eufrates se secaría literalmente para preparar el camino a “los reyes del oriente”. Luego, los tres “espíritus inmundos” (el dragón del Islam, la bestia del papado, y la infidelidad del falso profeta) reunirían a los reyes de la tierra en Palestina para luchar contra Cristo en la batalla del Armagedón. La batalla sería combatida durante el séptimo sello y como resultado los, impíos serían expulsados de la Jerusalén de Cristo y sus santos. En cuanto al “rey del norte” de Daniel 11, Litch concordaba con Miller que se trataba de Napoleón Bonaparte.

Creencias adventistas tempranas.-

Cuando la Iglesia Adventista del Séptimo Día surgió a partir del chasco millerita de1844, sus miembros no consideraron que el Armagedón y el rey del norte fuesen temas importantes. Sin embargo, el tiempo de las plagas fue motivo de mucho estudio y discusión. De este modo, los adventistas definieron las plagas como acontecimientos futuros pero anteriores al segundo advenimiento, a comienzos de 1846, probablemente debido a visiones de Elena Harmon (posteriormente White). Esta interpretación, que difiere de la de Miller y la de Litch, sigue siendo aceptada entre los adventistas hasta hoy.

Sin embargo, prevalecieron distintas posiciones sobre el Armagedón. Ya en 1847, Joseph Bates enseñaba que en el futuro “la gran lucha (sería) en torno a la restauración y la observancia del séptimo día, el sábado”. Por otra parte, el surgimiento del espiritismo en 1848 influyó sobre las interpretaciones adventistas. Un año después se le mostró en visión a Elena White que el espiritismo era de origen satánico. George W. Holt identificó en 1852 al espiritismo como la fuerza que reuniría a los reyes de la tierra para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.

Pero entonces surgió la siguiente pregunta: ¿Cómo pueden las plagas ser futuras si los espíritus de los demonios están cumpliendo en la actualidad los acontecimientos de la sexta plaga? Uriah Smith contestó diciendo que la obra presente del espiritismo era preparatoria. Antes de que los espíritus puedan tener un control total sobre los impíos, como para inducirlos a luchar contra Dios, deben aumentar primero su influencia sobre las naciones, y esto es lo que hacen en la actualidad.

Otis Nichol, uno de los pioneros, identificó en 1853 el poder de Daniel 11:45 con el papado y ésta continuó siendo la interpretación adventista durante casi dos décadas.

Prácticamente todos nuestros pioneros sostuvieron que el Armagedón sería el enfrentamiento culminante entre las fuerzas del bien y del mal por causa del sábado. En el apogeo de la batalla Cristo intervendría y rescataría a su acosado pueblo.

No obstante, esta posición sufrió un cambio gradual a partir de 1857, año en el cual Uriah Smith interpretó al Eufrates como el país a través del cual fluye el río, en otras palabras, el imperio turco. Smith reconoció que este punto de vista “no ayudará” a muchos. Esta interpretación preparó el terreno para aceptar que bajo la sexta plaga, las naciones se reunirían para la batalla final en Palestina.

En 1862 Smith era maestro de una clase de la escuela sabática en la iglesia de Battle Creek de la cual James White era miembro. Las lecciones que estudiaban estaban basadas en el libro de Apocalipsis. White, que era redactor de la Revista Adventista de la época, informó por escrito la discusión que se produjo en la clase diciendo que “todos...(llegaron) prácticamente a la misma conclusión en casi todos los puntos”. Poco después, White escribió en la misma publicación una serie de comentarios sobre el Apocalipsis, versículo por versículo. A medida que pasaba el tiempo, los comentarios se tornaron incompletos debido a las numerosas responsabilidades y a los problemas de salud de White. En octubre de 1862 le entregó esta serie de comentarios a Smith.

La nueva posición sobre el rey del norte.-

Smith terminó la serie de comentarios en 1865 y dos años después los publicó como libro titulándolo, Pensamientos críticos y prácticos sobre el Apocalipsis. La obra fue muy bien aceptada, lo que le indujo a iniciar una tarea similar con el libro de Daniel. A mediados de 1871 completó la serie sobre Daniel en la Revista y posteriormente la publicó como libro. Hasta noviembre de 1867, Smith sostuvo la interpretación adventista generalmente aceptada, según el cual el papado era el rey del norte.

Pero en un editorial publicado ese mes, comenzó a dudar de lo que creyó antes y a afirmar que el rey del norte podía ser tanto el papado como Turquía. Mostró nuevamente esta ambivalencia en marzo de 1871, en su comentario sobre Daniel 11:40-45. Sin embargo, algunas semanas después comentando sobre Daniel 12:1, concluyó que el rey del norte era Turquía. Hacia 1873, Smith sostenía que el papado no volvería nunca más a jugar un rol significativo en los asuntos mundiales. Llegó a esa conclusión al ver que el Vaticano era absorbido por Italia y que Turquía estaba en una condición “moribunda”. A partir de allí comenzó a “esperar que sucediesen acontecimientos significativos” en el Medio Oriente, como cumplimiento de Daniel 11. Pronto predijo que el fin de Turquía era inminente y que con la desaparición de Turquía vendría el “levantamiento” de Miguel (Daniel 12:1). Esto significaría el fin del tiempo de gracia, al cual le seguiría la segunda venida de Cristo.

Los puntos de vista y predicciones de Smith sobre Turquía preocuparon a James White. Habiendo experimentado el chasco de 1844, evitaba hacer predicciones detalladas basadas en profecías no cumplidas. Vez tras vez había advertido a los adventistas de ser cuidadosos. En 1877 Rusia le declaró la guerra a Turquía, país que entonces era considerado “el enfermo del oriente”. En junio de 1878 Smith escribió: “Hemos llegado a los movimientos preliminares de la gran batalla del Armagedón. Esto fue demasiado para White. Se produjo un enfrentamiento entre los dos durante unas reuniones campestres que precedieron al congreso de 1878 de la Asociación General.

Smith dijo a los asistentes de dicha reunión, que la guerra ruso-turca en curso conduciría al tan esperado Armagedón. Cuando Smith hubo concluido su discurso, James White habló durante 70 minutos refutando la posición de Smith. White argumentó que si Daniel 2, 7 y 8 eran profecías paralelas que concluyen cada una con la destrucción de la Roma pagano-papal, y la primera parte de Daniel11 recapitula los capítulos 2, 7 y 8, entonces el último poder de Daniel también debía ser la Roma pagano-papal, y no Turquía.

White publicó su refutación en la Revista el 3 de octubre de 1878 bajo el título: ¿Dónde estamos?. Debería haber tenido una continuación, pero no fue así. William C. White relata que uno o dos días después que fuese publicada la refutación de su padre, se le mostró a su madre en visión que su esposo había errado al discrepar públicamente con Smith. Ella le aconsejó al respecto y Jaime White aceptó la reprimenda como proveniente de Dios, y discontinuó los artículos. Esto no significaba, sin embargo, que Elena de White aprobase la posición de Smith, sino que solamente desaprobaba la discrepancia pública expresada por James White sobre este tema.

Las posiciones de Smith llegan a ser dominantes.-

James White murió en 1881. El mismo año los libros de Smith, Daniel y el Apocalipsis, fueron publicados en un solo volumen. Las opiniones de Smith sobre el Armagedón y el rey del norte llegaron a ser, con algunas modificaciones, la enseñanza aceptada por la iglesia hasta 1952.

Smith murió en 1903. Un poco después George Butler, un expresidente de la Asociación General, adelantó la idea que el Armagedón sería una batalla entre el este y el oeste. ¿Cuál fue el motivo? La victoria de Japón en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. Esta posición no fue muy aceptada hasta la década de los veinte.

Posiciones desde la Primera Guerra Mundial hasta 1923.-

Durante la Primera Guerra Mundial y muchos años después de terminado el conflicto, la naturaleza espiritual del Armagedón fue casi completamente eclipsada por el énfasis dado a un encuentro militar en Palestina. Muchos estadistas y analistas políticos se referían a la guerra como el Armagedón. En un comienzo, los adventistas rechazaron tal identificación por la simple razón que las plagas no habían comenzado a caer y porque esto no podía ocurrir mientras Turquía no hubiese caído. Sin embargo, cuando a fines de 1914 pareció inminente la entrada de Turquía en la guerra, el primer ministro británico Lord Asquith declaró que ésta había anunciado su propia muerte. Entonces algunos adventistas comenzaron a predicar que la guerra desecadenaría en el Armagedón. Arthur G. Daniells, en ese entonces presidente de la Asociación General, llegó a predecir que el fin de la guerra vería la caída de Turquía.
Los acontecimientos de la segunda mitad de 1917 daban la impresión que estas predicciones se cumplirían pronto. La guerra estaba evolucionando negativamente para los turcos y estaba por librarse una batalla en las cercanías de Jerusalén. Había rumores de que los turcos planeaban trasladar su capital de Constantinopla a Jerusalén. En nuestras publicaciones de la época es evidente la expectativa intensa de algunos adventistas, según la cual la venida del Señor era inminente. Pero el 9 de diciembre de 1917, las fuerzas británicas tomaron Jerusalén sin un disparo y fue evidente que el monarca turco no iba a instalar los “tabernáculos de su palacio entre los mares y la montaña santa y gloriosa”.

El Encuentro para el Estudio de la Biblia de 1919.-

En 1918 concluyó la guerra. Pero pronto se iniciaron las hostilidades entre Turquía, Grecia y algunos de sus aliados. Parecía que el “enfermo del oriente” estaba en su agonía de muerte. Sin embargo, Turquía resistió. Inmediatamente después de estos acontecimientos, la Asociación General organizó un Encuentro para el Estudio de la Biblia en Takoma Park, Maryland en el año 1919. A pesar de que se discutieron otros temas importantes, la llamada Cuestión del Oriente se impuso como el tema principal. Según un participante, H. Camden Lacey, profesor de Biblia en el Columbia Union College,comentó: “En el momento presente (la interpretación de) Daniel 11 es el tema principal entre nosotros. “La mayoría de los oradores favorecía la posición que identificaba al papado como “el rey del norte”. Sin embargo el presidente de la Asociación General estaba convencido que los griegos vencerían a Turquía y logró convencer a los presentes que mantuvieran la posición tradicional. La iglesia sostuvo este punto de vista durante muchos años.

Interpretaciones confusas.-

En octubre de 1922 el Imperio Otomano se desplomó y de sus cenizas se levantó una república turca vigorosa y desafiante que luchó hasta la victoria, dictando en 1923 los términos del Tratado de Lausana a los humillados aliados. Más aún. En marzo de 1924, Turquía abolió el califato: desde entonces ya no pretendió ser el líder espiritual del Islam. A pesar de esto, la mayoría de los adventistas continuaron aferrados a la posición según la cual Turquía desempeñaría un papel en el cumplimiento profético de Apocalipsis 16:12. Después de todo, ¡todavía controlaba las fuentes del Eufrates!

Estos fracasos desconcertantes condujeron a que algunos adventistas cuestionasen la interpretación tradicional de la iglesia sobre el Armagedón y el rey del norte. A medida que estudiaban los escritos de Elena de White, llegaron a la conclusión que el Armagedón será una batalla entre Cristo y Satanás y sus respectivos seguidores, en torno a asuntos espirituales y que esta batalla estaría íntimamente asociada con la segunda venida de Cristo. No obstante, la mayoría de los adventistas, continuó sosteniendo la posición de un conflicto militar. Sin embargo, se produjo un cambio a favor de la interpretación de Butler del Este contra el Oeste, debido a las tensiones causadas por el surgimiento del poderío naval japonés y la expansión del comunismo ruso.

La Segunda Guerra Mundial definió la línea divisoria entre los poderes mundiales, no como el Este contra el Oeste, sino entre el Eje contra los Aliados lo cual tuvo sus consecuencias sobre la interpretación profética, pues los adventistas comenzaron a considerar el Armagedón como un conflicto entre Cristo y Satanás, y no entre los poderes del mundo. Con el tiempo algunos excluyeron la idea de un conflicto militar y enfatizaron la lucha espiritual entre Cristo y Satanás y sus seguidores. A pesar de que el debate se caracterizó por algunas tensiones, la posición “espiritual” o “nueva”, con algunas modificaciones, fue ganando ascendencia paulatinamente, con algunas modificaciones, según se evidenció en el Encuentro para el Estudio de la Biblia de 1952.

Así como el Encuentro para el Estudio de la Biblia de 1919 definió una posición, el de 1952 definió la otra. Estos encuentros fueron hitos significativos en la definición de la posición adventista. Durante los 25 años subsiguientes, la mayoría de los adventistas interpretaron el Armagedón como la batalla final entre Cristo y Satanás. Algunos enfatizaron la dimensión física del conflicto y otros la espiritual. Los que enfatizaron el aspecto físico del Armagedón generalmente previeron un conflicto militar mundial en Palestina, antes o en el instante de la Segunda Venida. Cristo intervendría para dar la victoria a las fuerzas del bien. Aquellos que han enfatizado mayormente la dimensión espiritual, han previsto la vindicación de Cristo delante de los impíos.

La posición actual.-

Desde 1975 hay cada vez menos adventistas que enfatizan la interpretación militar y un número mayor que ve el conflicto como la definición final entre la cuestión del sábado y el domingo, entre la fidelidad a Dios o al enemigo. Hemos completado el circuito. Sin embargo existen excepciones. Debido a las tensiones actuales en el Medio Oriente, algunos han comenzado nuevamente a predecir que el Armagedón será un conflicto militar colosal en esa región del mundo.

Como estudiantes de las profecías, hemos obtenido buenos resultados cuando hemos sido exégetas cuidadosos de la profecía bíblica y hemos seguido los consejos de Elena de White. Pero nuestro rendimiento ha sido menos admirable cuando nos hemos aventurado en el arte de la predicción.Si logramos aprender de nuestro pasado, podremos continuar proclamando con confianza la inminencia y la literalidad del retorno de nuestro Señor, evitando los errores interpretativos del pasado sobre temas secundarios. Jesús mismo dijo que uno de los propósitos de la profecía era el de confirmar y asegurar a sus seguidores que la historia humana se dirige constantemente hacia su culminación (ver Juan 14:28-29). Todavía es válida la advertencia que James White pronunció hace más de un siglo: “Debemos actuar con cautela y tomar posiciones cuidadosamente”, cuando tratamos con la profecía no cumplida.”